Buscando la luz.
Buscando la luz.

En portada

Depresión Sonora

Aprendiendo a ser como Snoopy

Fotos: Alfredo Arias

28.10.2025

A veces hay que aprender a excavar más profundo en nuestros propios pozos para dar con algo de luz. Es una de las ideas que sustentan “Los perros no entienden internet (... y yo no entiendo de sentimientos)”, el segundo álbum de Marcos Crespo al frente de Depresión Sonora, una especie de reconciliación con la oscuridad propia, pero también un canto a la vida, a la naturaleza, a la memoria, a las cosas sencillas.

E

l vallecano Marcos Crespo, Markusiano para los amigos y Depresión Sonora para la gente en general, vivía inmerso en un proceso de evolución personal cuando lanzó, a principios del año pasado, su EP “MAKINAVAJA” (Sonido Muchacho, 2024). Ahora, con perspectiva, lo reconoce como el fruto de un momento más experimental que sincero, pero también como una parte fundamental en la transición hacia el que es su segundo trabajo largo, “Los perros no entienden internet (... y yo no entiendo de sentimientos)” (Sonido Muchacho, 2025). Inspirado en los perros, claro, y en un consumo casi obsesivo, pero también cada vez más crítico, de internet, este nuevo álbum deja ver a un Marcos más tranquilo, que bascula desde la ansiedad y la opresión de días pretéritos hacia algo parecido a la luz, pero sobre todo hacia un sonido más natural que conecta, desde la opulencia y la riqueza, con las cosas sencillas: al aire libre –o al aire, libre, mejor–, Markusiano sueña con vivir en el campo y al menos consigue que deje de importarle el ruido de la trituradora.

Después de empezar a ir a terapia, y aprendiendo a bucear más profundo en el pozo de sus sentimientos, el madrileño paradójicamente encontró la luz, y de ese proceso es esencialmente testigo este nuevo álbum: una reconciliación con las penumbras de la vida y un canto vitalista que celebra el simple hecho de estar vivo, porque estar vivo significa que todavía podemos disfrutar de lo más simple, como hacen los perros, pero también amar, rebelarnos contra las cosas que no nos gustan y entender que, sin el dolor, la experiencia nunca sería completa y jamás aprenderíamos a valorar lo que de verdad nos mueve, nos emociona. Hablamos con él un par de semanas antes del lanzamiento de su esperado segundo álbum, y tan solo dos días antes de que se desmarque de los habituales prescriptores del buen gusto con un EP de tres canciones en el que Bb trickz se monta en bases de su primer disco:“Al principio tenía dudas”, reconoce. “Pero se me quitaron cuando fui con ellos al estudio. Están loquísimos, ella y sus productores. Me pareció realmente muy punk todo su proceso, y ahí ya lo tuve clarísimo”. Algunos ladrarán, pero Marcos también ha aprendido a hacer del ruido un compañero fiel.

Marcos Crespo: experiencia completa.
Marcos Crespo: experiencia completa.

¿Desde cuándo llevas con este disco en la cabeza?

Pues un par de años, pero el momento de ponerse a hacer canciones fue en junio-julio del año pasado y realmente el disco yo lo tenía ya grabado en marzo. Ha sido un proceso bastante rápido de composición y producción a la vez.

¿A la vez?

Compongo en mi casa solo, pero en esta ocasión iba llevándolo todo al estudio según iba haciendo. Harto (se refiere al productor Javier “Harto” Rodríguez) es un hombre ocupado y hay que ajustarse también a sus tiempos; yo agradecido de que saque tiempo para mí.

¿Cómo curras con él?

En general yo lo llevo todo ya compuesto y con él hago un poco todos los retoques… Pues un cambio armónico aquí o restructurar este tema… A veces, directamente, es “esto que has traído aquí es una puta mierda”. Es ese pequeño empujón en temas de producción que necesitas para que no te coma el disco. Siendo uno solo… o eres un genio y tienes muchísimo tiempo o estás muerto. Pero en general el setenta por ciento de la producción puede ser mía, y todos los detalles frikis son idas de olla que se me van ocurriendo, y sobre algunas Harto me dice: “Oye, vamos con ello”, y otras: “Tú, te estás pasando”. Y luego con Paco Loco fue más terminar de hacer las cosas que Harto no me iba a dejar hacer (risas). Con él es que era en plan “¿Que quieres pasar esto por una cinta de un cuarto de pulgada y que luego pase por un casete y luego por una reverb de los noventa y que luego vuelva por un altavoz y lo saquemos por un micro? ¡De puta madre! Mañana por la mañana lo tengo preparado y lo grabamos”.

Son productores muy distintos, ¿cómo has manejado el equilibrio entre ambos?

Al final con Paco fueron diez días, y todo venía ya muy pensado y muy producido. Sí fui con una lista de ideas de quiero hacer esto o lo otro, y al llegar allí pues sí que es verdad que encontrarme con ciertos cacharros a los que yo lógicamente no tengo acceso –yo que sé, una reverb Eventide H3000 que te puede valer 2000, 3000, 4000 euros, pues yo no lo puedo tener en mi casa, por lo que sea– me inspiró para darle una vuelta a alguna cosa.


“Cuando alguien empieza a dibujar tiene una idea de lo que quiere hacer en la cabeza y luego lo que le sale es completamente diferente, pero según va practicando va reduciendo la distancia entre la idea y el resultado. Yo creo que esta vez sí que he sido más capaz de plasmar realmente la idea que tenía en la cabeza”

Marcos Crespo



Has subido hasta una lista de cacharros con los que has grabado el disco…

La lista esa me parecía muy interesante porque permite acercarse muy bien a la idea de cómo suena este disco. Es todo hardware; luego a nivel de software es otro mundo, hay muchísimas más cosas que tampoco quiero revelar porque ahí es donde están la mayoría de trucos, y algunos son demasiado fáciles (risas). Pero, bueno, a nivel de unificar todo la verdad es que tenía bastante claro el sonido. Hace cinco años intentaba imitar todo ese sonido analógico con los medios que tenía, digitales, y ahora sí que he conseguido ir introduciéndome en lo otro y con mayor conocimiento, ir aunando más los dos mundos. Al final es decir: “Tengo todas estas herramientas, ¿qué puedo hacer con ellas?”. Esto es otra cosa en la que también me he visto más fuerte en este disco, la capacidad para expresarme como quiero: cuando alguien empieza a dibujar tiene una idea de lo que quiere hacer en la cabeza y luego lo que le sale es completamente diferente, pero según va practicando va reduciendo la distancia entre la idea y el resultado. Yo creo que esta vez sí que he sido más capaz de plasmar realmente la idea que tenía en la cabeza.

¿Dirías entonces que esto se acerca definitivamente más a lo que tú quieres que sea Depresión Sonora?

En cierto modo, sí. Siempre digo que veo el proyecto como una función límite, nunca va a llegar a la perfección porque siempre espero tener algo nuevo en la cabeza. Y ahora estoy encantado, igual que cuando saqué “El arte de morir muy despacio” (Sonido Muchacho, 2022), pero a lo mejor dentro de tres años te digo que estoy cansadísimo y que no me representa. Lo mejor de este disco para mí es que creo que he conseguido generar una evolución y no un cambio: está la semilla de lo que es el proyecto, pero está vestido de una manera más elegante. También lo veo más maduro, y eso creo que hace que si tú estabas montado en este tren puedas continuar subido. Y también lo veo más variado, que es una cosa que siempre me rayó del primer disco, que hubo gente a la que le pareció monótono y a mí eso siempre me ha molestado salvo en discos de punk o de electrónica y ambient. Y el proyecto mío no va por ahí, así que quería que fuera interesante, que sucedieran cosas… También es un proyecto que nace de internet, con muchas referencias, que se apoya en el revival de cosas mezclado con cosas más modernas, y quería que todo eso se plasmara en el disco.

¿Cómo has vivido tú este proceso entre los dos discos, con el proyecto de repente funcionando mejor de lo que creo que cualquiera hubiera podido imaginar, incluido tú mismo? Explotando también en Latinoamérica; en México, de hecho, eres casi un nuevo ídolo...

(Risas). Sí, sí, me va mejor allí que aquí. Me tienen más cariño. Cuando llegó el primer vídeo de mil visitas ya fue un poco loco, porque yo lo había subido un poco de coña. Y recuerdo que al año o los dos años, que me fijaba en proyectos internacionales más o menos parecidos… Me gustaba mucho Black Marble, por ejemplo, y decía “buah, tú, tiene 200.000 oyentes en Spotify, creo que este puede ser mi recorrido, puedo llegar hasta ahí, puede ser un límite de puta madre donde poder hacer cosas…”. Y ahora está el proyecto en un millón.

Siempre en movimiento.
Siempre en movimiento.

¿Y notas cierta penetración, a través de eso, en Estados Unidos?

A ver, creo que todo lo que pasa en Latinoamérica va a acabar entrando en Estados Unidos, y concretamente la relación México-California es muy estrecha. Porque hay mucha gente. Y no solo eso, sino que es que hay chicanos de segunda y tercera generación que ya ni siquiera hablan español, pero están conectados con eso. La última vez estando allí me pasó algo así: te plantas en San Luis Obispo, que es un pueblo, y los chavales te dicen en inglés que no tienen ni idea de español pero que su abuelo les hablaba en español y lo entienden, y que por eso les gusta tu música e intentan descifrar las letras. Es muy guay que llegue hasta ahí, tío, y más con gente que está muy deslocalizada dentro de Estados Unidos, porque muchos ya no son latinos pero tampoco son del todo estadounidenses, entienden el español pero a lo mejor no los reconocen del todo en una comunidad de hablantes… Quizá se genera una sensación de renegado, de no encajar, que puede que conecte con mi música.

¿Has tenido vértigo mientras vivías todo esto o has sido capaz de disociar un poco?

Pues va por momentos. Intento no ver los números, porque suben, bajan, y eso puede generar ansiedad de cara a tu propio proyecto, pero también enturbiar la música que estás haciendo en ese momento, condicionarla de alguna manera. Además creo que es un error, artísticamente, estar pensando en públicos objetivos y esas cosas, porque más de un grupo se está equivocando últimamente en este sentido.

Cualquiera podría decirte que para ti es fácil decirlo…

Bueno, sí, pero yo hablo por mí, claro. En cualquier caso, creo que es un buen mensaje para esos chicos que están intentando hacer música y se montan una banda en Madrid y ya están pensando en que quieren hacer una Wurli, una Sol y una Riviera y en todos los amigos que van a invitar antes de ponerse a escribir canciones. Tus amigos no van a ser tus oyentes, a la mayoría de mis amigos se la suda la música que hago.


“Siempre digo que veo el proyecto como una función límite, nunca va a llegar a la perfección porque siempre espero tener algo nuevo en la cabeza. Y ahora estoy encantado, igual que cuando saqué el anterior álbum, pero a lo mejor dentro de tres años te digo que no me representa”

Marcos Crespo



Tiene que ver también un poco con que vosotros, toda la peña que viene un poco de la ola dormitorio, o los artistas urbanos en otro espectro, hayáis demostrado de algún modo que se puede tener éxito. En el fondo quizá habéis plantado un horizonte más aspiracional.

Sí, pero es que creo que esto ya no solo va en la música, porque yo he podido tener éxito pero no estoy dando unas claves del éxito como si hubiese una fórmula. Paso mucho tiempo en internet, en parte por eso he hecho este disco, y lo que veo es mucho chaval obsesionado con las cuentas de marketing digital y gente de bandas que se dejan llevar por esta movida de subir no-sé-cuántos vídeos al día, potenciar el engagement… No funciona así, tío. A la gente le tiene que entrar la música por algún lado, ya sea cultural, emocional… Venderlo ya viene después: es un upgrade, un DLC. Que yo entiendo que es complejo, ¿eh?

Claro, es muy fácil decir que lo importante no es llenar salas cuando llenas salas. Porque si no las llenas se convierte ya en un tema puramente material.

No, está claro, al final esa honestidad artística no quiere decir que un proyecto vaya a funcionar, y puede no hacerlo, pero a lo mejor también hay que aprender a aceptar eso, ese “fracaso”. Desde luego creo que convertirse en un producto vacío que hace la música que dicta un “mercado” tiene pocas posibilidades de calar salvo que vengas de una familia rica o seas muy guapo o tengas unos amigos muy guays y muy bien posicionados. Al final esa peña del trap, por ejemplo, empezó sin ninguna pretensión, y todo sale de ahí: el éxito viene de esa no pretensión. Y esa debería ser la lección, no el hecho del éxito en sí mismo. Yo qué sé, he visto mucha gente con mucho éxito que está realmente destruida: al final la música debería estar para escucharla, compartirla y disfrutarla, y no para contarla.

¿Te da miedo destruirte?

Pues es un trabajo constante, ¿no? Ya a nivel personal. Hay que tener cosas claras, y es complicado. Y sobre todo controlar el ego es una cosa compleja. Que es un tópico, pero es así: un día tienes 2000, 3000 personas gritando tu nombre y diciéndote que eres el puto amo y a las tres horas estás tú solo en una habitación de hotel en una ciudad que te la pela. Y nadie te ha escrito al WhatsApp, ¿sabes?

Se olvidan de ti un poco cuando te vas de gira, ¿no?

Sí. Y pasa un poco lo mismo cuando un colega se va una temporada a otra ciudad a estudiar o a trabajar, por ejemplo. Con el tiempo pues vas desapareciendo, y yo he desaparecido muchas veces. Y lo notas mucho en las amistades al final: nadie te ha escrito porque saben que no estás, ya lo han dado por asumido y a veces es difícil revertir esa situación.

Obsesiones y emoción.
Obsesiones y emoción.

También hablas de honestidad respecto a tu música en la explicación que das del álbum. ¿Sientes que tu proyecto no ha sido honesto en el pasado con lo que tú sentías?

No es que no fuera honesto, sino que uno es capaz de hacer introspección hasta cierto punto; hay barreras y trabas mentales. En el primer disco está “Te mientes a ti mismo para ser feliz”, que es una cosa sobre la que pensaba mucho entonces. En este he tratado de romper esa barrera emocional, y creo que se refleja en cosas como la manera de cantar o la expresión, por ejemplo.

Menos frío desde luego sí que es.

Claro. Y es que todo tiene sentido, porque ese “no tan frío” también va acompañado de un sonido que tampoco es tan frío, es un analógico mucho más orgánico, más redondo, más brillante… También empecé a ir a terapia hace un año y medio y me empecé a dar cuenta de que muchas veces hablaba de algo pero desde un lugar de represión mía, propia, y que en muchos casos había mucha más profundidad. Ahora sí me siento capaz de desbloquear todo eso, pero lo mismo que te he dicho antes: a lo mejor dentro de dos, tres años, te digo lo contrario, o me veo a mí mismo con paternalismo, o me olvido de cosas que creía que eran importantes. El disco también habla mucho de la memoria y de los recuerdos. Empieza diciendo “Todo lo que olvido es importante para no volverme loco” y termina con “Qué pena que nos vayamos a olvidar de todo esto”... Vivimos en un momento en el que todo el rato se nos obliga a olvidar para sobrevivir: no pienses en la guerra, no pienses en la vivienda, disóciate con las redes sociales, tal y tal. Nos olvidamos de nosotros mismos y se pierde cualquier capacidad de reflexión, de pensamiento. Vi el otro día un vídeo en TikTok, ya dándole la vuelta a todo (risas), de una chica que hablaba un poco de la filosofía de Snoopy, y es que es mi disco. Y es un perro. Mira, te lo voy a enseñar porque me parece muy guay… Mucha gente relaciona Depresión Sonora con canciones tristes, por el propio nombre del proyecto seguro, pero yo realmente no lo veo todo tan triste en general. Creo que lo veo todo de una manera más vitalista de lo que puede parecer. Sí, absurdo; sí, nihilista en algunos puntos y en otros no. Pero todo lo que cuento forma parte de la vida.


“Vivimos en un momento en el que todo el rato se nos obliga a olvidar para sobrevivir: no pienses en la guerra, no pienses en la vivienda, disóciate con las redes sociales, tal y tal. Nos olvidamos de nosotros mismos y se pierde cualquier capacidad de reflexión, de pensamiento”

Marcos Crespo



Podríamos llamarlo la paradoja “Just Like Heaven”: la gente no suele entender la penumbra, el claroscuro, y siempre tiende a pedir que la luz sea muy clara y que la oscuridad sea muy oscura. Y probablemente mucha gente no entendió que en los discos de The Cure había muchísima luz hasta que Robert Smith decidió hacerla evidente en “Just Like Heaven”.

Claro. Pero todos tenemos grises: la gente tiende a huir de ellos porque quiere evitar el dolor; yo pienso que la vida es justo lo contrario. Hay que ser capaz de interiorizar el dolor, asumirlo, aceptarlo, vivir con él para disfrutar realmente de la vida. Al final evitar las cosas no hace que desaparezcan ni que dejen de suceder, que es uno de los cambios más grandes que ha habido en mí en los últimos años: dejar de evitar ciertas cosas y aceptar más lo que duele.

¿Has sido más feliz este último año?

He disfrutado más. Y me he divertido mucho haciendo el disco, he jugado una barbaridad. Hay samples de dibujos animados, de “Agallas, el perro cobarde”, ¿sabes? He metido la voz de Totakeke, el perro del “Animal Crossing”, porque una niña me regaló un peluche de él en un concierto y yo justo iba como rapado y dije “hostia, soy yo”. Así que cogí su voz e hice un sinte con eso. También hay un programa que se utilizaba para hacer los anuncios de la Renfe en los 2000, como un Loquendo antiguo que se llama Talkie, que lo usaron también Crystal Castles para hacer el tema este de “laaa cocaíiiinaaa” (se refiere a “Untrust Us”). Hay un solo que lo saqué del “Floods” de Pantera… Sobre ese tema recuerdo además que estábamos Harto y yo bajando en el coche a El Puerto de Santa María, al estudio de Paco, y nos pillaron en la carretera las lluvias torrenciales aquellas de marzo, que cortaron la A-4, y tuvimos que ir por la carretera nacional y grabamos al final el parabrisas de mi coche con la lluvia y se ha quedado ahí, es lo que suena de fondo con el solo ese metalero. “Qué pena que nos vayamos a olvidar” fue una de las fumadas que hice con Paco: pusimos un micro en mi voz, otro en la guitarra, dos en el cuarto reamplificando lo que yo tocaba, y luego eso lo metimos en una cinta de un cuarto –que tengo un vídeo por ahí acelerando la cinta y haciendo lo del final de bajarlo– y todo de la cinta a un casete y de ahí ya al ordenador. El interludio es como un texto de la Biblia modificado que define un poco el éxodo del disco, como si Moisés hubiera bajado del Sinaí con las tablas de la ley, se las hubiera pasado por el forro y se hubiera ido de fiesta con los del becerro de oro… He hecho lo que me ha salido de los cojones.

“Qué pena que nos vayamos a olvidar”, tema que cierra el nuevo álbum.

¿Te has planteado alguna vez hacer banda el proyecto, a nivel composición y tal?

Bueno, René me ha ayudado con cosas en este disco. Yo no lo cierro a los chicos que tocan conmigo, siempre les he dicho que si me quieren proponer algo estoy abierto. René se vino unos días a El Puerto, por ejemplo, porque como es él quien va a tocar esas cosas en directo le dije“pues tío, bájate y lo grabas tú”. Y al final entra Harto a producir, Paco Loco a grabar, entra Chris Coady a mezclar, entra Greg Obis a masterizar, entra la gente de Bandiz Studio en el arte… Al final las canciones nacen de mí y las letras salen todas de mí, pero no deja de ser un proyecto que no puede no ser colaborativo. Sí, joder. Vamos con tres sintes, tres guitarras a la vez muchas veces, Chan se está sacando todos los breaks con la batería, le hemos puesto también unos pads para tirar así los toms más gordos, sin coros lanzados porque todos cantamos menos el batería… He comprado una mesa de sonido, unas pedaleras loquísimas… Mil movidas.

Es la gran apuesta, ¿no?

Bueno, la primera te diría que fue ir la primera vez a Estados Unidos, que fue una locura. Porque Coachella por ejemplo sí salió bien pagado y apañamos bien la gira después, pero la primera vez fuimos a un festival que se llamaba Darker Waves y abríamos el escenario de New Order, ¿sabes? Molaba que flipas la idea y al final fue una apuesta grande: tuve que sacar visas para todo el mundo, que son una puta locura de caras, luego se me caducaron porque no duran hasta equis tiempo… Es un país muy caro… Pero, sí, después de eso ha sido la apuesta más tocha que he hecho con el proyecto.

¿Escuchas mucha música?

Últimamente estoy escuchando mucho trance. Aunque va dependiendo un poco de la época, en general sí escucho mucha música, y escucho de todo. Me voy haciendo mis playlist de inspiración y tal; por ejemplo para lo siguiente ya lo tengo todo más o menos organizado y ya he empezado a meter muchas cosas. El otoño pasado me obsesioné mucho con The Cure y la producción de “Disintegration” (1989) la he tenido superpresente. “Lullaby” es clave para “Guárdame este secreto”. Hay cosas de mi época, de escuchar mucho Deftones. También me dio por escuchar un par de discos de Los Planetas cuando tocamos con ellos y creo que de ahí saqué un poco de inspiración por ejemplo para “Vacaciones para siempre”... También me compré un montón de libros y de cómics sobre perros… Y hay muchos sonidos de perros (risas). ∎

Etiquetas

Contenidos relacionados