Álbum

Militarie Gun

God Save The GunLoma Vista-Music As Usual, 2025

Con Life Under The Gun(2023), a Militarie Gun le fue (demasiado) bien. Participaron en un par de campañas publicitarias, giraron por todo el mundo, se juntaron con Post Malone y abrieron para artistas como Limp Bizkit y A Day To Remember. En definitiva, mucho más de lo que una banda novel puede llegar a imaginar. Alzado como el grupo más pop dentro del hardcore, el quinteto liderado por Ian Shelton ha pasado dos años cumpliendo todos los estereptipos de la rockstar: y a Shelton, educado bajo la filosofía straight edge, se le fue de las manos esto de molar.

“God Saves The Gun” es la consecuencia directa de un éxito mal gestionado. Su segundo LP narra su adicción y posterior desintoxicación del alcohol y otras sustancias. “Cuando ella me preguntó cómo habían ido las cosas, no quise ser dramático, pero tampoco quise mentir, y tuve que decir que las cosas no habían ido muy bien. Honestamente, he estado mal”, recita Shelton sobre una intro de violines en “Pt. II”, que pone un punto y final en el siguiente tema, “B A D I D E A”. En este último, la banda habla sobre no parar de “cometer errores” con “los ojos hinchados y la cara inflamada”, o sobre disculparse cuando ya es demasiado tarde. Shelton creció en medio de una infancia complicada: con padres alcohólicos, verlos recaer y volver a rehabilitación una y otra vez le bastó para convencerse de mantenerse, en gran medida, alejado del alcohol: algo difícil de cumplir en una gira mundial siendo el grupo del momento. Así, lo que parte de la idea de la autodestrucción se convierte, a lo largo del metraje, en una disertación sobre la persona horrible en la que Shelton se ha convertido en este par de años: “Solo sirvo para enfadarte (…) tírame a la basura”, canta en “Throw Me Away”, y “Wake Up And Smile” empieza con “otro día sin ganas de despertarme y sonreír (…) y tengo miedo de lo que vendrá después”.

Ese universo hipermasculino de rockstar acomplejada y problemática culmina emocionalmente hacia el final del álbum, con “I Won’t Murder Your Friend”, una canción dedicada a sus amigos en la que les promete no suicidarse. Escrita sin apenas secciones instrumentales (casi a modo de carta suicida), el tema termina con una outro rabiosa y un audio del pintor David Choe. También Isaac Brock (líder de Modest Mouse) participó en el disco haciendo una intervención o interludio distorsionado que sirve de transición a la canción “Thought You Were Waving”.

Con un tempo más bajo (en general) que en su primer LP, “God Saves The Gun” ahonda en la vertiente pop del quinteto para alejarse del post-hardcore que los encumbró. Así, “I Won’t Murder Your Friend” o la canción que da nombre al álbum, situada en el último lugar, se acercan al grunge de Nirvana, mientras que en “Wake Up And Smile” trasciende las fronteras de la banda con un arreglo de sintetizador, y “Daydream” se convierte en una balada acústica neoamericana. Lo único puramente hardcore, probablemente, sea “B A D I D E A”. La producción, más limpia y expansiva que en “Life Under The Gun”, deja respirar las guitarras y permite melodías más abiertas, si bien esa apertura no significa, necesariamente, un avance. Al contrario, el disco mantiene una crudeza emocional que lo acerca al cliché del “álbum de redención”. El resultado es un trabajo más narrativo que conceptual, donde cada canción parece un episodio de un proceso de rehabilitación sin final claro. En conjunto, “God Saves The Gun” funciona como un retrato honesto de la resaca postéxito. Ibuprofeno y a seguir. ∎

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