Álbum

PainKiller

The Great God PanTzadik, 2025

La insólita reunión de los músicos John Zorn, Bill Laswell y Mick Harris, que a principio de los noventa creó Pain Killer –actualmente escrito PainKiller–, levantó un impensable puente entre la vanguardia más desquiciada del jazz y los extremos más extremos (valga la redundancia) del rock underground.

Aquel proyecto siguió adelante con más grabaciones (de estudio y en directo), pero con interrupciones temporales y la participación esporádica de otros músicos (¡hubo hasta una breve aparición de Fred Frith en 2008!). Incluso se produjo el abandono de Harris entre 1999 y 2008, período en el que lo sustituyeron el percusionista estadounidense Hamid Drake o el japonés Yoshida Tatsuya, líder de Ruins.

El trío original “resucitó” el pasado 29 de noviembre –treinta años después de la última grabación de estudio de Zorn, Laswell y Harris– con “Samsara” (2024), publicado en el sello propiedad de Zorn. Lo que pocos podíamos imaginar es que la resurrección del grupo iba a ser tan prolífica en tan poco tiempo: tras “Samsara”, en febrero se publicó “The Equinox” (2025) y hace pocas semanas apareció una tercera grabación, “The Great God Pan”, que es la más sorprendente de esta trilogía de álbumes recientes, por el notable cambio de dirección hacia un sonido más atmosférico e introspectivo.

El título del disco se inspira en la novela de terror homónima de Arthur Machen, publicada en 1894. La novela comienza con un experimento en el que un tal Dr. Raymond utiliza a una joven llamada Mary para adentrarse en el mundo sobrenatural. Tras esto, comienza a investigar la relación entre varias muertes en extrañas circunstancias acontecidas en la Inglaterra victoriana. En el momento de su publicación, la novela fue calificada por la prensa como degenerada y denunciada por su contenido sexual implícito, hasta que hace unos cien años la obra de Machen empezó a revalorizarse y se ha convertido en un auténtico clásico del terror. Y el álbum parece haber querido convertirse en su hipotética banda sonora, ahondando en una atmósfera fantasmal.

Las dos extensas composiciones, “Ercildoune” (24’ 38”) y “Secret Sins” (20’ 45”), tejen un tapiz de texturas melancólicas y pasajes tenebrosos, más ambient que noise –pero noise ambient, en cualquier caso–, creando una experiencia envolvente que contrasta con la energía más agresiva de los dos trabajos inmediatamente anteriores. El disco consigue trasladarnos a lo que parece un ambiente de pesadilla, partiendo, sobre todo, de las inquietantes melodías que Zorn crea al saxo –pese a que en “Ercildoune” no se desgañite en sus conocidos arrebatos de furia desquiciada–. El paisaje sonoro –sin baterías ni ritmos: lo que genera Harris es un magma electrónico– es a la vez desasosegante y cautivador, y atrae al oyente como el legendario canto de las sirenas, tratando de atraparnos con sus enigmáticas voces y sumergirnos hasta profundidades abisales.

Para quienes estén acostumbrados a las propuestas más intensas del trío –o de cada uno de ellos por su lado, sobre todo lo que tiene que ver con Zorn y los proyectos más recientes de Harris, Fret y HedNod–, que no se lamenten: en “The Great God Pan” van a encontrar una vía menos “directa” para hacer saltar el cerebro en pedazos, pero el reto ofrece como recompensa una música que jamás podríamos calificar ni como “meditativa” ni como “atmosférica”… aunque emplee ambos conceptos de una forma relativa, lo que también sirve para ilustrarnos sobre lo taimado que puede ser el demonio a la hora de confundirnos. ∎

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