Reedición

The Avalanches

Since I Left YouModular-XL-Popstock!, 2021

La primera vez que escuché el álbum de debut de los avalanchas” –pocas veces se ha dado tan feliz coincidencia entre el nombre de una banda y la naturaleza de su música, con excepciones como La Banda Sin Futuro–, me dejó bastante aturdido. Es uno de esos discos que te revuelve por dentro, que no deja indiferente pero que resuelves aparcar para más tarde porque requiere de algo más por tu parte. Y es que la sopa sónica de “Since I Left You (2000) es tan densa que si los de la NASA se hubiesen esperado un poco más en 1977 –¡qué son 23 años sino un suspiro cósmico!–, podrían haberse ahorrado todo el trabajo de selección en sus discos “The Sound Of The Earth” para las sondas Voyager. Claro que la imagen que daríamos a los extraterrestres sería la de una auténtica jaula de grillos –¡qué somos si no!–, con los más de 3500 sonidos sampleados que The Avalanches le atribuyen a su criatura. Contando con que sus 18 temas suman unos 3600 segundos, imagínense el guirigay. Que oídos expertos reduzcan las muestras a 900 no minimiza el asombro que causa su logro técnico.

La cuestión es que, veinte años después, este psicotrópico collage sonoro suena más fresco y, por supuesto, entretenido –a cada escucha puede surgir una nueva referencia sampleada en un juego casi infinito– que nunca, y no solo desde un punto de vista conceptual. Porque “Since I Left You”, título absolutamente desconcertante que también despierta la imaginación, reventó de un plumazo todo lo habido y por haber en el campo del cut-up –aquí aplicado a la música– que el gran Brion Gysin destilara del surrealismo. Campeones circunspectos del sampler como Cabaret Voltaire o Meat Beat Manifesto, Ninja Tune o la sampledelia quedaron a la altura del betún por el alud inopinado de dos aussies con playeras.

“Since I Left You” no es solo una muestra deslumbrante de todo lo que se puede hacer con algo –o mucho– de cultura musical, los aparatos adecuados –de partida, unos samplers Yamaha Promix 01 y Akai S2000– y toneladas de paciencia febril en las tiendas de discos, estudios de grabación –al parecer, Darren Seltmann y Robbie Chater trabajaron por separado antes de cruzar resultados– y despachos con los derechos de autor –este previsible detalle implicó ciertos retrasos en la publicación de su trabajo fuera de Australia–. No sé si The Avalanches sabían lo que hacían, pero su pretensión era lógicamente trascender el mero experimento de laboratorio –la “música concreta”, usuaria “tradicional” del corta y pega, en buena medida lo era– y confeccionar un disco que pudiera mantenerse comercialmente en pie. De hecho, lo consiguieron.

Si lo que te va son cosas como los “Diálogos” de Frederic Mompou, The Avalanches probablemente no sean lo tuyo. Y, aun así, más allá de lo que resulta al oído en primer plano, hay una potente base conceptual, y hasta filosófica, en planteamientos “apropiacionistas” tan extremos y conflictivos como los de “Since I Left You”. O, al contrario, no hay que darle tantas vueltas y se trata de un brillante ejercicio de escapismo a cargo de unos niños traviesos dispuestos a pasárselo bien con sus juguetitos tecnológicos. Todo lo anterior, en definitiva, es perfectamente compatible y una consecuencia lógica es que estos señores naturales de Melbourne quedaron tan agotados con el tema que tardaron más de quince años en regresar con su segundo álbum, el inferior “Wildflower” (2016). Pero esto puede ser pura especulación.

Otra lectura que suele hacerse de “Since I Left You” es como metáfora del pop fagocitándose a sí mismo –lo que recuerda a otro afortunado nombre de grupo: Pop Will Eat Itself– por escasez de nutrientes. Pero las décadas pasan y el pop sigue dando muestras de una frágil salud de hierro basándose en el poder de lo inmediato, lo efímero y lo ilusorio, haciendo parecer complejo lo simple y viceversa. Este disco paradójico, por cuanto exprime lo mimético para deslizar un refrescante néctar poiético –creativo– que te retuerce con sus potentes efectos catárticos, es una de esas felices excepciones a la supuesta flacidez de pop que se reedita, cómo no, en formato doble aprovechando el aniversario de turno. Así, el primer disco respeta su contenido original, con los cortes pegados sin solución de continuidad, mientras que el segundo recoge una pequeña muestra de maquetas, así como un puñado no exhaustivo de remezclas a cargo de ellos mismos, Stereolab, Sinkane, MF DOOM o Dr. Rockit, entre otros, con el curioso efecto de resultar a menudo más convencionales que los temas originales. ∎

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