Tal como dice el productor del disco, Marianne es capaz con su voz de dar a cualquier melodía un sello tan personal que fascina de inmediato. Esta idea es la que ha explotado Hal Willner –recordemos sus homenajes a Nino Rota, Kurt Weill y Thelonious Monk– al presentarnos este disco, repleto de viejos estándares arreglados de forma escueta para Marianne. Ambientación de jazz, blues, cabaret y lucimiento de una voz que se nota ha vivido la tragedia. Marianne, cada vez más madura, no tiene inconveniente en rayar al nivel de sus distinguidos acompañantes. Porque este proyecto se ha gestado con la confabulación imprescindible de tipos como Tom Waits –él tuvo la idea de hacer el disco y cede el tema que da título al álbum–, Bill Frisell –pone todas las guitarras a excepción de un par de incursiones de Robert Quine–, Fernando Saunders –mano izquierda de Lou Reed– y Mac Rebennack, mucho más conocido por Dr. John y tan legendario como los viejos “hoodoo men” de Luisiana.
A cuatro años vista del doloroso “A Child’s Adventure” (1983), el esperado retorno de la señora Faithfull puede parecer tan desfasado y gratuito como ácido y espectral. Las imágenes en blanco y negro de su ajado rostro que nos muestra la carpeta son el mejor aviso del contenido. Once lamentos donde la nostalgia es acolchada por una instrumentación atmosférica que nunca se excede de su condición de acompañante.
“Strange Weather” es una llorosa y existencial composición de Waits punteada por el acordeón del ex-Band Garth Hudson. El blues recala en la versión a capella de Leadbelly, “Ain’t Goin’ Down To The Well No More”, y en otro clásico, “Love Life And Money”, con solo la ayuda al piano de Dr. John. Las revisiones a la tristeza de los años treinta, lo mejor del disco, vienen servidas en “Boulevard Of Broken Dreams” y “Yesterdays”: gigolós, añoranza del pasado y buenos arreglos de cuerda. “Hello Stranger”, hecha para la ocasión por Doc Pomus y Dr. John, sirve de lucimiento al piano eléctrico de este último y a la guitarra de Robert Quine. Una versión de Dylan, “I’ll Keep It With Mine”, y la puesta al día de “As Tears Go By” satisfacen por su tenue colorido. Marianne no se resigna a envejecer, su mirada al pasado forma parte del signo de los tiempos. ∎