El fantasma de la transición, que dirían Triángulo de Amor Bizarro, sigue generando hijos deformes. Reflejos distorsionados de una promesa que tenía trampa. El futuro dejó de molar hace tiempo, ya nos lo advirtieron los barceloneses Chaqueta de Chándal desde el mismo título de su segundo álbum. Y uno de los síntomas es que los eslóganes del pasado han sido secuestrados por personajes públicos de dudosa calaña. ¿Hay un término que haya sido más devaluado y prostituido en los últimos años que el de “libertad”? Los onubenses Jarcha le cantaban a la libertad sin ira en los albores de nuestra democracia, y el trío formado por Guillem Caballero (voz, teclados y sintes), Natalia Brovedanni (voz y guitarra) y Alfonso Méndez (batería y coros) retoma aquella cantinela para invertirla (o negarla) y así rematar su nuevo single, “Objetivo indiscreto”, revestido de ácida contemporaneidad: “Y al fin, libertad, y si no la hay, sin duda, no la habrá”.
En ella se advierte, al igual que ocurría con “Declaración Universal de unos Desechos Humanos”, el anterior adelanto del que será su tercer álbum, a publicar en octubre bajo la supervisión del siempre certero Joan Colomo, que la versatilidad y la guasa no decaen en su discurso. “Eliges progreso, eliges una supuesta vida mejor y se oyen las risas, y tú tragas y tragas… es control, no es protección”, dicen al principio de estos dinámicos (casi) cinco minutos, marcados por un ritmo sincopado, sintetizadores hipnóticos, guitarras eléctricas que demarran cual descontrolada turbina y una trompeta, la de Pablo Volt, que supone la guinda que le faltaba a esta pieza de sinuoso rock psicodélico, sometida a algunos de esos cambios de ritmo que ya son marca de la casa: atentos al acelerón que se produce a los dos minutos y medio. El llamado capitalismo de vigilancia, ante el que todos doblamos la cerviz bien a gusto, regurgitado entre vaharadas lisérgicas que incluso invitan al baile. Cómo debe sonar esto en directo. ∎