Reedición

The Beatles

Let It BeApple-Universal, 2021

Fiel a su cita prenavideña, la maquinaria The Beatles se reactiva una vez más dispuesta a convencer a fans y seguidores de que merece la pena dejarse los cuartos en el enésimo rastreo del insondable archivo de los Fab Four. Y, en esta ocasión, el desembarco en torno al postrero “Let It Be” (1970) se antoja antológico: libro con fotografías de Ethan A. Russell y Linda McCartney más textos del director de cine Peter Jackson, el crítico John Harris y el escritor Hanif Kureishi, conteniendo transcripciones de los diálogos acontecidos durante las sesiones de grabación, al que se añade la serie de más de siete horas largas de duración (en tres capítulos), a punto de estrenarse (Disney+, 25 noviembre), realizada por Jackson a partir del abundante material disponible, aparte del digital y de los cinco formatos de disco con el álbum original más ampliaciones deluxe en doble CD y cinco CDs más Blu-ray, además de vinilo sencillo y cofre con cuatro LPs más EP. Un auténtico festín en el que, no obstante, se echa en falta el original filme “Let It Be” (1970), de Michael Lindsay-Hogg, que, lamentablemente, queda fuera de la campaña.

La historia de “Let It Be” es la de un fantástico proyecto en vías de descomposición. Un puzle donde el cohesionado poder colectivo había dejado paso al irreversible posicionamiento de unas individualidades a las que Paul McCartney se agarraba para no dar por finiquitada la más increíble aventura pop jamás cantada. Y,como tal, el proceso de cimentación del álbum aportó un sabor agridulce en el que, abandonando la sofisticación de épocas anteriores, se buscó un regreso a la pureza, a las raíces, tanto en construcción –ahí estuvo ese “One After 909” que Lennon & McCartney compusieron en sus inicios– como en tratamiento de las canciones. Incluso Angus McBean volvió a fotografiar al grupo en las oficinas londinenses de EMI, a imagen y semejanza de la portada de su “Please Please Me” (1963), para convertirse en cubierta de la versión primigenia del disco, titulada “Get Back”, que se encargó en su momento a Glyn Johns y que nunca vio la luz. Ya se sabe, cuatro viejos amigos compartiendo estudio, abriendo la puerta a inspiración y camaradería, e incluso volviendo a pisar un escenario, aunque fuese la azotea de la ruinosa Apple Corps en el londinense 3 de Savile Row.

Pero, claro, pese al oxígeno inyectado por invitados como Billy Preston, la fórmula no terminó de funcionar y The Beatles contemporizaron con un álbum desigual, salpicado de brillantes momentos –“Two Of Us”, “I’ve Got A Feeling” o “Across The Universe”– y aderezado en temas como “The Long And Winding Road” con arreglos de voces, vientos y cuerdas aportados por un Phil Spector postulado por Lennon y Harrison, pero que McCartney nunca aprobó, hasta el punto de llegar a reconstruirlo en 2003 con “Let It Be… Naked”.

El cofre superdeluxe –en tamaño análogo al del “The White Album” (1968) de 2018– ofrece descartes, ensayos, jams y diálogos extraídos de las controvertidas sesiones desarrolladas en Apple, Abbey Road y en los Twickenham Film Studios, donde comenzó a rodarse el filme original; señuelos dirigidos a completistas que descubren bocetos de temas que luego grabarían en solitario Lennon (“Gimme Some Truth”) o Harrison (“All Things Must Pass”), diseños que acabarían en “Abbey Road” (1969) o guiños a ídolos de la influencia de Everly Brothers con “Wake Up Little Susie”. Al álbum original, remezclado ahora por Giles Martin y Sam Okell, se añade la secuencia de aquel “Get Back” de Glyn Johns, un EP homónimo con mezclas nuevas e inéditas más la versión audio en Blu-ray. En todas ellas se respira un ambiente distendido y amigable tras el cual se escondían dobleces, bostezos y fricciones personales, producto de años de claustrofóbica convivencia y desgaste de cuatro personalidades distintas pero complementarias más que de tópicas razones ligadas a la intromisión de factores externos al cuarteto, con Yoko Ono al frente. Un libro de 104 páginas con textos de Martin, Johns y el propio Macca, trufado de fotografías y facsímiles, completa el reflejo de un grupo en suspensión que, pese a todo, mantuvo pulso para cerrar su vínculo con los estudios con una obra de la envergadura de “Abbey Road”. Aunque registrado antes, “Let It Be” se ocupó de cerrar un relato excepcional en el que muchos de sus protagonistas habían dejado de creer definitivamente. ∎

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