Crónica de una muerte (ampliamente) anunciada,
“The Wind” es el testamento oficial y final del inconformista autor de
“Excitable Boy” (1978), las últimas palabras de un hombre que se enfrentó a la enfermedad sin plañideras ni lágrimas de cocodrilo. Y ¿cómo recibir estas once canciones sin dejarse llevar por el sentimentalismo ni la lástima estéril? La respuesta no existe, pero sí existe, o debería existir, la distancia y la casi siempre imposible objetividad, sobre todo para hacer justicia a un artista que nunca aceptó los elogios fáciles ni las palmaditas en la espalda.
Warren Zevon siempre estuvo en la segunda división del rock norteamericano, sin que esta afirmación deba leerse en clave negativa. Genios creativos, que marquen, hay pocos, y es en ese eslabón inferior donde se construyen con constancia y sin oropeles los cimientos que van levantando el verdadero armazón de la música popular. “The Wind” es un muy buen disco de rock, pero no alcanza las virtudes de, por ejemplo,
“Life’ll Kill Ya” (2000), su última gran obra en vida, probablemente la mejor.
A despedir al amigo moribundo acuden Ry Cooder y Dwight Yoakam, Bruce Springsteen y Billy Bob Thornton, David Lindley y Jackson Browne, T-Bone Burnett, Tom Petty, Emmylou Harris y Joe Walsh. Una corte funeraria con Jorge Calderón como maestro de ceremonias abriendo el grifo del blues eléctrico y de las baladas agridulces, del rock hiperventilado y del country de ciudad.
“Prison Grove” da escalofríos (esos latigazos de la
slide de Cooder, esos coros imponentes subrayando
“Shine on all these broken lives / Shine on / Shine the light on me”), aunque no todo el álbum llega a las mismos grados de temperatura emocional.
“Knockin’ On Heaven’s Door” podía haber sido otra cumbre, pero no alcanza –ni de lejos– el profundo éxtasis dolorido del original de Bob Dylan. “The Wind” confirma la recuperación del buen estado (artístico) del Zevon de los últimos años, pero para disfrutar de sus obras mayores se impone rebobinar.
“Keep Me In Your Heart”, implora al final. Sin problemas. Descanse en paz. Sus canciones, por el bien de todos, no deberían hacerlo nunca. ∎