La gran diferencia entre Michael Bublé y Richard Hawley es que este último no se queda en las formas –en el tupé y la brillantina–, sino que intenta llegar al meollo de la nostalgia. Desprende una sensación de paz, de pasado donde las cosas no funcionaban perfectamente pero tal vez mejor que hoy, de túnel del tiempo y compasión; sin necesidad de actitud, porque es de una ciudad de provincias como Sheffield.
El nuevo trabajo es continuista –sin rupturas ni novedades destacables–, y sin embargo no solo no aburre sino que resulta adorable. Sigue la tónica de las portadas y, al igual que las anteriores –exceptuando la de la moto de
“Lowedges” (2003)– eran un bingo y una cafetería, Richard posa delante de Coles Corner, el equivalente de Sheffield a nuestras puertas de El Corte Inglés: donde se encuentra la gente, citas a ciegas, amigas que van a tomar un café mientras se cuentas sus cosas, padres sin la custodia anhelando ver a sus hijos y parejas de las de antes que se han citado para consolidarse, gozar en el cine –incluso viendo el filme– o simplemente romper. Con su sempiterna desazón vocal a lo Roy Orbison –las canciones
“Coles Corner” y
“The Ocean” son sencillamente perfectas–, sus estructuras melódicas de Buddy Holly –ídem con
“Hotel Room”–, su ternura marchita similar al cine de Chaplin y un ramo de flores en la mano, este pequeño gran músico nos vuelve a romper el corazón. ∎