Tres años después de la trágica muerte de SOPHIE (1986-2021) nos llega este disco póstumo en el que lleva trabajando desde entonces Benny Long, hermano y colaborador habitual (mezcla, coproducción, masterización, conceptualización…) de la vanguardista artista y productora escocesa. Un trabajo en cierto modo sumativo y concebido como un homenaje que parte de muchos borradores e ideas que ella barajaba para “TRANSNATION”, el que sería el sucesor de “Oil Of Every Pearl’s Un-Insides” (2018), así como de canciones sueltas, demos y tracks fogueados en actuaciones y DJ sets (unos filtrados; la gran mayoría inéditos) que se han “terminado” y remezclado ligeramente para la ocasión. Y que se diferencia de su predecesor fundamentalmente en la intención colaborativa: si “Oil…” optaba por una voz artística relativamente unificada que de algún modo era capaz de corporeizar la faceta de SOPHIE como productora y artista en torno a la voz de Cecile Believe, este nuevo trabajo sitúa a SOPHIE claramente detrás, en las maquinarias, cediendo la voz a un coro de artistas diversos que convierten el mensaje en algo mucho más onírico y desdibujado.
Dividido en cuatro secciones relativamente bien diferenciadas (si eres fan de la numerología, el 4 funciona como engranaje del disco), “SOPHIE” arranca en modo lóbrego con los temas más puramente ambient, construidos en general en los tiempos de la pandemia. Buscan, de hecho, capturar esa atmósfera angustiosa y opresiva y adoptan una forma más reflexiva que extrovertida. “Intro (The Full Horror)” conecta por ejemplo con “The Dome’s Protection” a través de ese ambient escapista, futurista y ominoso de Evian Christ (naves villeneuvianas aterrizando: “You are entering now The Dome’s Protection”), y ambas nos hacen pensar en la participación de Nina Kraviz, cuya voz pronuncia los cibermantras de un spoken word de más de siete minutos en el desbarre espacial final del videojuego “Cyberpunk 2077: Phantom Liberty”.
La propia Kraviz movió antes de la pandemia en sus sesiones “Plunging Asymptote”, reptante y amenazadora progresión electrónica, futurista y mercúrica, ahora sí más en la línea hipertrófica de “PRODUCT” (2015) pero manteniendo trazas de trance apocalíptico: el tema, más o menos terminado ya desde 2018, apareció en la compilación de Trip Records “Locus Error” (2019) acreditado a Analemma, y su spoken word (“Plunging asymptote against a white noise more torturous than silence”) está sacado de una representación de la obra de teatro “Buffer”, escrita e interpretada por Juliana Huxtable en la Brooklyn Academy Of Music en noviembre de 2017. “Rawwwwww”, por su parte, y aunque mantiene el minimalismo abstracto, rompe un poco la tónica con un trap de bajos distorsionados y disonantes, con campanas eclesiales que disturban un ambiente ya de por sí turbio y tensionado.
El primer segmento del álbum es, desde luego, el más vanguardista y experimental, el más atrevido y el que a la larga más propositivo resulta respecto a la carrera de SOPHIE. Contrasta con la segunda sección, la más puramente pop, combada siempre hacia el R&B y con beats más animosos. Es, también, la que contiene junto a la última lo más parecido a canciones y en la que más echamos de menos colaboraciones de altura: qué bien le habría sentado a la coda de “Live In My Truth”, con su minimalismo y su puntito house, una pista de vocal de Charli XCX.
Es el dúo BC Kingdom el encargado, en general, de sustentar esta parte, y la participación de Kim Petras en “Reason Why” (una canción que ya se pudo escuchar en la actuación de SOPHIE en el Sónar de 2018) no resulta tan emocionante ahora, seis años después. Este es quizá uno de los mayores lastres del álbum: no hay una verdadera sensación de evolución, algo intrínseco a la música de la británica, en los tracks que hoy estamos escuchando. Parecen testimonios de un pasado no sucedido.
Más hyper e inmaterial es “Why Lies”, y “Do You Wanna Be Alive?” puede ser la más arriesgada en términos de producción, con el vívido organicismo mecánico que tan bien se le daba a la productora. Marca el final de una sección que, poco a poco y con mucha sutileza, va entrando en terrenos más cybertechno, jugando a mutar su estilo guiñándole un ojo a Drexciya y otro a los Autechre más musculares. “Elegance”, que abre el tercer segmento, el techno, apuesta en su caso por una vertiente más hardtech pero siempre amiga del extrañamiento, con rasgueos y glitches además de improbables efectos de sintetizador y cambios de ritmo que sumergen el tema de lleno en los límites de la deconstrucción: la liberación IDM y el switch electro que luego vira al pop marcan uno de los mejores momentos del álbum. “Berlin Nightmare” homenajea el techno más ácido, psicodélico y oscuro de la capital alemana (de hecho es casi psy-trance), tan interesado en frecuencias gravísimas, pero viola estructuras y formalismos. “Gallop” esparce los glitches de “PRODUCT” en un techno acelerado, y “One More Time” regresa a los terrenos más atmosféricos de la primera parte, donde también permeaba el interés techno a través de los vocales, demostrando que, en general, la pegada y una minimización de sus efectos es quizá una de las líneas conductoras más dominantes de “SOPHIE”.
“Exhilarate”, un viejo inédito de la época de “Inmaterial” que era un secreto a voces para los más fans por una filtración en SoundCloud, abre la última sección, la más épica y eufórica, que continúa en términos semejantes con el sutil hyperpop (alineado con el sonido de Caroline Polachek e incluso con el de FKA twigs) de “Always And Forever” en colaboración con Hannah Diamond. Y aunque “Love Me Off The Earth” plantea direcciones estimulantes con un sonido burbujeante y toneladas de helio, las duraciones excesivas y la necesidad de, más o menos, mantener una cierta coherencia sonora entre los dieciséis cortes del disco se convierten en otro de los grandes problemas con los que carga. “My Forever”, con la voz de Cecile Believe, lo representa muy bien, tanto como refleja la voluntad de mantener el sonido de “SOPHIE” diferenciado de las múltiples versiones filtradas de muchos de los temas: la “My Forever” filtrada era mucho más intensa y hoy pensamos en un artista expresionista del nivel de Lanark Artefax cuando circundamos producciones semejantes (entre el ambient, la emoción y la experimentación), pero esta nueva forma queda bastante lejos. El minimalismo puede ser intencional en “SOPHIE”, es cierto, pero también hace percibir el disco como ligeramente inacabado.
Al final, la gran pregunta: ¿era necesario “SOPHIE”? ¿Aporta algo a su catálogo y, sobre todo, a su visión? Lo peor es que, pese a grandes momentos y algún tema interesante, la respuesta seguramente sea no. ∎