Álbum

Somos La Herencia

Joven predicadorHumo Internacional, 2024

Cuatro años después de entregar su primer larga duración, “Dolo”, el cuarteto madrileño Somos La Herencia ha regresado autoboicoteando toda la potencial accesibilidad que podía haber tenido. Gonzalo Sanz, Guillermo Rojo, Enrique Moreno y Guillermo Serrano se mantienen todavía en el asidero post-punk, pero lo desestructuran y lo ensucian de forma más deliberadamente esquiva y desasosegante. Nunca queda demasiado claro de qué están hablando estas canciones, pero el poder de sugerencia de sus imágenes nos lleva hacia esquinas en sombra de una vida urbana marcada por la desesperación, por una violencia latente y cierto sentimiento de estar perdido. Calle Antonio López / Hay sangre en un cajero / Entre la risa y el miedo / Esta mañana no respiraba bien / Ahora salbutamol y al cien por cien / Moneda sucia, hincha mis manos / Corticoides y metal pesado / Ignorante al fin, ignorante al fin / Vacío por dentro como el niño Pedrín / Tiene que haber algo más debajo de esta piel”, canta Gonso Sanz, asolado por la tristeza, en “Ignorante al fin”.

El álbum se abre con el ruido y el griterío de “Todos bajan la colina”, donde colabora el artista todoterreno valenciano Marco Henri. En “Una flor”, Gonso semi rapea (¿o simplemente grita?) entre ruido ensordecedor y percusiones primitivas hasta que entran unas guitarras que se vuelven vibrantes en “No soy un ladrón”. Ahora recuerdo haber visto hace años a Enrique Moreno en un concierto de The Ex y me pregunto si algo de ellos se le pegó, pues es un sentimiento que también percibo en la catártica “Joven predicador”.

Ese espíritu convive con la experimentación ruidista de los instrumentales “Ayuno y silencio” y “Cruel elección de diseño”; la combinación de guitarra acústica, ruidos incómodos, una flauta, un piano de aroma jazz y el rapeo de MBD en “Insistir en la llamada”, la voz desesperada sobre una base rítmica martilleante de “Müntzer” y, como impecable cierre, esa balada de amor-sexo en un club de jazz bañado por drogas chungas que se sugiere en “Jora”, un antidueto con la voz de Crühda. Ahora sí que se puede decir que Somos La Herencia ya solo habitan su propio mundo y que pueden predicar bien a gusto en él porque, de algún modo, transmiten una sensación de (incómoda) verdad. ∎

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