Rufus Wainwright había versionado el “One Man Guy” de su padre Loudon Wainwrigt III en su segundo álbum, “Poses” (2001). Recreó el concierto de Judy Garland de 1961 en el Carnagie Hall en “Rufus Does Judy At Carnegie Hall” (2007) y “Rufus Does Judy At Capitol Studios” (2022), con piezas de Richard Rogers & Laurenz Hart, George e Ira Gershwin, Harold Arlen, Irving Berlin, Noël Coward y compañía. En “All Days Are Nights. Songs For Lulu” (2010) y “Take All My Lovers” (2016) utilizó los textos de varios sonetos de William Shakespeare. En “Northern Stars” (2020) rindió tributo a influencias evidentes –y otras que no tanto– versionando canciones de Leonard Cohen, Joni Mitchell, Arcade Fire y Neil Young. En “Roadtrip Elegies. The McCabe’s Live Session” (2020) volvió al cancionero americano de Berlin (“Check To Check”) y Cole Porter (“Night And Day”), pero también afiló el arte de la versión con temas de Mina, Burt Bacharah, Bob Dylan y Randy Newman. En “Folkocracy” (2023) mezcló a Young con Moondog, Franz Schubert y varios temas tradicionales de folk, country y bluegrass.
Era raro, muy raro, que alguien como Wainwright no se hubiera atrevido aún con el temario de Kurt Weill (1900-1950). Cuando el amigo de él y de toda su familia, Hal Willner (1956-2020), confeccionó “Lost In The Stars. The Music Of Kurt Weill” (1985), Rufus tenía solo 12 años; luego ya pudo participar en los tributos willnerianos “Stormy Weather. The Music Of Harold Arlen” (2003) y “Leonard Cohen, I’m Your Man” (2006). El título escogido para su disco de versiones de Weill está tomado de uno de los temas de este, “I’m Stranger Here Myself” –del musical de 1943 “One Touch Of Venus”, con libreto de Odgen Nash–, que también adoptó como frase propia el cineasta Nicholas Ray y fue utilizado para titular el documental sobre este director realizado por David Helpern en 1974. Yo también soy un extraño aquí, o soy un extraño de mí mismo, sentencia que definiría la diáspora de Weill de Alemania a Estados Unidos, la de Ray de Hollywood a Europa y también la de Wainwright en ciertos momentos de confusión personal en la etapa adolescente y joven. A diferencia de los discos de tributo a Judy Garland, a quien consideraba tan cercana, Wainwright se vuelve más serio y subtitula el álbum con su apellido y el de Weill; nada de Rufus y Kurt.
“I’m Stranger Here Myself. Wainwright Does Weill” fue registrado en directo en el Café Carlyle de Nueva York, en mayo de 2023, con el acompañamiento de la Pacific Jazz Orchestra dirigida por Chris Walden. Los arreglos son precisos y preciosos, el ornamento de un tiempo pasado que sigue vigente, pues las piezas de Weill son realmente imperecederas, como la voz de Garland o la música de Cohen. Wainwright no remodela. Se siente siempre cómodo modelando casi de forma artesanal, viajando al pasado como si estuviera cantando en un cabaré de la Alemania de entreguerras o en un escenario de Broadway de los años cuarenta o cincuenta. El disco tiene algo de previsible antes que de inesperado. Por ejemplo, abrir con “September Song” y no guardársela para el final, ya que el desenlace es un esperado y deseado encadenado de las otras composiciones posiblemente más emblemáticas de Weill, “Surabaya Johnny” y “Mack The Knife”. En todo caso, Wainwright renuncia al tema de Weill con Bertold Brecht más querido por los rockeros desde que lo adaptaran The Doors y David Bowie, “Alabama Song” (o “Whisky Bar”).
Es ante todo un homenaje cariñoso. Rufus se extiende a placer con “Matrosean Song” y muestra su versión más lírica en la interpretación de “It Never Was You”, esta con letra de Maxwell Anderson, sensacional en los dibujos del piano y el crescendo de cuerdas y vientos. Viaja por el tiempo en una estela plateada hasta el jazz orquestal transformado en blues estándar de “The Saga Of Jenny” –uno de los temas con letra de Ira Gershwin para el triste musical de 1941 “Lady In The Dark”– y alcanza la cota álgida en francés con “Youkali” y sus aires de tango arrabalero, ese viaje soñado a un país utópico, mítico, refugio de placer y de deseo, que Weill escribió en 1934 para el musical “Marie Galante”. Es uno de los temas más hermosos del compositor y uno de los que mejor interpreta Wainwright, aportando hacia el final unas trompetas fronterizas sin desvirtuar nunca la mezcla entre tango y habanera del original. En francés muestra igualmente toda su desnudez melódica con “Je ne t’aime pas”, una pieza compuesta para la cantante de music hall Lys Gauty (Alice Gauthier) e interpretada aquí solo con voz y piano. Modifica un poco el tono de “Surabaya Johnny”, acercándose más a Marlene Dietrich –de quien algún día debería hacer uno de sus tributos– que a Lotte Lenya, la cantante y esposa de Weill. Juguetea con una ensoñadora “Mack The Knife”, interpretada en alemán e inglés, y solo en “Zuhälterballade” acepta el dueto vocal (con Viola Odette Harlow).
Teatro, jazz, cabaré, blues, crooner, orquestaciones clásicas… Donde mejor se siente y se desenvuelve Wainwright, cantando en inglés, francés y alemán, invocando la genialidad de Weill con los aires de una pop star con orquesta o el intimismo del piano. El disco se completa con “Lost In The Stars” interpretada junto a la Metropole Orkest –una orquesta de jazz, big band y música sinfónica de los Países Bajos–; otra lectura de “Surabaya Johnny” con voz y piano, y un medley incluido solo en la edición digital y formado por “My Ship” y “Speak Low”. Wainwright no canta y las letras de Ira Gershwin y Ogden Nash para estas soberanas canciones quedan fuera del espacio y del lugar; queda solo la música de Weill ejecutada con mimo por la Pacific Jazz Orchestra con Wainwright de mero y alegre espectador. ∎