Álbum

Vinícius Cantuária

Psychedelic RioSunnyside, 2024

El anterior disco de Vinícius Cantuária, “Surpresa”, apareció hace tres años a nombre suyo y de Jesse Harris. El anterior fue un álbum de versiones, “Vinícius canta Antonio Carlos Jobim”, y es de 2015. Mucho tiempo y pocos discos para alguien que entre 1982 y 1991 publicó seis en su Brasil natal, y entre 1996 y 2012, ya instalado en Estados Unidos y colaborando con Ryuichi Sakamoto, Arto Lindsay, Bill Frisell, Laurie Anderson, Erik Friedlander o Sean Lennon, once más.

“Psychedelic Rio” tiene arreglos formales y atmósferas más o menos psicodélicas, como su título anuncia, pero no tan evidentes. Sigue en la línea habitual del compositor, cantante y guitarrista, tan marcado por el tropicalismo y la intersección de este con el jazz de los años setenta. Lo que sí varía considerablemente es la formación. Cantuária conoció a finales de la década pasada al bajista italiano Paolo Andriolo y al batería con quien este acostumbra a tocar, Roberto Rossi, y empezaron a realizar sesiones de improvisación en Río de Janeiro de las que surgirían los temas que conforman “Psychedelic Rio”.

Acostumbrado a grabar con el acompañamiento de mucha percusión, cuerdas, trompetas, teclados y otros guitarristas, limitándose él a la guitarra acústica, el nuevo –y clásico– formato guitarra eléctrica-bajo-batería le sienta como un guante de seda a la música de Cantuária, tanto la nueva como la que lleva tocando desde hace décadas. Porque el disco se abre con “Rio Negro”, nueva lectura de un tema que compuso con Caetano Veloso para su disco del mismo título de 1991, el último que hizo antes de recalar en Nueva York, y sigue con una versión de “É preciso perdoar”, el estándar de Alcyvando Luz y Carlos Coqueijo registrado por João Gilberto, Stan Getz y Bebel Gilberto, entre otros, y que en manos del trío de Cantuária transita hacia el blues. Adopta y adapta también uno de los clásicos de Jobim y Vinícius de Moraes, “Insensatez”, con una atmósfera de tímida psicodelia al inicio, y recupera “Uirapuru”, una canción del disco de Naná Vasconcelos “Contaminação” (1999) en el que Cantuária participó; el título original del tema es “Irapurú” y aquí aparece delineado con percusiones, crótalos y voces que parecen emerger de una marea nocturna.

El recuerdo melancólico invade las estrofas sobre guerra y paz y los apacibles y soñadores arpegios de la guitarra en “Berlin”, uno de los temas donde mejor destaca la cadencia vocal de Cantuária. La misma cadencia aparece en “Humanos”, una balada cristalina con toques de blues. “Nossa estrada” mezcla aires de vals, blues, country y corrido mexicano; es uno de los pocos temas en los que toca solo la guitarra acústica, complementada con el acordeón de Rafael Meninão. Cierra “Verde mata”, el que más se aproxima en estructura al rock.

Son solo ocho temas, solamente treinta y un minutos de duración, canciones y tiempo suficiente para rencontrarse con el mejor Cantuária. ∎

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