Seguimos viendo a Squid catalogados, de vez en cuando, como grupo post-punk, pero en realidad hace tiempo que Ollie Judge ha diversificado su forma de cantar (ya no son solo gritos nervudos) y que conduce a su grupo por tierras bastante difusas, colindantes con el post-rock, el krautrock, la electrónica o el indie rock. Son una entidad en constante mutación, incapaz de hacer un disco igual a otro y de actuar solo por cómoda inercia.
En el ambiguamente titulado “Cowards”, su infinito tercer largo, buscan y encuentran nuevos motivos sónicos que añadir a su paleta. Sorprenden, por ejemplo, el añadido de voces extra a la labor del también batería Judge (las de Clarissa Connelly, Rosa Brook de Pozi y Tony Njoku, para ser precisos); las subtramas neoclásicas aportadas por el Ruisi Quartet, conocidos colaboradores de, entre otros, Jonny Greenwood o Daughter, o, sobre todo, unos paréntesis delicados absolutamente insólitos en ellos. Que complicando la mezcla hayan logrado su disco más claro, accesible y directo tiene su misterio y su mérito, mucho mérito.
El impacto se veía venir con el single “Crispy Skin”, otra letra de Judge con base en ciencia ficción oscura, en este caso en la novela “Cadáver exquisito” (2017) de Agustina Bazterrica, sobre una sociedad en la que un virus nos deja sin la opción de comer carne animal y se legaliza el procesamiento de carne humana. Musicalmente, es todo un trip de seis minutos y medio: arranca en descarga de sintes (por cortesía de su productor Dan Carey, que aquí comparte créditos con las grandes Marta Salogni y Grace Banks), sigue con un groove de bajo gomoso y piano casi casual, se desliza por un interludio de calma tensa que hace sonar a Judge como Aidan Moffat, y, tras un juego adicional con el contraste, asalta épicamente con viento metal.
Todo esto es solo el principio. Está por llegar el fantástico toque vocal femenino de “Blood On The Boulders”, canción de concepto tan retorcido como sus dinámicas rítmicas: lo que parece otra glorificación del dudoso legado de Charles Manson se convierte, a mitad de camino, en comentario satírico sobre nuestra obsesión colectiva con el true crime. O “Fieldworks I”, oportunidad para escuchar lo que parece (no hay mejor piropo) un corte perdido de los These New Puritans de “Field Of Reeds” (2013); en su inmediata continuación, “Fieldworks II”, Squid juegan sabiamente con el espacio y el silencio entre las notas.
Con la animada “Cro-Magnon Man”, lo más parecido a “Houseplants” del lote, casi parecen hacer una concesión a los viejos fans más puristas, pero “Cowards” se cierra poco después con el desafiante doble nocaut de la multifacética “Showtime!” y el country gótico con extra de clavecín de “Well Met (Fingers Through The Fence)”. El título del disco puede hacer justicia a muchos de los personajes maliciosos que pueblan las letras, pero no, desde luego, a un grupo atrevido como pocos en el indie británico actual. ∎