Guitarras, teclados, xilófonos, coros celestiales. Todos los elementos resultan válidos cuando el objetivo es mejorar el resultado final de la canción. En las de Puzzles y Dragones el pop aparece como un impulso vital y una razón de ser. Un pop naíf que busca su lugar en el mundo entre “Abismos y sombras”, aunque no por ello su discurso es liviano. También surgen cuestiones capitales en “Gente mayor” y “La advertencia” –donde habla la voz de la experiencia–, así como el bienestar en “Rubén y Andrea” o la desolación que transmite con su texto “El vacío no se puede llenar”. Pero la música suena brillante. La producción saca músculo a las canciones y las dota de entidad.
En este segundo larga duración, la fórmula de la banda madrileña gana en preciosismo, en arreglos y en la búsqueda del acabado perfecto. Podemos intuir su arraigo con la tradición del pop independiente británico de grupos como The Field Mice y sellos como Sarah Records o el estadounidense Cloudberry. También revolotean en la atmósfera elementos de jangle pop y sunshine pop, pero cantan en español y eso les aporta naturalidad. “La distancia está cerca” conecta con una banda mítica como La Dama Se Esconde. Ellos reconocen la influencia de Los Secretos, y es cierto que sus melodías se impregnan del sonido de la escena de los ochenta, pero sin buscar referentes concretos en la nueva ola madrileña. La nostalgia preside el conjunto. Y creer que todo se perdió en el pasado. Desamor y desencuentros, sin cerrar la puerta al imprevisto.
En “Los días sin final” esgrimen nostalgia y cantan: “Recuerdo que dijiste que la tristeza es felicidad / que ha quedado atrás”, mientras un violín apuntala los recuerdos y los empaña de lluvia fina. Contrasta con el brío de “Facebook”, aunque ahí flota el espíritu del Donosti Sound mientras vemos en stop-motion cómo ha pasado el tiempo dejando un rastro doloroso. Pero todo radica en el dilema ¿“viejoven” o boomer? Miradas de alguien que se lamenta por lo que no fue. Once canciones que vuelan en el universo melódico y alcanzan momentos espléndidos. El pop que exhiben apunta alto. Puzzles y Dragones traen melodías de ensueño, fábulas y otros accesorios dignos de trasladarte allí donde, si todo se quiebra, que al menos la música nos salve. El disco acaba con los versos “yo sé lo que me decías / no dejes pasar los días / llevo años esperando y mi tiempo está acabando”, registrados en una grabación maquetera en modo mono. Estos recuerdos resultan brillantes estampas de otra época, o del arraigo, del enganche al pasado. Mientras Puzzles y Dragones miran hacia este último, proyectan sus canciones hacia la inmensidad del tiempo y se perpetúan en la misión de construir un cancionero de rabioso presente. ∎