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“Chicago”, echando humo: un tren descarrilando en el Gran Circo Waits. Y aparece la primera sonrisa, la primera compensación: el gruñón de Pomona no ha perdido el pulso ni ha aguado la tensión. Buenas, grandes noticias, las primeras con material totalmente nuevo desde
“Real Gone” (2004). A punto de cumplir las 62 primaveras, Thomas Alan Waits entrega trece canciones (dieciséis en la edición limitada) que se antojan un gran resumen de su fértil trayectoria. Una trayectoria que hace años que ya acuñó su fórmula magistral, pero que todavía suena poderosa y nueva.
Tom Waits (y Kathleen Brennan: alguien debería hacer una investigación a fondo sobre el peso de la señora Waits en la obra de su marido) sigue cocinando rock chatarrero, blues torcido y baladas tóxicas, radiografiando las rosas (con espinas) de las relaciones amorosas, señalando con sus dedos roñosos las injusticias de un mundo cada vez más atraído por el abismo de la autodestrucción.
El entorno sonoro suena más que nunca a bohemia de lujo: pianos etílicos, vientos de callejón
noir,
riffs de guitarra angulosos y cortantes. Y la garganta del protagonista se pasea por este decorado –pintado por especialistas de currículo contrastado: Marc Ribot, Charlie Musselwhite, David Hidalgo, Flea, Larry Taylor, Keith Richards, Patrick Warren, Les Claypool…– con un dominio que no parece de este mundo. Rasposa o acariciante, grave o aguda, histriónica o dulce: Waits muerde las palabras, las retuerce, las besa… y las lanza a las ondas sensoriales para que hagan su carnicería emocional.
“Bad As Me” es, básicamente, un álbum de canciones de amor, de dependencia y arrebato, de sufrimiento y placer. Pero el autor de
“Swordfishtrombones” (1983) no olvida los nubarrones que oscurecen la tierra prometida de Obama (y del resto del planeta): en la cimbreante
“Talking At The Same Time”, con voz en falsete y vientos que retumban en la Gran Depresión, describe un panorama desolador en el que
“algunos hacen dinero mientras las calles se llenan de sangre” y donde
“todas las noticias son malas”. El comentario social se repite en la brutal, caótica
“Hell Broke Luce”, una descripción de los desastres de la guerra que probablemente enfoque hacia Irak o Afganistán, pero que puede servir para cualquier sinsentido bélico.