Rustie

En 2015, un Rustie derrotado y sobrepasado –que veía agravarse su diabetes y sus problemas mentales por la adicción y los excesos de una vida girando en los circuitos de club– se apartaba del foco y cancelaba todos los compromisos de presentación de su tercer disco, “EVENIFYOUDONTBELIEVE”. Desde entonces, y aunque en 2022 regresara de entre las sombras para una celebración en Glasgow del sello Numbers –que lanzó su carrera y la de Hudson Mohawke antes de sus fichajes por Warp, y que en aquel momento, a principios de los 2010, también publicó a SBTRKT, a Jamie xx o a SOPHIE–, no había sacado música. Hasta ahora.

Casi una década después, Russell Whyte regresa con “Black Ice Mudra”, un trance drumless apocalíptico de espíritu progresivo que tanto conecta con lo que está haciendo Evian Christ –maximalista y deconstruido– como con su último trabajo, especialmente sus primeros cortes –de “Coral Elixrr” a “Atlantean Airship”–, donde ya mostraba signos de esa despresurización trancera. Realmente tiene todo el sentido: cuando Christ empezó, Rustie estaba entre sus grandes referencias, como toda esa generación de disruptores sonoros –Hudson Mohawke, SOPHIE, Oneohtrix Point Never– que hicieron colisionar en un mundo virtual el progressive, el hip hop y el trap, la bass music –del dubstep al purple sound y al crunk–, el electro maximalista, el vaporwave o el glitch.

Ahora, con un nuevo paradigma funcionando para explicar la música de baile, es un buen momento para recordar que quizá sin Rustie no tendríamos hoy a un Evian Christ, del mismo modo que sin un Hudson Mohawke no tendríamos a A.G. Cook. Cuando Estados Unidos pareció monsterizar sus sonidos, codificarlos en un lenguaje más bro y convertirlos en gasolina para streamers y carne de Ultra Music Festival, fue esta nueva generación de adelantados herederos la que supo vigilar esa llama púrpura para que no se extinguiera. Y hoy, con ellos seguros de su reinado y la vuelta al ruedo de los OGs de los 2010 en una forma envidiable, refulge con más vigor que nunca. ∎