Reedición

Nirvana

In Utero. 30th Anniversary EditionGeffen-Universal, 2023

Cuando se habla del término “difícil tercer disco”, seguramente no haya caso más elocuente que el vivido por Nirvana tras haber provocado el terremoto más significativo de los años noventa en la industria musical con “Nevermind” (1991). En este sentido, “In Utero” (1993) fue la continuación más honestamente posible para un grupo que, en aquellos momentos, tenía vía abierta para encarcelarse en la prisión creativa del megamainstream. Sin embargo, no fue así. Ni mucho menos.

Treinta años después de su publicación, el álbum de “Rape Me” (inolvidable su utilización en una escena cumbre de “Succession”) suena más bien como una afrenta contra la industria musical de aquel momento. La elección de Steve Albini como productor es uno de los hechos que mejor definen la idiosincrasia de un tratado de crudeza power chord al que, tal como sucede con los dos LPs anteriores del grupo, el paso del tiempo le ha sentado de maravilla. Quizá sea por mera comparación con la larga temporada de secano vivida en los cultivos punk rock del siglo XXI o por la propia grandeza que exhalan cortes como “Serve The Servants” y “Milk It”, e incluso por los cinco temas extra que ofrece la versión económica de esta reedición.

Para los más fanáticos, decir que existe la opción de hacerse con la otra alternativa, un boxset compuesto de ocho vinilos y varios anzuelos más por un precio de 300 euros. O lo que es lo mismo, una inversión avalada por dos conciertos inéditos en Los Ángeles y Seattle –además de tomas en Roma, Springfield y Nueva York– que sirve como obituario discográfico oficial de Kurt Cobain (1967-1994) y también de un grupo que se convirtió en la postrera demostración real del poder exhibido por una formación rock en el siglo XX.

Todos los posibles ejemplos que vinieron después, ya sean The Strokes o The White Stripes, no fueron más que un revival de diferentes generaciones llevados a cabo con mucho estilo, pero refritos, al fin y al cabo. Lo que muestran discos como “In Utero” es un hecho irrebatible: Nirvana vivía con la ambición innata por quebrar los consensos de gusto musical de las masas. Pura provocación en el corazón de la bestia que los llevó a quedarse lejos de las más de diez millones de copias vendidas con “Nevermind” en Estados Unidos, aunque, eso sí, superaron la nada desdeñable cifra de cuatro millones.

Más allá de la potente promoción que recibió el disco en su momento, quizá este sea uno de los milagros discográficos más plausibles que se recuerdan en la historia del rock, la de este hermano discográfico deforme de “Nevermind”, repleto de taras que suenan a gloria. Tradición punk neopsicodélica heredada de los memorables años ochenta del rock underground norteamericano. Los mismos de los que “In Utero” recoge el testigo para convertirse en portavoz oficioso de toda una generación anterior, con ejemplos de referentes como Hüsker Dü y The Replacements, que en su momento también ficharon por majors, pero que fracasaron en su intento de llegar al gran público.

Escuchado tres décadas después, “In Utero” es la prueba fehaciente de que las reglas del juego podían cambiar. Incluso con el condicionante de tratarse de una especie de “Closer” (Joy Division; 1980) particular para Cobain, que en este trabajo realiza un acongojante ejercicio de sinceridad, pleno de fantasmas y pistas de su inminente tragedia personal.

Adentrarse en este disco es como ser testigos del comienzo de una cuenta atrás que sigue conmocionando como el primer día y que suma puntos a la complejidad de una serie de canciones de perfiles rugosos y corazón punk desbocado. Lo que se entiende como un vómito sin filtros al cual siempre poder recurrir cuando se nos acabe la paciencia ante la mediocridad reinante de todos los que intentaron portar la corona que, aun sin querer, llevaron ellos durante la primera mitad de los noventa. ∎

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