Álbum

Ruiseñora

Auroraraso., 2025

“No aspiramos a la farsa, hemos venido a cantar, Ruiseñora nos llamamos y no pensamos dejar esta vida de feriantes para contar nuestra verdad”. Lo dicen en “Bulería de feriantes”, último single extraído de “Aurora”, el nuevo álbum de Ruiseñora. Que uno considere verdadera su propia verdad, además de lícito y redundante, puede convertirse en un acto de solipsismo en toda regla, pero en el casamiento posmoderno de la copla y el tecno-pop deberíamos afinar menos si no queremos emprender lo que Fernando Fernán Gómez llamó es su día un viaje a ninguna parte. Verdad que no es filosófica ni racional, sino castiza y sentimental.

No es sencillo encontrar un hueco específico dentro del revivalismo folclórico en el que suele encuadrarse la música de Ruiseñora, “movimiento” sin cuartel general –tenemos una tierra demasiado rica en sonidos, acentos y tradiciones–. Atilio González –Los Lagos de Hinault– y Elia Maqueda –Espiritusanto– han encontrado el suyo propio y en él se acurrucan sin complejos, como demuestran con la versión que han incluido en “Aurora” de “Dos cruces”, uno de los boleros más dramáticos del bilbaíno Carmelo Larrea. No es sencillo superar las de Miguel de Molina –la primera–, María Dolores Pradera o José Feliciano –recomendamos también la de Niño de Murcia–, pero la lectura radiante y minimalista de Ruiseñora es una de las buenas. Perdonadles, ortodoxos.

El disco también contiene canciones de pop sin tonillo, como la misma “Aurora”, de temática similar al “fullmoon” de Ryuichi Sakamoto y Paul Bowles –cierto es que ver una “aurora arder” es menos común que la mensual luna llena, pero Ruiseñora trasmiten un sentimiento parecido–, la coral “Déjalo arder” –Elia canta como los ángeles, Atilio con vocoder, los pajarillos sampleados como nadie y todos ellos con Mané López, de Buenatarde–, la nómica “Para no olvidar” –con Carmen Maqueda– o la panorámica “Agua seca” –lo mejor del disco junto a “Aurora”–. Pero son las miniaturas “Salve serás” –de breakbeat modular industrial– y “Desde el río hasta el mar” –canto final al drama palestino–, o temas más extensos como “A tierra quemá” –quien haya trabajado en el campo la entenderá mejor– y la reivindicativa “Con esta herida” –junto a Álvaro Romero–, las que resitúan al dúo canario-extremeño entre el synthpop neopsicodélico y el mestizaje enraizado que los caracteriza. Sin olvidarnos del fantástico diseño gráfico de Ricardo Barquín Molero. ∎

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