Poco importa lo que creas haber conseguido en los últimos cinco años: Mabe Fratti ha hecho más y seguramente mejor. La cantante, chelista y compositora guatemalteca no ha dejado de publicar discos importantes desde el reivindicable “Pies sobre la tierra” (2019), muchos de ellos en intensa colaboración con otros artistas, entre ellos Gudrun Gut (“Let’s Talk About The Weather”, de 2021), Concepción Huerta (“Estática”, de 2022) o su también pareja Héctor Tosta (alias I. La Católica), con quien formó Titanic, cuyo alucinante “Vidrio” (2023) diluía maravillosamente las fronteras entre pop de cámara, clásica contemporánea y jazz.
Desde su base en Ciudad de México, Fratti sorprende ahora nuevamente con “Sentir que no sabes”, un disco en el que su cruce de experimentación neoclásica y pop outsider tiene un especial brillo melódico y luce inesperado groove. Según ha explicado en ‘The New York Times’, esta vez muchas canciones empezaron con el beat. Así debió ser con, por ejemplo, “Kravitz” (Fratti es confesa fan de Lenny), extraña balada paranoica (“quizá alguien está del otro lado de la pared”) con base en un ritmo lento pero contundente. “Enfrente” empieza un poco trip hop y cerca del desenlace, tras un paréntesis medio new age, se desliza hacia el drum’n’bass.
En este cuarto álbum (en solitario) de Fratti se ocultan algunas de las mejores, más sugerentes muestras de su (out-)pop hasta la fecha. Canciones de aquellas que abren orejas y arrastran milagrosamente a nuevos públicos hasta artistas que no piensan en términos de ventas. Hablo de, por ejemplo, la deliciosa, dulce “Pantalla azul”, con guitarras líquidas como salidas del arsenal de Cocteau Twins. O de “Oídos”, quizá lo más parecido a una canción pop al uso que haya hecho nunca, aunque pocas canciones pop se mueven al ritmo marcado por una marciana trompeta de Jacob Wick. “Margen de índice” alterna entre melodías casi pizpiretas y percusiones metálicas como de otra dimensión. A la altura de la inquietante “Alarmas olvidadas”, el tono es más secular, o como de folclore antiguo, pero algunos sonidos parecen salidos del cosmos Oneohtrix. En las dos partes de “Elastica”, Fratti abandona todo instinto pop para dedicarse a jugar con cuerdas disonantes. La extrañeza nunca está demasiado lejos.
Y esa cierta opacidad se extiende a unas letras que, de nuevo, puede costar descifrar. Si lo que buscas de la música o el arte son soluciones prístinas, será mejor que lo hagas en otro lugar. Aquí solo hay preguntas que conducen a otras preguntas: “¿Estoy en la razón / mientras los demás tienen otra historia? / ¿Qué hacer con estos pedazos? / Estar a la espera de un milagro”, canta Fratti misteriosamente en “Pantalla azul”.
¿Es la inseguridad lo único seguro? ¿Debemos aprender a estar tranquilos en la intranquilidad y olvidarnos del espejismo del control? Son la clase de preguntas que parece hacerse Fratti en un disco cerrado, a lo grande, con el crescendo tenso de “Ángel nuevo”, referencia al cuadro “Angelus Novus” de Paul Klee y al “Ángel de la historia” de Walter Benjamin, ese que mira hacia atrás y percibe el Apocalipsis al que vamos. “No voy a regresar, a regresar a ti”, canta la artista como negándose a darse por entero a la indolencia, a repetir los peores ciclos del pasado. ∎