Álbum

Tricky

MaxinquayeFourth & Broadway-Island-Polygram, 1995

“Maxinquaye” fue escogido el mejor disco internacional de 1995 en el Rockdelux 126. Esta es la crítica original que se publicó en Rockdelux, en la que Ricard Robles calificó “Maxinquaye” como “un álbum difícilmente ubicable, la obra de un oscuro genio capaz de sublimar todas las esencias sin edulcorar ninguna, sin hacerlas demasiado evidentes”. Escuchen, como muestra, la canción que abre el disco: “Overcome”, cantada por Martina Topley-Bird (y reinterpretación del “Karmacoma” de Massive Attack).

Tricky y su primer álbum, “Maxinquaye”, cargan estos días con la responsabilidad de ser la nueva línea que separa el antes y el después en la historia de la música moderna. Tienen a su favor dos factores: uno, circunstancial, es el hecho de ser de Bristol, la ciudad del momento. El otro factor a favor de Tricky –y ese esperemos que no sea circunstancial– es que estamos ante un artista y un disco verdaderamente especiales, mil veces más jugosos y complejos de lo que las expectativas han avanzado.

Como las comparaciones son inevitables, y a veces útiles para no perderse, vale decir que los referentes de sus exitosos paisanos, Massive Attack y Portishead, son válidos para explicar de qué va “Maxinquaye”.

En esa nebulosa mántrica discurre buena parte del álbum de Tricky: pero eso es solamente la superficie, el envoltorio aterciopelado y casi funcional de una obra cargada de posibles lecturas. Superando la glamurosa linealidad del “Protection” de Massive Attack, o la austeridad deprimente del “Dummy” de Portishead, “Maxinquaye” se adentra en territorios mucho más turbios y complejos. Detrás de las perturbadoras voces de Tricky y Martina –qué impecable complementariedad de registros y texturas– y más allá del denso compás rítmico –hip hop-ragga-etno-thrash-funk–, se desarrolla una solapada apocalipsis del sampling, un soberbio caos que desmenuza cualquier influencia musical hasta reducirla a un calibrado efecto. Las insinuaciones étnicas, el ruidismo del noise, los oscuros apuntes melódicos, el discreto latir electrónico zigzaguean buscando espacio en un universo desquiciado y dramático donde emergen y desaparecen flashes desde cualquier rincón de nuestra memoria sónica.

“Maxinquaye” es un álbum difícilmente ubicable, la obra de un oscuro genio capaz de sublimar todas las esencias sin edulcorar ninguna, sin hacerlas demasiado evidentes. Atreverse con una versión de Public Enemy (“Black Steel”) o rehacer completamente el “Karmacoma” de Massive Attack –convertido aquí en “Overcome”– es prácticamente una aclamante antipose que llega en versión codificada. A pesar de las poderosas influencias que lo rodean y protegen, Tricky ha concebido una obra visionaria y perversa, donde nada responde a un orden y lo que parece obvio se torna una nueva clave para avanzar en un juego inédito y fascinante. ∎

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