“Neon Genesis Evangelion” es una de las series de animación más influyentes de los últimos años. El anime japonés protagonizado por Shinji Ikari sobre niños con ansiedad, depresión y dificultades sociales que han de pilotar robots gigantes para librar al mundo de una especie de castigo celestial primero revolucionó el universo de los friquis, pero, más tarde, de toda una generación. Los mechas existían mucho antes de dicha saga (los robots gigantes existen desde Mazinger Z o Gundam), pero “Neon Genesis Evangelion” les dio el componente poético, político y espiritual: Viva Belgrado, Yung Beef o Ghouljaboy también han hecho referencia a los EVAs evangelinos. Ahora, le toca a VVV [Trippin’you].
En “MECHARADIO”, VVV [Trippin’you] toman ese mismo imaginario para transformarlo en su nuevo sonido. Su quinto álbum de estudio se presenta como una emisión desde un planeta arrasado, donde la música es el último residuo de humanidad entre el metal oxidado y las ruinas. Con una narrativa retrofuturista y una sensibilidad melancólica, VVV se ponen en la piel de un mundo en la que ya no queda ningún ser vivo: lo reflejan a través de una mezcla de beats helados, voces distorsionadas y pulsos sintéticos que suenan como un intento de comunicación entre los escombros. Así, el nuevo álbum del trío funciona como una búsqueda de sentido en un paisaje donde lo real ya no importa. Por tanto, “MECHARADIO” respira una nostalgia futurista: los sintetizadores del bakalao valenciano, el pulso mecánico del post-punk y la melancolía artificial del synthwave se funden con el ruido glitch propio de un mundo digital en ruinas. VVV [Trippin’you], no obstante, reconstruyen esa herencia ochentera desde un presente modernizado. La nueva música del trío de Móstoles traduce ese espejismo contemporáneo en una experiencia sonora emocionalmente devastada: su nuevo LP es menos autodestructivo que los anteriores, pero es más derrotista.
El corte inicial, que da título al trabajo, abre con una percusión fragmentada y un bajo saturado que roza el industrial y el techno-punk, mientras “GIGAMUERTE”, más cercana al UK garage y al breakbeat, acelera el ritmo con líneas vocales que se disuelven entre la distorsión (“hay algo roto aquí y no sé bien por qué”), una declaración de agotamiento existencial que marca el tono emocional del disco. En “Dos gusanos” el grupo se acerca al post-punk ibérico, y “Urusai”, por su parte, coquetea con el hyperpop y el industrial glitch, un híbrido entre euforia y penitencia donde la voz flota sobre sintetizadores líquidos. Después del interludio “Aki Kaurismäki”, “Termita” retoma el pulso, a medio camino entre Arca y Nine Inch Nails. El tramo final combina la violencia contenida de “Sueños de acero y aceite”, la épica sintética de “Mao enamorado pilotando un mecha” y la descarga noise de “Furia cigarro”, que expulsa la tensión acumulada. Finalmente, “Zafiro” apaga la transmisión con lo-fi semiacústico: es lo más cerca que han estado los madrileños de fabricar una balada.
Estamos, sin duda, ante el disco más fúnebre de VVV: en un presente donde la línea entre lo humano y lo artificial se ha vuelto difusa, VVV [Trippin’you] convierten la saturación digital en una especie de conciencia colectiva. En su nuevo universo, y tal y como sucede en el final de “Evangelion”, no queda nadie del todo vivo, pero tampoco nadie del todo muerto. Perdón por el espóiler. ∎