El final de la crítica que en su momento escribí aquí de “Ruinas futuras” (2021) podría servir perfectamente para iniciar la del siguiente disco de Wild Honey. Entonces aludía a la importancia de Remate, ya no solo como coproductor, sino porque su estilo se había colado en el de Guillermo Farré para enriquecerlo. Y ahora se nota de forma aún más patente: el comienzo del primer tema, “Comida congelada” (“Guardé todas las fotos / de antepasados nazis / de mascotas y animales / de las enfermedades / capturas de pantalla / de horarios de autobuses / de las salas de espera / de entradas a hospitales”), bien podría ser una de las letras de “Cabello de ángel, tocino de cielo”, el álbum de Remate de 2016.
Y, sin embargo, “Morir en otra habitación” sigue sonando plenamente a Wild Honey. Se percibe el delicado trabajo de depuración estilística por su parte, narrando lo cotidiano en toda su literalidad, pero plasmando la poética, la extrañeza, lo extraordinario de lo que cuenta. Y lo que cuenta son vivencias en diversos grados de intensidad –desde una mudanza hasta la muerte de su padre–, pero sin ponerse intenso, sino todo lo contrario: con una sutileza hermosísima y apostando siempre por lo mínimo (la más larga de las cinco canciones está en 3:19), desarmando con versos como “Me he dado cuenta de que hoy llevas / tus zapatos elegantes (…) En una bolsa de Ikea / las cenizas de mi padre” (“Todo volverá a ser como antes”). El último tema, “Circuito”, lo construye Farré con voces en off de sus hijos y su pareja, un recurso que podría caer en lo cursi y que, sin embargo, aporta un efecto completamente diferente, como cierre de un recorrido circular en el que, tras la aceptación de la muerte, queda la fascinación por la vida y la belleza del mundo.
“El verano de Elia y Elizabeth”, que ya fue canción del día por aquí, es la que mejor ejemplifica las virtudes de este trabajo, tersamente elevada por las voces de Clara Viñals (¿podemos soñar con un disco entero de colaboración de ambos?) y los arreglos de cuerda de Sean O’Hagan, quien repite ahora en un disco entero de Wild Honey después de haber trabajado con él en cuatro temas de su álbum “Torres Blancas” (2017). “Morir en otra habitación” se presenta, por cierto, en un formato extraño. Es un mini-LP de 12”, con sus cinco canciones en la cara A, y, en la B, sus versiones instrumentales. Al escucharlas, parece un disco completamente diferente, dice Farré que similar a sus bandas sonoras, pero yo lo veo más bien como la fusión perfecta entre los universos de The High Llamas y Wild Honey, además de un buen reclamo para que, una vez hemos digerido las letras, nos fijemos ahora en la música. ∎