Álbum

Medalla

Música máquinaEstudio Mazmorra, 2025

La primera vez que escuché este quinto álbum de Medalla me acordé de The Darkness. Su zambullida en el heavy metal cargado de épica medievalista me sonaba a parodia, pero, más aún en el caso de los catalanes, la frontalidad de sus letras políticas (más cercanas a La Polla Records) me creaba una disonancia cognitiva muy fuerte. La principal diferencia con la banda de los hermanos Hawkins es que, si estos se quedan en un homenaje meramente esteticista, Medalla lo hacen desde la misma sinceridad, pero, al mismo tiempo, con la intención de subvertir los tópicos testosterónicos y onanistas del heavy y reinterpretar el género desde un espíritu más punk. Aunque en sus primeros discos eso no se notase tanto, y progresivamente lo hiciera más, Eric Sueiro, vocalista y letrista de Medalla, nunca ha negado su devoción por Judas Priest, Iron Maiden, Barón Rojo o Metallica. De hecho, podría montar un grupo tributo llamado Medallica, como en el juego aquel de las redes sociales de “arruina el nombre de una banda cambiándole una letra”, y lo que suena a broma podría ser algo menos cómico de lo que parece. De hecho, también admiten que el homenaje al grupo del mismo nombre en “Sangre Azul” es completamente sincero.

Vale, es difícil tomárselos en serio cuando sueltan frases como “Contra el fascismo, satanismo”, en “Sacrilegio”, o cuando citan el “Morir así es morir de amor” de Camilo Sesto en “El trabajo no dignifica”. Te desorienta, porque sabemos de buena tinta que sus componentes son más inteligentes de lo que intentan aparentar en muchos momentos del disco, pero, precisamente, al despojar de su carga de gravedad al mensaje es cuando lo panfletario se diluye en algo que descoloca. Como viniendo a decir que no hay más remedio que estar rabiosos, pero lo vamos a hacer de un modo que sea tan contundente como divertido. Una vez que el oyente se aleja de los prejuicios que le puedan asolar, la verdad es que se encuentra ante un disco implacable que escupe verdades a bocajarro.

Sueiro, que además canta muy bien, carga contra todos los males del capitalismo contemporáneo. “La cultura del mártir / se ha convertido en una estrategia de promoción / del artista fetiche de turno / Rendimos pleitesía / alzando nuestra voz / Dejemos que se desangren / las manos que aplauden” son las primeras palabras que lanza, a costa de todo el ecosistema musical, y de ahí para arriba: el ascenso (blanqueado) del fascismo, la esclavitud del mercado laboral, la creciente brecha entre clases sociales, pero también la masculinidad tóxica ejemplificada en “BMW 666”, una afilada crítica sobre los flipados que se tiran a la conducción temeraria y que me recuerda a “Soy un macarra”, de Ilegales. Especial interés me deparan los temas que son críticos con la religión, algo que me ha parecido especialmente oportuno en estos tiempos en que tantas tonterías se han dicho y escrito para intentar conferirle un marchamo cool y antisistema a algo que siempre ha sido todo lo contrario.

Porque otro de los aspectos que percibo en este “Música máquina” es que, si parece que nos hemos vuelto todos locos, la salida es exorcizar esta locura alzando un puño con las manos en cuernos y con todos los decibelios posibles. “El rock vive, la lucha sigue”, dicen ellos, y ahí ya solo te queda creer o no creer. Sea como sea, no hay ningún otro grupo como este en el estado español ahora mismo. ∎

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