Álbum

Phantogram

Memory Of A DayNeon Gold, 2024

Resulta cuando menos misterioso que el nombre de Phantogram no se maneje con mayor facilidad en mayor número de ambientes. Debería ser así por su mezcla magnética de synthrock, puro pop, hip (y trip)hop, shoegazing o psicodelia, siempre envuelta en un halo cinematográfico. O por la voz carismática de Sarah Barthel, invitada por Miley Cyrus a su loco “Miley Cyrus & Her Dead Petz” (2015). O, simplemente, por la cantidad de series y videojuegos en los que han sonado. O, sobre todo, por las canciones, que tenerlas, las tienen: “When I’m Small”, “Nothing But Trouble” (favorita personal de la vida), “You Don’t Get Me High Anymore” e “Into Happiness” son las más indiscutibles de sus cuatro primeros discos.

Pero esa popularidad masiva tan merecida no llegará con el quinto, “Memory Of A Day”, de ganchos melódicos indudables, pero también sonido (gozosamente) ruidoso, con sintes llenos de fuzz o cajas de ritmo distorsionadas; una poción sonora cocinada de nuevo por Barthel y su socio creativo Josh Carter en alianza con el (super)productor John Hill, que faltó a la cita de “Ceremony” (2020) pero vuelve a ser aquí su mejor aliado.

El álbum arranca bruscamente, como un viaje en la Space Mountain, con cajas y timbales que pegan fuerte y lo que parece un sintetizador imitando un grito. Suena “Jealousy”, canción sobre no querer compartir (“si yo no lo tengo, nadie lo tendrá”) que niega eso que ha ido comentando el grupo de un disco con sonidos “coloridos”. La justo posterior “It Wasn’t Meant To Be” los tiene (suena a Bibio hiperactivo, o a regreso de Frou Frou), pero es una rareza en el conjunto y ni siquiera complementa esa paleta sónica pizpireta con letras optimistas, sino sobre relaciones que sacan lo peor de nosotros. En la soul y doo-wop “All A Mystery”, el aire animado, el suave balanceo, tiene su contrapartida en una letra sobre las cosas que hacemos aunque no debamos. Phantogram serán tristes o no serán.

En cualquier lugar, el primer verdadero impacto llega con “Attaway”, power ballad musculosa y ruidosa en la que subliman el truco del falso final, que después vuelven a ensayar con éxito en “Move In Silence”. Algo más adelante llega otro tema espectacular, “Come Alive”, con un glorioso estribillo en dos partes y una base instrumental que invita a buscar el mando de PS5 más cercano. Esta vez sí, de acuerdo, la letra es positiva, de resurgimiento. Cerraría la tríada más estelar “I Wanna Know”, básicamente un largo crescendo que alcanza su punto álgido de caos futurista a partir de 2:45.

Algo menos redondas, pero con sus detalles para recordar, son “Feedback Invisible” (con aparente guiño al arranque “Once In A Lifetime” de Talking Heads, en lo que casi suena a sample), “Ashes” (lo mejor es el puente, ese desgarrado “Am I good enough? / Am I good enough? / For You”) o ese tema titular en el que Carter arrebata la voz principal a Barthel, como haría Martin Gore a Dave Gahan en un disco de Depeche Mode, y además… para cantar con un estilo bastante Gore. ∎

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