Reedición

Marianne Faithfull

Broken English (Deluxe Edition)Island, Universal, 2013
Si en 1978 a Keith Richards le hubieras dicho que Marianne Faithfull –el más ilustre y trágico miembro del entourage que la maquinaria Stone había masticado y escupido–renacería de sus cenizas y reinventaría su personaje, te habría contestado que ibas más puesto que la misma Faithfull, y luego habría inquirido por la dirección de tu camello. Faithfull, en una década, había devenido, más que una artista, un caso ejemplarizante de lo que las drogas y el sexo pueden hacer a una chica bien. Pero sucedió.

En 1979, la heroinómana y homeless ocasional había contemplado, durante catorce años, cómo sus sueños y los de toda una generación se marchitaban y morían. Y lo contó en “Broken English”. Fue un shock ver cómo la chica de revista pop escupía al ojo del patriarcado capitalista mediante un graznido ronco nunca visto, modelado por jaco, tabaco y rabia a partes iguales. Este es un disco desolado e incoherente: la ética punk de letras que aluden a Baader-Meinhof (“Broken English”), los celos salvajes (“cada vez que veo tu polla en mi cama veo su coño”) y la represión doméstica (“The Ballad Of Lucy Jordan”, su cima pop) se transmiten a través de una estética lustrosa en la que los teclados de Steve Winwood se arriman al AOR. Como si con una capa de lujo sonoro se hubiera intentado disimular la desesperación temblorosa de la yonqui. Un factor que, con el paso del tiempo, hace todavía más atractivo un disco lleno de material mucho más fascinante que estropeado. Como su autora, que con este hito pasó de anécdota a artista. No os compréis el disco por unos extras justos –las mezclas originales, más una nueva versión de “Sister Morphine” y un corto/protoclip de Derek Jarman con tres canciones–; hacedlo porque aún vale la pena. ∎

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