Desde Melbourne, bañado por el sol australiano, llega
“Feral”, el segundo disco de
RVG. Música de guitarras que parece un conglomerado de todo lo bueno del pop sajón de los ochenta, de The Smiths al sonido C86, pasando por The Pretenders o incluso Violent Femmes. Aunque lo que de verdad resulta determinante es la personalidad de su líder, la cantante y compositora trans Romy Vager (RVG son las siglas de Romy Vager Group). Y son esa personalidad y su timbre de voz los que realmente aportan un carácter diferenciador al grupo y confieren un cariz catártico a sus canciones. Estas, además, están muy bien escritas. En la primera mitad de la década de los noventa habrían calado sin esfuerzo entre los seguidores de Pulp y Belle And Sebastian. Y a principios del milenio podrían emparentarse con el sonido de bandas como Stornoway y The Pains Of Being Pure At Heart. Quizá estén fuera de su tiempo, pero a quién le importa.
Tal cantidad de referentes indica no tanto una falta de originalidad como que estamos ante un grupo aún en busca de su sonido. Pero aquí lo importante –no lo olvidemos– son las canciones. Eso y la sensación de estar ante un proyecto con mimbres robustos alrededor de una creadora con cosas que contar, y con talento para contarlas de un modo interesante. ∎