Álbum

Nick Lowe & Los Straitjackets

Indoor SafariYep Roc, 2024

75 años ha cumplido Nick Lowe. Lo cierto es que por su aspecto trajeado, su clasicismo musical y, sobre todo, su pelo blanco de zorro plateado, hace años que aparenta más edad de la que tiene. En 2001, en la portada de “The Convincer”, ya lucía ese aspecto y contaba con 52 años –PJ Harvey tiene actualmente 55 y Thom Yorke 56–, y tampoco era tan mayor cuando publicó “At My Age” (2007), pese a la referencia del título y sus elegantes canciones de crooner. Algo así debió de pensar él mismo cuando tras publicar “Quality Street. A Seasonal Selection For All The Family” (2013) decidió salir de gira con la banda de surf y rock and roll de Nashville Los Straitjackets, conocidos por rockear con clase y ferocidad bajo sus máscaras de lucha libre mexicana. Siguieron girando pese a no publicar ningún LP, pero desde 2018 empezaron a grabar a salto de mata singles recién compuestos por Lowe. No excesivamente satisfecho con el resultado de las espontáneas grabaciones, decidió juntar de nuevo a la enmascarada banda para regrabar nueve de dichas canciones, añadir un descarte del citado “The Convincer” –la romántica “Different Kind Of Blue”– y dos canciones nuevas. La primera de estas abre el disco y contiene su título en un verso. Se trata de “Went To A Party”, en la que recupera el espíritu de The Kingsmen o de revisitadores del garage sesentero como The Fleshtones; canción tan animada como la fiesta que narra, en la que un supuesto fan lo confunde con Robyn Hitchcock, otro insigne de pelazo albino. El toque de humor, marca de la casa, también está presente en la otra nueva, un alegre medio tiempo titulado “Jet Pac Boomerang”, con guiño al “Please Please Me” de The Beatles en el último verso.

Las regrabadas se mueven entre el animado rock’n’roll de “Love Starvation” o un “Tokyo Bay” que coge la pujante ola sobre una insinuante guitarra de sonido twang. Hay también amplio espacio para el Lowe más melódico, el que se fija en grandes baladistas como Roy Orbison, Buddy Holly o Ricky Nelson. Precisamente, hace una magistral versión de “Raincoat In The River” popularizada por este último (cantada antes por Sammy Turner). La otra versión del lote es “Quiet Place”, de Garnett Mimms & The Enchanters, un medio tiempo con sabor a aquellas bandas o artistas de aterciopelado soul como The Drifters o Arthur Alexander. La grandeza de Lowe, o una parte de ella al menos, reside en su capacidad de componer de su puño y letra melodías que parecen tan clásicas e inmortales como las versionadas. Si en los sesenta hubieran existido “Lay It On Me Baby” o “Don’t Be Nice To Me”, podrían haber lucido sin problema en un recopilatorio con lo mejor del pop, el doo-wop y el soul de aquellos años.

Otro hito en la carrera del otrora yerno de Johnny Cash es “Trombone”, una oda a ese instrumento de viento cuyo sonido le rebaja las penas en los momentos más duros. Sin usarlo en el tema, es capaz de evocar su honda melancolía en el estribillo. El caso es que, rodeado por una banda de rock o de una orquesta de viento y cuerdas como en su etapa crooner, o de un grupo de vibrante y eléctrico pop como en sus primeros años como solista, o con Rockpile, el inglés siempre transmite elegancia, soltura y una capacidad para mimar letras y melodías que está al alcance de muy pocos. Si nos invitaran a la misma fiesta del “safari de interior”, aun siendo también fans del segundo Hitchcock más famoso de la historia, ni con los pies redondos y las gafas empañadas lo confundiríamos con el Jesús del cool. 

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