Álbum

Yann Tiersen

11 5 18 2 5 18Mute-[PIAS] Ibero América, 2022

Yann Tiersen logró el éxito masivo con la banda sonora de “Amélie” (Jean-Pierre Jeunet, 2001), un inesperado triunfo cinematográfico en el que influyeron de manera decisiva las estupendas partituras compuestas por el músico francés. Con los años, su propuesta ha tratado de esquivar el agotamiento y la repetición de diversas maneras, sonando siempre a sí mismo pero permitiéndose experimentar con otros estilos. Lo hemos escuchado acercarse al post-rock y al pop de manera indiscriminada sin perder por ello su lado más clásico y con resultados que, sin llevarle a conseguir un éxito tan descomunal y unánime como en los tiempos de aquella película, sí han seguido suscitando el interés en los aficionados a la música propiciándole una nutrida parroquia de fieles. Que ahora irrumpa con un disco de electrónica, aunque resulte inaudito, no hace sino confirmar la inteligencia del de Brest para no caer en el olvido y su compromiso con el arte más allá de los aspectos meramente comerciales.

El origen del álbum tiene que ver con un encargo del festival alemán de música para sintetizadores Superbooth, lo que dio a Tiersen la excusa perfecta para experimentar con el sonido. Así, aprovechando el parón propiciado por la pandemia, el músico se encerró en su estudio casero para dedicar todo el tiempo que fuera necesario a trastear y probar cosas nuevas con samples, efectos de sonido y demás herramientas del estudio. Y todo esto terminó desembocado en la creación de “11 5 18 2 5 18”, un disco de música completamente nueva que, tras el caparazón sintético, suena enteramente a Yann Tiersen.

Si “Kerber” (2021), el álbum que le precede (y con el que se lleva poco más de diez meses), se construía sobre un sutil colchón de electrónica, aquí esta ocupa un primerísimo plano. Si nos pusiéramos rimbombantes, podríamos definir el disco con algo tan cursi, manido, feo y probablemente sin sentido como “electrónica con corazón”. Es decir, melodías pop de regusto clásico que se desarrollan principalmente a partir de sonidos sintéticos y conducidas por patrones rítmicos más o menos complejos cuya percusión se basa en el uso del bombo como elemento principal. Si hay que enmarcarlo estilísticamente, podríamos citar a referentes muy diferentes entre sí pero cuyas esencias pueden entreverse en las costuras de este trabajo: artistas como Autechre, Giorgio Moroder, Vangelis o Portishead.

Los primeros compases de “11 5 18 2 5 18”, la pieza que abre el álbum y que le da título, resumen y remarcan el carácter diferenciador de la obra. Encontramos momentos ambient, diversas capas de ruido, arpegios de piano y, en fin, una amplia paleta de sonidos y arreglos que van apareciendo aquí y allá convirtiendo la escucha atenta en una experiencia muy gratificante.

Para ir terminando, “11 5 18 2 5 18” (lo de la numerología de los títulos lo hablamos otro día) es un disco interesante y cargado de detalles, pero parece evidente que su traslación al directo completará de manera importante la experiencia que el bretón propone aquí. Y aunque probablemente no entrará en los puestos de honor de lo mejor del año, complacerá tanto a sus seguidores más clásicos como a los más aventureros (aunque quizá un poco más a los segundos). Una vez más, hay motivos suficientes como para seguir atentos cada nuevo paso que da el bueno de Yann Tiersen. ∎

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