Álbum

Rauw Alejandro

Cosa NuestraSony, 2024

Definitivamente no ha sido un gran año para la música latina. Dominada de nuevo por la indeterminación comercial de la fórmula colombiana (llevada en 2024 a la máxima potencia por Karol G), a la que ahora además se ha sumado una nueva indeterminación urbana con denominación de origen argentina, ¿dónde quedaron esos años en los que PR apadrinó lo que fue, y ya no parece ser más, una verdadera nueva edad de oro del pop latino vía reguetón, dembow y saltarse todas las reglas de una industria acomodada? Como si la retirada de Daddy Yankee y el silencio de Bad Bunny (en su primer año sin sacar música de forma consistente desde 2018) hayan drenado el espíritu y orientado todo esfuerzo al imperio del dólar. Quizá los tres discos puertorriqueños que a priori venían con más expectación este año eran el de Jhayco, el de Young Miko y este de Rauw Alejandro, y sin tener nada que ver todos flaquean en el mismo aspecto: se sienten formularios, pero sobre todo son como esas cartas de restaurante demasiado largas. Los momentos de genialidad, los platos estrella, se pierden entre tanta necesidad de diversificar su presencia en playlists, aunque los beats no opten siempre por lo funcional y conocido y se aventuren hacia lo que está por conocer.

En el caso de Rauw la cosa llega a tener incluso un poco de delito, porque todo en “Cosa Nuestra”, desde su propio título (compartido con el que fue el primer gran éxito de Fania, el cuarto álbum de Willie Colón & Héctor Lavoe, en 1969) hasta ese arranque salsero que reinterpreta el “Que lío” (precisamente de Colón & Lavoe) o una versión del clásico salsero de Frankie Ruiz “Tú con él”, está construido como un homenaje a la salsa y, sobre todo, a la cultura de la salsa y sus raíces nuyorriqueñas. Un concepto elevado y constringente que luego se traduce en un disco que apenas la surfea, y que sin embargo sí sigue proponiendo una versión relativamente experimental y alternativa de la fórmula latina. Lo peor de todo es que “Cosa Nuestra” es realmente un gran disco. Lleno de ideas que funcionan. Pero lo sería más si Rauwleto no hubiera sentido de repente esa necesidad de intelectualizar su discurso, justificarse en plan Beyoncé y ponerse de un serio que no le pega, cuando realmente esto tiene más que ver con una telenovela en la que, obviamente, tiene sentido cualquier arranque por salsas románticas y despechadas.

Quizá es que el cuarto trabajo del puertorriqueño está sobrevolado en todo momento por la sombra de Rosalía y responde a ese impulso tan humano de querer impresionar a tu ex, cuya figura parece intuirse en su portada, de espaldas y en una pose de nostálgica despedida. Y no es obsesivo, lo juro. Hay momentos en los que casi cree uno que está escuchando su voz (al menos su intención vocal y melódica): ese final vocoderizado de la bachata deconstruida que es “Amar de nuevo”, el subidón en la última estrofa de “2:12 AM” o ese pequeñísimo coro en “Khé?”. En cualquier caso, “Cosa Nuestra”, más allá de la salsa, es una excelente continuación de “Saturno” (2022) –especialmente en su último tercio, más orientado a formas synthpop– y elabora aún más los preceptos que han ido definiendo a Rauw, adoptando producciones electrónicas y modismos R&B para plantear siempre caminos nuevos en el reguetón y en esa nueva idea de pop latino con vocación global.

En general hay una intención experimental en prácticamente todos los beats del álbum, e incluso en los temas más genéricos, como “Revolú”, se percibe la intención de probar cosas nuevas. En “Déjame entrar” lo que parecen unos afrobeats inofensivos de repente revelan detalles de Venezuela en ida y vuelta, y todo culmina en un drop dembow. Sin perder una esencia propia, ciertamente cibernética, consigue adaptarse perfectamente a un reguetón viejito de la mano de Alexis y Fido en “Baja pa’ acá” y al estilo inconfundiblemente profundo en todos los sentidos (del beat clínico y sumergido a esa letra que hace trascendental lo más vulgar) de Bad Bunny en “Que pasaría…”. Y a Romeo Santos le saca solo un poco de su zona de confort en “Khé?” (ese saxo inicial) para un bolero que se construye formalmente con elementos de bachatón.

Más brillante aún es “Committed”, producida e interpretada junto a Pharrell Williams, también un bolero, pero esta vez orquestal, que dialoga con Miami o Nueva York y en el que podrían sumar tanto SZA como Kali Uchis. O la que quizá es la mejor canción del álbum, “Mil mujeres”, un merengue juguetón con propulsión tech que al final se sumerge en los territorios experimentales del hyperpop y del pop deconstruido hasta romper en un breakbeat. En este tour de force Rauw es siempre turista respetuoso, pero no deja de ser turista, y aunque incluso las bajadas al trap (esa joyita con detalles cloud que es “Espresso Martini” o “IL Capo”, que casi parece una continuación del “Mónaco” de Benito y que es la única canción del disco en la que Rauw, modo C. Tangana, consigue dar bien la percha de oscuridad y elegancia mafiosa que tanto perseguía) tienen su sustancia, son demasiados los géneros y demasiada la dispersión. Más de una hora de película, un tema disco de vibra city pop latino (“Touching The Sky”), toques de EDM, un cameo de Laura Pausini en la versión grabada de “Se fue”, el mítico tema de la italiana que ya cantaron juntos en los Latin Grammy de Sevilla en 2023… A todas luces, demasiado. Si hay hasta un intento de rapear en “Ni me conozco”, que en su inicio R&B sin embargo tiene una de las mejores melodías del disco: es solo una de las pequeñas contradicciones de un trabajo que es una contradicción en sí misma.

Pero aunque Rauw Alejandro, en fin, no consiga ponerse del todo en las calzas de ese galán latino enamorado de Sinatra, entre el cantante de salsa y boleros y el traficante mafioso, entre Colón y Lavoe, entre Luis Miguel y Marc Anthony, ni haya logrado centrar su atención para perfeccionar un sonido que ya le es propio, lo cierto es que “Cosa Nuestra” sigue demostrando que, más que un gran cantante, Raúl es una mente musical inquieta y con ganas de aprender. Qué seríamos los seres humanos sin nuestras contradicciones. ∎

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