Álbum

M.I.A.

MATAIsland-Universal, 2022

O todo fue humo o el sexto disco de M.I.A. debería haber salido en algún momento de 2020. A finales de 2019 Maya lo daba prácticamente por terminado y llegaron canciones, aunque siempre carentes de demasiado contexto, pero de pronto irrumpió la pandemia y nos quedamos sin noticias. Entiendo que los planes cambiaron, o más bien se fueron readaptando sobre la marcha, del mismo modo que el título pasó de ser “MI6” a “MATA”: si hay que buscarle significado, parece ser el paso de una M.I.A. política a una mucho más personal, que viaja hasta la raíz de su propia identidad; conviene recordar que su nombre real es Mathangi Arulpragasam. Pero también puedo estar alucinando porque ella misma lo anunció con un post que parodiaba el anuncio de la conversión de Facebook en Meta y dio una retahíla de posibles interpretaciones.

El caso es que sonaba Pharrell Williams entre los principales productores del disco, pero al final su participación es testimonial –tan solo un tema, aunque de los mejores–. La propia Maya se quejaba en Instagram de llevar esperando dos años para una línea de Doja Cat y un año por Nicky Minaj y no sabemos muy bien si han terminado entrando. Prometió filtrarlo si no salía finalmente en septiembre y supongo que con el lío de anunciar su participación promocional en el nuevo “FIFA 23” –una equipación brandeada con los motivos sacrociberpsicodélicos de la portada, acción en la que también participa Rosalía– se le debió pasar.

Y entre medias llegó una gira de calentamiento que pasó por el Primavera Sound de Barcelona y el Bilbao BBK Live, que escenificaba su conversión al cristianismo y que dejaba pistas nada prometedoras de su nuevo álbum –el dancehall demasiado impersonal de “The One” y la fumada woke de “Marigold”, con su regustillo al “Roulette” de System Of A Down– pese a lo legendario de montar los coros con nutridas representaciones de las escenas locales. Los antecedentes prometían terror, y eso que no me voy a meter en el rollo antivax ni nada por el estilo.

Por suerte, prácticamente todo lo que conocíamos de “MATA” se corresponde a su peor parte. Y puesta en común con el conjunto hasta no lo parece tanto porque finalmente este es un disco ingenioso y vibrante, lleno de energía, de brillo y de beats que conducen un discurso algo hyper a territorios más minimalistas, como demuestra “Beep”, su verdadero sencillo. Pero queda inevitablemente una sensación de miguelangelesco non finito: un trabajo que lleva más de 3 años in-the-making y en el que, entre otros, han metido mano Skrillex y Rick Rubin suena en general como si lo hubieran mezclado y terminado a toda prisa en el último par de semanas. Y es una pena porque, incluso a falta de un hit como “Borders”, “MATA” es mejor disco que “AIM” (2016).

Lo constatan una fiesta de sampleos bollyoodesque como los de la oscura píldora “Energy Freq”, esa sinuosa y sugerente línea de bajo que conduce “Zoo Girl” –una psicodélica mezcla entre Sky Rompiendo el Bajo y el ciberespacio–, el hipnóticamente sensual dancehall/dembow de “Puththi” o la fantasía indofuturista “Time Traveller” diseñada por Pharrell, que deja los fraseos más épicos –“travella’ / nebula’” o “Bubbla’ of the molecula’, I can be your levella’”–. También la burbujeante “K.T.P. (Keep The Peace)”, que juega mejor con los coros infantiles, una desnuda pero esquizofrénica “MATA LIFE” o la inicial “F.I.A.S.O.M.” –dividida en dos partes–, que sirve para marcar el tono, la misma clave en la que estaban sus conciertos: el de la rave y el soundsystem, pero también el de una fiesta entendida como un evento comunitario con un MC ejerciendo algo así como de líder espiritual.

De eso va un poco “The One”, y al final no tanto del Dios cristiano: el Dios de M.I.A. es un dios personal que habita en cada uno y que se encuentra tras el propio ego; cualquiera puede ejercer de guía y de apoyo para los demás. La misión que Maya comenzó en “Arular” (2005) y que se puso seria tras “Paper Planes” (2007) parece haber llegado a su fin –“Done roughed it over in the east side / Got a plane like I’ma let the trouble slide / Done stepped it over to the west side / Paper work, yeah, I’ma get it certified”– y ahora le toca predicar en sus antípodas. ¿Es “MATA” el caballo entrando en la Troya de Occidente o un regalo que dejar expuesto en la estantería de la autocomplacencia? Difícil saberlo todavía. De momento se puede disfrutar y, sobre todo, se puede pinchar y remezclar. ∎

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