Si te gustan The Magnetic Fields y has escuchado la canción “99 Fathers In The Clouds”, del álbum “50 Song Memoir” (2017), quizá sepas que trata sobre la relación de Stephin Merritt con su padre biológico, el mismo Scott Fagan, a quien no conoció hasta 2012. Earth, sello perteneciente a Fire Records especializado en reediciones gourmet de gente como Mikael Tariverdiev, Jackson C. Frank o Bert Jansch, se ha fijado este año en “South Atlantic Blues” (1968), el álbum de debut de Fagan. Su título recuerda a “Pacific Ocean Blue” (1977), otra joya solitaria, en este caso del beach boy rebelde Dennis Wilson. Hablamos de folk americano-caribeño, si por ello entendemos un hombre, su guitarra y suaves ritmos antillanos. Aunque Fagan está por encima, su rango equivaldría al de cantautores como Jim Sullivan y Sixto Rodriguez, todos ellos misteriosos como una aurora boreal.
Puede parecer que “South Atlantic Blues” pertenece a una época en la que agitando un cocotero te caía encima una obra maestra. Calificarlo como tal resulta quizá exagerado, pero lo cierto es que su fórmula es única, extraña y te va empapando como un chirimiri silencioso. Earth lo reedita por vez primera en vinilo con la fotografía original de 1968 realizada por Joel Brodsky, autor de fotos icónicas para portadas como “The Doors” (1967), “Astral Weeks” (1968), “The Stooges” (1969) o “Free Your Mind… And Your Ass Will Follow” (1970). La reedición de 2015 en ese mismo formato reproducía la litografía que Jasper Jones creó en 1970 basándose en el disco.
“South Atlantic Blues” tiene los ingredientes necesarios para caer rendido con sus encantos: pinceladas psicodélicas –tampoco muchas, aunque se le suela colgar esta etiqueta–, refrescantes vientos soul y sutiles arreglos de cuerda, ritmos envolventes, la curiosa voz de Fagan atrapada de vibrato o temáticas que van más allá del “chico conoce chica”. La historia de Fagan es otra de fracasos y oportunidades perdidas –la complacencia no entraba en sus planes–, a pesar de que empezó su carrera con la ayuda de Doc Pomus y Mort Shuman (traductor de Jacques Brel, con quien compuso “Crystal Ball”, un tema digno de Phil Spector). El álbum podría pertenecer al subgénero de los discos insulares, como “Eden’s Island” (1960), de Eden Ahbez, solo que su panorama no era precisamente idílico. Se basaba en el recuerdo de una infancia feliz pronto ensombrecida por la pobreza y en su experiencia posterior con una industria discográfica poco acogedora con los autores noveles. Cuando escribió “The Carnival Is Ended”, era un golfillo callejero en St. Thomas, parada básica del turismo esnórquel en las Islas Vírgenes estadounidenses, pero su etapa neoyorquina, allí grabó el LP, tampoco fue fácil, teniendo que buscarse la vida entre los tugurios del Greenwich Village.
La sensual “Crying”, uno de los momentos más creativos de este variado disco, compuesta junto a su colaborador Joe Kookoolis, contiene arreglos de cuerda que encajarían perfectamente en Tindersticks. Fagan estaba imbuido de anticlericalismo –“In Your Hands”–, R&B –“Nothing But Love–, blues –“In My Head”–, jazz –“Nickels And Dimes”– y trallazos de free jazz –“Tenement Hall”– entreverados de agridulce melancolía. Canciones que gozan de la espaciosa producción de Elmer Jared Gordon, quien venía de trabajar en el primer álbum de Pearls Before Swine. Sullivan y Rodriguez fueron personajes que también desaparecieron del mapa, el primero para siempre, dicen que abducido por los extraterrestres. En cuanto a Fagan, prepara actualmente disco nuevo centrado en un musical suyo de 1971 –“Soon”–, hay un documental en preparación titulado “Soon. The Story Of Scott Fagan”, y cualquier parecido con Merritt no es mera coincidencia. ∎