Álbum

Los Punsetes

Una montaña es una montañaEverlasting-Popstock!, 2012
Se ha hablado mucho del cambio de actitud de Los Punsetes, de ese supuesto y premeditado salto de división para, ejem, hacerse respetar en el indie nacional, pero, tras escuchar “Una montaña es una montaña”, lo único que parece seguro es que la banda madrileña no ha hecho más que seguir una progresión más o menos lógica y normal. Así, después de un primer disco de impacto y uno segundo algo más variado y elaborado, solo cabía esperar que, o bien siguieran subiendo, o bien que se arreasen un batacazo. El quinteto no solo ha superado el envite, sino que lo ha hecho con nota y cargando las tintas en unas letras que, una vez más, no dejan títere con cabeza.

El sonido sigue mordiendo, con esas guitarras cada vez más afiladas y mejor servidas –señores: ser punk no tiene por qué significar sonar como la furgoneta de un gitano rumano huyendo del alcalde de Badalona, García Albiol–, y la producción de Pablo Díaz-Reixa (El Guincho) parece haberse limitado a poner un poco de orden, airear las canciones y dejarlas respirar. Por lo demás, aquí tenemos a Los Punsetes con su guerra de siempre, escupiendo y azotando, soltando dentelladas y afilando la triste realidad con unas composiciones que, pese a haberse desplazado ligeramente del punk malhumorado al brioso pop enfurruñado, mantienen intacta su esencia.

“Adivina por dónde atacaré”, canta Ariadna en “Tráfico de órganos de iglesia”, uno de los hits en potencia de un disco que no ha cambiado el campo de batalla, sino que simplemente ha refinado el arsenal, como quien descubre que la bayoneta es más efectiva que un mortero en las distancias cortas. Y precisamente a eso, a certeras punzadas y navajazos en las arterias del pop, suena un álbum en el que incluso las piezas más aparentemente inofensivas como “Un corte limpio” o “Los glaciares” se perciben tremendamente amenazantes; por no hablar de “Alférez Provisional”, “Mis amigos”, “Los tecnócratas”, “155” y “Paraíso”, pulmones de una banda que parece haber descubierto que a veces no es necesario alzar la voz para hacerse oír. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados