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SPRINTS

Letter To SelfCity Slang, 2024

Cuando Karla Chubb aúlla repetidamente “Am I alive?” en los primeros minutos de “Letter To Self” sabemos, de inmediato, que estamos ante algo que nos interpela y quema. Son algunos de los versos de “Thicking”, la primera canción del álbum de debut del cuarteto dublinés, un estreno en largo que se han tomando con calma: los primeros singles del grupo se remontan a 2020 (algunos fueron recogidos en 2022 en el recopilatorio autoeditado “The Back Catalogue”).

Karla Chubb es la frontwoman de SPRINTS, proyecto completado por Colm O’Reilly (guitarra), Sam McCann (bajo) y Jack Callan (batería) y que cuenta con la complicidad de Daniel Fox (bajista de Gilla Band) ejerciendo como productor.

Trufado de guitarras en llamas y voces implorantes, entre la rabia y la vulnerabilidad, “Letter To Self” –publicado el pasado día 5– es un imponente tratado de rock confesional que no pretende romper esquemas formales pero que chorrea veracidad y sentimiento y que dirige su rumbo hacia lo más perdurable del rock independiente de los noventa (eso de “new irish post-punk” mejor lo vamos archivando): no hay que equilibrar mucho el microscopio para avistar en estas once canciones trazas de Pixies, Nirvana, las Hole de “Pretty On The Inside” (1991) o las Babes In Toyland de “Spanking Machine” (1990), aunque también podemos detectar reflejos más contemporáneos: Savages, por ejemplo, no andan lejos (deténganse en “Can’t Get Enough Of It”).

Sin sombra de duda.
Sin sombra de duda.

La presión y la temperatura no bajan en ningún momento a lo largo de estos treinta y nueve minutos de este diario existencialista que lucha a brazo partido por encontrar una salida al pozo negro de la sociedad actual: no hay que esforzarse demasiado para identificarse con ese There’s an urgent crying in my head / And I am lost / I feel so lost” que se despliega en la magnífica “Shadow Of A Doubt” o para aplaudir la franqueza con que Chubb afronta la zozobra de crecer siendo queer en la catolicísima Irlanda (“Cathedral”).

Ejercicio de catarsis lírica y musical, “Letter To Self” (que acaba con la esperanzadora sentencia de “Any habit can be broken / Any night can become a day”) esquina con entusiasmo, brío e ímpetu las costuras del apolillado revival (la afilada guitarra y las segundas voces de O’Reilly ejercen un papel determinante) y se erige sin contemplaciones en el primer álbum importante del ejercicio 2024. Nada mal para empezar el año. ∎


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