Álbum

Mike Edison And Guadalupe Plata

The Devil Can’t Do You No HarmEverlasting-Popstock!, 2021

Mike Edison habitó la Malasaña garagera y punkarra de los primeros años noventa. Había tocado a la vera de GG Allin, aunque desembarcó en Barajas cargando los tambores de The Raunch Hands. Después, marcó el ritmo a The Pleasure Fuckers. Una vez terminado el fiestón, regresó a Nueva York para establecerse como editor, periodista y escritor, aunque ha mantenido el vínculo con la música liderando a The Edison Rocket Machine. Su amistad con Mark Kitcatt –dueño de Everlasting Records– ha propiciado esta alianza con Guadalupe Plata, con quien comparte el gusto por la crudeza expositiva y por la exploración de los géneros tradicionales afroamericanos.

Tras la marcha de Paco Luis Martos, Guadalupe Plata retornan a su prehistoria grupal, con Carlos Jimena frente a los parches y Pedro de Dios a las guitarras. La pasión por el blues rural, el folk sin aditivos y el rock cenagoso permanece, pero la experiencia acumulada por los jienenses durante los últimos años se traduce en una envidiable capacidad de concreción, tanto en sonido como en arreglos. El dúo aprovecha esa elasticidad instrumental al máximo, amoldándola con enjundia al repertorio propuesto por su nuevo compañero de ultramar. Y Edison hace diana al plantear un cancionero dominado por viejos números espirituales, estándares folclóricos y blues anciano, que remata con tres composiciones propias más una versión de Bob Dylan –sorprendente “Make You Feel My Love”– henchida de romanticismo.

“The Devil Can’t Do You No Harm” fluye con ligereza y nunca pierde la tensión. Inicia su marcha con paso cojitranco vía “Joshua Fit The Battle Of Jericho” y avanza hacia el protorock de “Old Fashioned Communication Blues” o “I Want To Shout”. Hace escalas en las fronteras del blues a la altura de “Who Ya Gonna Call”, replica el maquinal ritmo de trabajo que convirtió a “John Henry” en leyenda apócrifa norteamericana y relee con inquietante devoción algunos pasajes del Antiguo Testamento en “Oh Mary Don’t You Weep” y “Go Down Moses”. Pura fibra, sin devaneos formales ni pamplinas que menoscaben el carácter sustancial de un disco merecedor de toda atención. ∎

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