Parece un ataque de egomanía, pero no lo es tanto. El primer álbum de The Magnetic Fields en un lustro puede llamarse ni más ni menos que “i”, pero ese título habla tanto del “yo” como, sencillamente, de la vocal: siete canciones tienen títulos que son declaraciones de un estado personal, y otras siete, títulos que empiezan por la i; no es más que eso. No busquen megalomanía. Porque lo más notorio de “i” es, curiosamente, su modestia.
Después del apabullante magnum opus que fue “69 Love Songs” (1999), nuestro amado Stephen Merritt no ha querido rizar el rizo con una ópera pop de seis volúmenes. En su lugar ha optado por hacer un disco pequeño pero hondo (tan hondo que, la verdad, a veces da miedo mirar al fondo), entre la luminosidad de “Holiday” (1994) y la melancolía de “Get Lost” (1995), fuera de tiempo y con clima propio, armado de melodías adhesivas, giros curiosos e inventos delicados.