Álbum

SUMAC + Moor Mother

The FilmThrill Jockey, 2025

La poetisa y compositora estadounidense Camae Ayewa (Aberdeen, Maryland, 1981) es una dinamo de actividad incesante. Pero la música no es su único ámbito de actuación: como artista visual, Ayewa trabaja en vídeo, escultura y collage, combinando elementos de fuentes dispares con el fin de establecer conexiones a través del espacio y el tiempo para compartir las historias de las que habla. Siguiendo con lo musical, Ayewa enseña composición en la Universidad del Sur de California y elabora música en la que mezcla hip hop, poesía hablada, punk y electrónica bajo el nombre de Moor Mother, pero también forma parte del quinteto de free jazz experimental Irreversible Entanglements, del dúo post-punk Moor Jewelry y el dúo de club-noise 700 Bliss, y colabora ocasionalmente con otros artistas (como ha hecho, por ejemplo, con el rapero de Brooklyn billy woods, la banda británica de jazz Sons Of Kemet, el pianista Vijay Iyer, el duo de dub industrial Zonal o el mismísimo Art Ensemble de Chicago). Escucharla es perentorio, porque su poderío es equivalente, una generación después, a los de Lydia Lunch o Diamanda Galás, aunque deambulen por territorios muy distintos.

Por su parte, SUMAC es un supergrupo del post-metal norteamericano formado en 2014 por el batería Nick Yacyshyn (de Baptists), el bajista Brian Cook (de Russian Circles y Botch, y ex These Arms Are Snakes) y el guitarrista Aaron Turner (de Mamiffer, Old Man Gloom y ex-Isis), de los que hay que escuchar sus cinco discos propios o, si te atreves, sus tres discos en colaboración con Keiji Haino.

Y ahora SUMAC y Moor Mother, extremistas de mundos diferentes, se han unido en lo que parecía una reunión imposible, pero con mucho mejores resultados que aquella lejana unión de Lou Reed con Metallica. Los mundos de los que proceden podrían hacernos suponer que algo quedaría inconexo junto a lo otro. Pero ocurre todo lo contrario. Una banda y una cantante de universos musicales diferentes unen sus respectivas técnicas y luego lo desmenuzan todo juntos, aunque es el sonido de SUMAC el que forma el armazón de “The Film”. Sin embargo, cuando el disco echa a andar se nos transmite enseguida que esta no va a una experiencia auditiva ordinaria. Camae Ayewa y sus cánticos eruptivos nos sumergen en un paisaje distópico que se acopla a la perfección con el telón de fondo post-metal de SUMAC.

Lo que hacen aquí Moor Mother y SUMAC –más las voces invitadas de la soprano Candice Hoyes (interviene en la breve “Hard Truth”), la cantante Kyle Kidd (integrante del colectivo de soul Mourning [A] BLKstar, en “Scene 3”) y Sovei (otra cantante que ya había colaborado con Camae, en “Scene 4”)– no es una mera fusión de estilos: cuando se juntan artistas con diferentes formas de crear intensidad musical y se potencian entre sí, a veces se produce un gran estallido. Y eso, y no otra cosa, es “The Film”: la construcción de un nuevo mundo sónico situado más allá del free jazz, el noise, el spoken word y el sludge metal, demostrando que todavía quedaba espacio para seguir avanzando en una propuesta que perturba, sacude y, sobre todo, suena radical.

“The Film” es una demolición poética, una apocalíptica declaración sonora que parece más una película (no puede ser “casualidad” que cinco de las ocho piezas que constituyen este álbum, de casi una hora de duración, se titulen “Scene”, seguidas de un número correlativo) de pensamientos políticos que un álbum clásico. Esta es música política que no hace proselitismo, sino que dice lo que ha pasado y lo que está pasando… que no es más que una respuesta artística adecuada al triunfo actual que están viviendo las ideas fascistas por doquier. En “Scene 1”, Camae grita “I want my breath back” (¿os acordáis de George Floyd?). En la fabulosa “Scene 2: The Run”, escuchamos un relato de devastación impregnado de la estética de “El grito” de Edvard Munch (al que cita implícitamente): “Intentando volver a casa / ¿A qué volvemos? / ¿A casas derruidas? / Nuestras realidades bombardeadas / Realidades sedientas de sangre / Estaba corriendo / Yo estaba corriendo fuera de mí tan rápido como pude”.

En “Camera”, la más brutal de las piezas del disco, se revela, por un lado, consciente de las injusticias y de la necesidad de comprometerse en el activismo contra ellas, pero, por otro, habla también de la necesidad de “meter la cabeza en la arena”, ya que la avalancha de situaciones de pesadilla que brotan constantemente es sencillamente insoportable a título individual. El efecto se acentúa cuando la voz de Camae adquiere una dimensión sobrenatural, diciendo: “Deja que la cámara hable / No mires a otro lado / No apartes la mirada / No mires. No. Lejos / Deja que la cámara hable / Aléjate, aléjate, aléjate, aléjate, aléjate”.

Imagino que, si le preguntara directamente, ella seguramente diría que la dimensión política de sus textos es mucho más importante que su música, aunque es la violenta música con que se envuelven sus textos lo que le imprime a su propuesta artística esta enorme categoría. Camae Ayewa y SUMAC transmiten una rabia muy directa que te golpea y te convence. Resulta imposible no solidarizarse contra el cuadro apocalíptico que aquí se pinta (en el que solo hay un instante de ruido “evidente”: los tres últimos minutos y medio de “Scene 2: The Run”, en los que Aaron Turner toma el micrófono para imprecarnos con su voz gutural al más puro estilo sludge metal). ∎

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