El idilio de Nathy Peluso con la salsa viene de largo: “PURO VENENO”, su primera incursión en el ritmo caribeño, ya brillaba en lo más alto del repertorio de “Calambre” (2020; mejor álbum argentino del año según Rockdelux). “MAFIOSA” subió la apuesta apenas un año después con una lección magistral que la mostraba empoderada en su reposicionamiento de la épica criminal de las grandes historias sobre maleantes de Héctor Lavoe y Willie Colón, con una mujer gobernando las calles. Y en “LA PRESA”, la única concesión a la salsa del demoledor “GRASA” (2024), Nathy contó con El Gran Combo de Puerto Rico para elevar aún más el calibre de su registro salsero con un apasionado alegato contra un amor claustrofóbico. Esos tres temas se cuentan entre lo mejor que ha grabado Peluso y no es extraño: su música está hecha para gozárselo y pocos géneros hay más dados al goce que la salsa.
Peluso es una fuerza de la naturaleza, dueña de una personalidad absolutamente arrolladora que jamás reniega del influjo de las reinas que vinieron antes que ella y que la han forjado: de Etta James a Erykah Badu; de Missy Elliott a La Lupe. Entre el eco de esas divas del hip hop, el R&B, el jazz o el bolero también se siente el estrépito del carnaval colorido de Celia Cruz y su salsa. Y quizá sea a la diosa cubana a quien más recuerda el poderío de Nathy: la clase de presencia imponente de la que es imposible apartar la mirada cuando agarra el micrófono y sube al escenario contoneándose; el tipo de mujer que revienta el molde de estrella que idearon para ella los hombres, siempre bajo su permiso, su tutela, sus expectativas, sus mentiras y sus líneas rojas.
“MALPORTADA” tiene mucho del espíritu ingobernable de Celia. En cuanto a su inspiración sonora, más que a la sabrosura de la leyenda cubana, estos seis temas remiten directamente a los grandes clásicos de la salsa de Puerto Rico, con Héctor Lavoe y Willie Colón a la cabeza y el resto de la escena de Fania All Stars y la diáspora puertorriqueña del Nueva York de los setenta. Nathy pasó un mes en Puerto Rico, encerrada en estudios de Naguabo y San Juan, invitando a músicos de la isla y trabajando en la producción con Manuel Lara y Servando Primera, que ya fueron decisivos en el sonido de “GRASA”.
Quizá no sea casual que Nathy haya decidido dedicar todo un proyecto a meter las manos hasta el fondo en la salsa ahora que el género ha vuelto a aflorar, saltando a la primera plana gracias a los últimos discos de Bad Bunny y Rauw Alejandro, como contrapunto al imperio del reguetón. Pero lo cierto es que Nathy llevaba dentro este disco desde el principio. Que lo soltase era solo cuestión de tiempo. Y puede que este sea el momento perfecto, porque sería difícil imaginarla más pletórica. Es un estado de gracia que ella misma parece manifestar antes de que dé comienzo la fiesta, aseverando “mami, una ni camina, ni corre, ¿eh? Una galopa”. Y lo hace, como bien proclama, a 300 kilómetros por hora, en “A CABALLO”. Verdadera experta en construirse a sí misma como un mito andante, Peluso remite en esta letra a las grandes historias de los clásicos de la salsa, con toda la gracia y la picardía de las que es capaz, como un reverso en femenino, pero igualmente fatal, de los tipos duros a los que cantaba Lavoe: “Su melena huele a cigarro y a jazmín / Lee su nombre en la magazine / Sabe que está en problemas”. En tacones, sin grandes aspavientos, ni puñetazos en la mesa, ni gritos, sus golpes son mucho más letales: “Por las calles de Manhattan va aplastando to’as las ratas”.
Hubiera sido imposible arrancar este disco de una manera más brutal, con esa base pesada y sintética cayendo sobre el estribillo como un Cadillac rodando por un barranco y esa parte rapeada (“Escandalosa, irreverente / 24 quilates en los dientes”), pero “A CABALLO” es la única concesión a la violencia en este “MALPORTADA”. De hecho, Nathy prefiere ponerse sentimental en buena parte de la secuencia del EP para honrar el legado de la salsa romántica de Frankie Ruiz y Gilberto Santa Rosa, actualizándolo, en “INSENSATA”, la deliciosa “NO ES OTRA CANCIÓN ROMÁNTICA” y “ÁNGEL”, como ya hizo en “EROTIKA” a principios de año.
Arrebatadora, amazónica y prendida, Nathy se junta con el cantante de Rawayana en el rincón de los castigados en el tema que da título al EP en otra demostración de hasta qué punto es capaz de hilar fino, finísimo, cuando se trata de letras, interpretación y swag. Lo hace igual de bien sintonizando la frecuencia de onda de “Siembra” (1978) de Willie Colón y Rubén Blades en “QUE LLUEVAN FLORES” en un alegato por el derecho a la alegría que deja otra de esas frases de oro: “Hay que saber tratar a la violencia / Y dominarla con indiferencia”. Nathy Peluso, cada vez más jefa. ∎