Mazzy Star

Él, David Roback: en las fotos promocionales, siempre con gafas oscuras y look austero, tiene aspecto de caballero de la triste figura. A pesar de su pasado en Rain Parade y Opal, la estela plateada del debut de Mazzy Star, “She Hangs Brightly”  (1990), es su más reconocida tarjeta de presentación. En las cuerdas de su guitarra habitan los espíritus de The Doors, Neil Young, Big Star y The Velvet Underground, pero solo él es capaz de inyectarles el polvo de estrellas que diferencia el plagio de la inspiración creativa. Sus composiciones son como un perfume que, al destaparlo, se extiende caprichosamente y se queda pegado a tu olfato y a tu ropa. Densas reverberaciones nubosas y desérticas atmósferas en penumbra salpicadas de medidos destellos luminosos. En este nuevo disco ha dado un paso más hacia sus sueños con la emoción acústica del “Five String Serenade” de Love y el novedoso paisaje bluessy “Wasted”. En contraste, la mayor parte de “Into Dust” no es más que una preciosa ralentización del “Today” de Jefferson Airplane, y los más de siete minutos que dan título al disco aportan poco más que otra variante del fantasma de la Velvet.

Ella, Hope Sandoval: su mirada de diva contiene un vasito de melancolía y un desierto de indiferencia hacia los mortales. Tiene una voz dulce e inerte, suspirada o quebradiza, que puede deshacerte con una caricia o fluir en un ceremonioso tono fúnebre. En “Mary Of Silence”  sus palabras se enfocan y desenfocan como en un zum narcotizado alcanzando una psicodelia emocional cercana al corazón de Heidi Berry o Red House Painters. Incluso en los trazos sonoros más precisos (“Fade Into You”, “Unreflected”) sabe cómo adelantarse o dejar caer un par de sílabas abandonadas que te llenan o te vacían. Su modo de cantar, al igual que las canciones, no ha evolucionado, pero cualquiera que oiga esta música encontrará difícil imaginar una belleza más extrema.