Providence, Rhode Island: singular enclave de la Costa Este norteamericana, hogar de una de las escuelas de diseño más reconocidas del país, las turbaciones literarias de H.P. Lovecraft, y el mítico almacén-garito underground Fort Thunder, que a finales de los noventa cultivaría una intrigante escena musical (Lightning Bolt, Black Dice u Olneyville Sound System son algunas de las bandas que salieron de allí). Sí, la ciudad siempre ha poseído un aura raruna, y el conjunto Six Finger Satellite, formado alrededor de 1989, fue uno de los primeros embajadores de esa idiosincrasia local en el ámbito de la música alternativa. Para celebrar el treinta aniversario de su segundo (y más influyente) álbum, que llevaba décadas descatalogado, Sub Pop ha decidido relanzarlo con una edición especial cargada de extras.
Para los no iniciados, esbozaremos una descripción poética de 6FS: es como si el post-punk industrial-demente de Chrome viajara a otro planeta para copular con varias de las bandas noise rock de Amphetamine Reptile. De ahí nace un espíritu burlesco y garagero, encarnado por la batería (a veces literalmente) maquinal de Richard Ivan Pelletier, el bajo rotundo de James Apt, los fabriles gemidos guitarreros del carnicero John McLean y el desfase vocal de Jeremiah Ryan, quien además trapichea con su keytar aquí y allá. Actualmente, podemos considerarla una obra clásica de los noventa, un disco francamente divertido y abarrotado de canciones memorables; de hecho, todas cuentan con personalidad propia: hits dance-punk (“Rabies” o la horriblemente pegadiza “Parlour Games”), borracheras caóticas a lo Cows (“White Queen To Black Knight”), percusivas ciénagas marcianas (“Where Humans Go”), locomotoras sónicas que dejan sin aliento (la perfectamente titulada “Pulling A Train”), agonías Jesus Lizard-ianas (“Simian Fever”) o deconstrucciones camp de ritmos sesenteros (“Cock Fight”, o el noise-surf de la conclusiva “Board The Bus”). Es una música extraña y punzante, sin duda, pero siempre tolerable, nunca demasiado alejada de patrones reconocibles.
El disco, que apenas rebasa la media hora de duración, ha sido remasterizado sin que por ello se traicione la producción chatarrera original; pero para muchos, lo más apetitoso será la labor arqueológica que lo acompaña, el rescate de escombros periféricos como los singles “Massive Cocaine Seizure” (uno de sus momentos más Gang Of Four) o “Human Operator” (una inyeccioncilla kraut). Al tratarse de una cantidad industrial de descartes y rarezas, algunos de los cortes incluidos son meros ejercicios de relleno (“2MuchKungFu”, divertimento gatuno sobre el escenario; la letárgica “kgbg”; o el robo descarado a Suicide “Mistaken Street”). Pero más allá de sus calidades intrínsecas, el recopilatorio ofrece una elástica ventana al desquiciado proceso creativo del grupo en su etapa más explosiva. Y lo cierto es que hay girillos interesantes: el intenso chapuzón dub de “Spooks/So Lonely”, el riff seudoriental de “Trigger Mac”, las dinámicas parón-arranque que cierran “If I Tried”, o “Fisher Of Men”, guateque sobre drum machine (con Jeremiah, el vocalista, convertido… ¿en la versión ardilla de Steve Albini?). Varias de las pistas, especialmente “Man Behind The Glasses” y “War Crimes”, sirven para ilustrar la locura en directo del grupo. Mención especial merece la inclusión de “Machine Cuisine” (1994), un EP largo que musicalmente tiene poco que ver con el álbum, ya que plasma la cara más obtusa y arriesgada del grupo. Reúne un puñado de canciones menos rockeras y sudorosas, más experimentales y absurdas: el minimalismo synth con voz robótica de “Love (Via Machine)”, el pasaje de electrónica inquietante “The Magic Bus”, o temas que parecen homenajes destartalados a bandas como Kraftwerk (“The Well-Tempered Monkey”) o Pere Ubu (“Like To Get To Know You”). No todo lo que arrojan a la mesa de mezclas funciona, pero desde luego la desorientación generada tiene su encanto.
La historia se ha encargado de preservar a Six Finger Satellite como banda de culto de un subgénero muy específico del post-hardcore noventero obcecado en mezclar la paranoia y el baile, lo analógico y lo sintético, la angularidad rítmica y los barridos de ruido –un podio que comparte con Brainiac, Arab On Radar o The VSS–. Esta reedición de Sub Pop presenta una excelente oportunidad para rencontrarse o descubrir por primera vez una de sus cimas discográficas. Y si bien el contenido adicional es más escabroso, sí satisfará los paladares de los más cafeteros. ∎