Bendita madurez la de Pet Shop Boys. Pasan los años, las décadas –recuerden que “West End Girls” se publicó en abril de ¡1984!–, pero Chris Lowe y Neil Tennant parecen no perder su pasión por la música, buscando siempre nuevos ángulos para enmarcar sus fotografías de pop inteligente. ¿Nuevos? Es un decir: convertidos en un estilo en sí mismos –imitado pero inimitable–, el dúo maravillas lleva toda su carrera haciendo equilibrios en la fórmula melancolía + euforia sin que esta parezca secarse por completo.
“Nonetheless”, su primer álbum en cuatro años, rompe con la trilogía “Electric” (2013), “Super” (2016) y “Hotspot” (2020), grabados bajo la supervisión de Stuart Price y labrados en el ADN más dance de Tennant & Love: para este “Nonetheless” han contado con los servicios de James Ford, que no para: los últimos largos de Arctic Monkeys, Depeche Mode, Jesse Ware, Blur y Beth Gibbons, entre otros, llevan la firma del músico y productor de Staffordshire.
Lo más notable de la opción de Ford se palpa en la decisión de que las diez canciones del álbum están totalmente orquestadas, y el Elysian Collective despliega violines, violas, chelos, arpas e instrumentos de viento a lo largo de todo el recorrido, dándole a las composiciones un aire suntuoso y lírico que en ningún momento se desploma en el abismo grandilocuencia hueca: el inicio, con “Loneliness”, es el perfecto ejemplo de este maridaje entre electrónica e instrumentos “reales”, una canción que captura la esencia PSB y que entra por derecho propio en la capilla de los clásicos del dúo, una píldora de sabor amargo (“Hay una pelea mejor / una causa cercana a mi corazón / la lucha contra la soledad / te está destrozando”) y notas de cálida nostalgia (esa referencia a Ringo Starr: “Como Ringo caminando por el canal / abatido y solo / te estás tomando el tiempo para desempeñar ese papel”).
Porque líricamente, sí, “Nonetheless” es un disco muy marcado por el paso del tiempo, por la añoranza de instantes pasados, por la morriña de lo que fue y ya nunca volverá: solo hay que detenerse, por ejemplo, en la magnífica polaroid que mira al Hollywood clásico en “A New Bohemia” (“Como estrellas de cine mundo / en el Hollywood de los años sesenta / nadie sabe quién eres / en el barrio hípster tu único amigo es el recuerdo de un sueño / caminando por el Strip / buscando la última escena”) o en el daguerrotipo que captura la fuga de Rudolf Nuréyev a occidente en 1961 en la moderadamente eufórica “Dancing Star” (“Saltó la barrera en el aeropuerto de Orly /… / cogió a todos los chicos de la KGB por sorpresa / pensaron que nunca te atreverías / … / rompiste las reglas una y otra vez / un talento ardiente / un alborotador entre hombres sombríos”).
Pero la cumbre de este personalísimo bloc de recuerdos se halla en “New London Boy”, posiblemente de lo más autobiográfico que ha salido jamás de la pluma de Tennant, recuento de sus primeros años londinenses –“todos bailando a Roxy y Bowie”– encajado en una partitura serena (y con rapeado en el intermedio): “Un nuevo chico en Londres / como tantos otros / … / buscando atención y libertad / y a las personas que puedes impresionar / ¿son chicos o chicas? / ¿son todos gays? / ¿me estoy engañando a mí mismo? / ¿iré hasta el final?”.
“The Secret Of Happiness”, puro Burt Bacharach, y “Bullet For Narcissus”, con elegantísimo riff guitarrero a lo New Order, son otros momentos a almacenar de un álbum sobresaliente que dignifica el tópico ese de “bailar con lágrimas en los ojos” y que finaliza con la elegía de “Love Is The Law”, solución y condena del motor de la vida: “El amor es la ley / pero no puedes regularlo / el deseo es tan fuerte / que no podrás moderarlo”.
La versión deluxe incluye el EP “Furthermore”, con cuatro nuevas revisiones, grabadas este año, de “Heart” , “It’s A Sin” (ambas de “Actually”, 1987), “Being Boring” (de “Behaviour”, 1990) y “Always On My Mind” (de “Introspective”, 1988). ¿Innecesario? Pues sí, aunque también, seguro, un guiño a algunos de los grandes logros de su carrera con los que “Nonetheless” quiere (y puede) trenzar lazos. ∎