El algoritmo ni los olerá porque cantan en euskera y ya se sabe que, además de mononeuronal, la inteligencia artificial es monolingüe y pelín miope, pero en un mundo ideal, las canciones de Tatxers deberían asomar la cabeza sin demasiados problemas entre las de Beach Fossils, Cloud Nothings y Smith Westerns. O, ya que estamos, deslizarse lozanas y resueltas por las Grandes Ligas del Pop.
En Humo Internacional, su nueva casa discográfica, los han recibido con los brazos abiertos y un entusiasmo francamente contagioso (“han venido a rescatarnos del aburrimiento y la falta de imaginación, emoción y chispa que tan tristemente asola nuestras ciudades”, celebran), pero ni siquiera hace falta surfear la hipérbole para llegar hasta aquí; basta con pegar la oreja al radiante “Ezpatei disdira!”, 21 minutos de pop llameante y coros selváticos, para convencerse de que los elogios están más que justificados.
El anterior “Tatxers” (2023) ya era estupendo, pero “Ezpatei disdira!” (“¡Espadas brillantes!”; titulazo) es aún mejor. Más fresco. Más luminoso. Y arrebatadamente pop. Como un mano a mano entre Oxford Collapse y Rolling Blackouts Coastal Fever. Como Real Estate de cháchara con The Go-Betweens. Vienen de Hertzainak y alrededores, sí, pero en el camino se le han cruzado las guitarras cristalinas de The Smiths y los bajos culebreantes de Mujeres y el resultado, claro, es una bendición. Jangle pop al galope, punk enjuto y melodías brillantes.
Además de nuevo sello, los de Iruña han estrenado también batería (Sergio Devesa, sustituto de Íñigo Soria) y, por lo que sea, las canciones han ganado ligereza y esponjosidad. Menos aparatosidad rock y mayor adherencia. Escuchen si no “Biok batera”, pura agitación servida a toda velocidad entre dentelladas de guitarra y ecos de Parquet Courts y el garage más despendolado. El primer adelanto del disco, “Etsaiak agurtzen” (“Saludando al enemigo”; je), es otro buen ejemplo de todo esto: un festín eléctrico de ritmo adhesivo y guitarras enroscadas a una voz que canta sobre espadas, vampiros, balas y ballenas.
Al final, y por más que canciones como “Oasi bat” y “Tokion” tengan algo de puente con Biznaga y Lisasinson y que “Gorramendi” se busque sin remilgos en el reflejo de Itoiz, ‘‘Ezpatei disdira!” tiene mucho de atinada personalidad múltiple en el que las influencias se diluyen y compactan en unas canciones sin fisuras. Unas canciones que, sobra decirlo, saben a poco. Queremos más. ∎