Con Ash Ra Tempel enterrado en la memoria colectiva y a expensas de nuevos prensajes, a la reedición del fabuloso interludio cósmico de
“Inventions For Electric Guitar” (1975) le tuvo que seguir, por necesidad, la maravilla de
“E2-E4” (1984; incluido entre los mejores discos de las tres últimas décadas según RDL). Ambos volúmenes, publicados recientemente por el sello nodriza de
Manuel Göttsching, MG.ART, en una edición de lujo en la que su portada pone de relieve el enorme portento de un músico volcado en el homenaje fraternal.
Como el propio autor explica en el texto del inserto, fue precisamente su padre quien le enseñó las técnicas y virtudes del ajedrez, que se sirven aquí, a modo incisivamente matemático, como catapulta de un disco infinito en el que la composición informática –hablamos de mediados de los ochenta, ojo– juega un papel fundamental.
Concebido en apenas unas horas de estudio, “E2-E4” deviene nada menos que el santo y seña del techno; de la electrónica tal y como hoy en día se concibe, dilatando una brecha compositiva por la que rodarían las ideas de Vangelis, Kraftwerk e incluso las fantasías subacuáticas de Drexciya.
Capas y más capas, como un milhojas, “E2-E4” se eleva sobre sí mismo. Los cincuenta y cuatro minutos de esta obra maestra fluyen sobre una amalgama de rítmica en la que se deslizan sonidos sintéticos y toda una suerte de efectos que surgen de una mente volcánica, probablemente una de las más poderosamente creativas que la música, a nivel general, haya podido brindar en toda su historia. ∎