Hace dos años, Taylor Swift se vio envuelta en una pelea legal con el magnate musical Scooter Braun, que compró el sello Big Machine donde la diva publicó seis de sus álbumes. Según ella, ese fue “el peor escenario posible”, pues supuso que su principal némesis (que a la vez tiene de clientes a otros enemigos declarados de la cantante como Kanye West y Justin Bieber) tuviese control casi literal sobre su música, ya que con la transacción los másters de las grabaciones pasarían a ser de su propiedad. Según Swift, Braun la había amedrentado durante años y el movimiento suponía que “su legado musical estaba a punto de caer en manos de alguien que había tratado de desmantelarlo”.
Taylor Swift rápidamente urdió una dulce venganza: regrabaría esos seis discos, reclamando en el proceso lo que le era propio. Tras iniciar la gesta el pasado verano con “Fearless (Taylor’s Version)”, ahora le toca el turno a “Red” (2012), un álbum puente y definitorio para la de Nashville, que hermana la Taylor de los inicios con el gigante del pop en que se convirtió a partir de canciones aquí incluidas como “All Too Well” y “I Knew You Were Trouble”. La primera, por ejemplo, es una maravilla de folk épico y de composición sobre la que se sostiene toda la mitología swiftiana. La segunda noquea tan fuerte como la primera vez: un monstruo de EDM-pop con muy comentado drop incluido. Para este disco, recordemos, Swift contrató a los reyes midas del pop Max Martin y Shellback para que su ambición casase por fin con su sonido.
Para estas reediciones, Taylor Swift está en la delgada línea entre ser lo más fiel al material original que le sea posible y, a la vez, aportar suficiente novedades para justificar el lanzamiento y contentar a las legiones de Swifties. El objetivo, como era de esperar en una perfeccionista como ella, se alcanza de sobras. En lo estrictamente musical, solo los más audiófilos percibirán las sutiles diferencias: a saber, unos coros con más presencia por aquí, una batería que golpea más fuerte por allá… Así que cabe buscar entre el baúl de los recuerdos (de los 22 cortes de la edición deluxe original, “Red (Taylor’s Version)” se engorda hasta las 30 pistas). “Girl At Home” era una canción muy fruto de su momento que en pleno 2021 no luciría demasiado y que dio más que hablar por una letra controvertida sobre los sentimientos de una chica que se queda en casa mientras que su novio sale fuera a pendonear con otras mujeres (se comentó que ese novio podría ser Zac Efron). Ahora es un pelotazo de puro synthpop firmado por una de las discípulas de Max Martin (Elvira Anderfjärd).
Aún más interesante es la versión de diez minutos que Taylor hace de “All Too Well”, añadiendo algunos versos y melodías que se perdieron por el camino respecto a la demo original y no restando un ápice de la epicidad de la original. Al más puro estilo swiftiano, al lanzamiento del single se le dio toda la pompa posible: una interpretación en “Saturday Night Live” de humores otoñales que es pura historia de la televisión (musical), además de un corto dirigido por la propia Swift con protagonismo de dos de los actores favoritos del momento, Sadie Sink y Dylan O’Brien. Igualmente importante es la revisión de “Nothing New” producida por Aaron Dessner (The National). La diva por fin da el foco a la invitada en una de sus canciones, en este caso, Phoebe Bridgers, una de las alumnas más aventajadas de la escuela swiftiana. Originalmente un tema sobre vulnerabilidades y hacerse mayor, ahora crece enormemente con unos nuevos versos evidentemente dirigidos a Olivia Rodrigo: “Sé que la conoceré algún día, es un sueño febril. El tipo de fulgor que solo desprendes cuando tienes 17 años”. Es, en definitiva, un reconocimiento, pero que nadie piense por un momento que está dispuesta a ceder la corona. ∎