Aunque a veces se ha escrito que Paul Morrissey (1938-2024) era el alumno aventajado de Andy Warhol en materia cinematográfica, la realidad es que eran dos directores de estilos opuestos: Morrissey asumió las propuestas fílmicas digamos que más narrativas que surgieron de la Factory. Warhol fue el productor de “Flesh” (1968), “Trash” (1970) y “Heat” (1972), la trilogía con la que Morrissey se convirtió en una de las cabezas visibles del cine underground norteamericano de aquellos años de transición entre décadas, más en sintonía con el iconoclasta John Waters desde Baltimore y de los directores de la vanguardia neoyorquina de una década antes. Son filmes de realismo sucio, cámara urgente –a veces atribulada– y estilo documental, muy velvetianos, dirigidos, escritos y fotografiados por Morrissey, los tres protagonizados por una de las estrellas masculinas de la Factory, Joe Dallesandro –y con presencia de varias de las actrices de la casa, como Holly Woodlawn y Candy Darling–, y el tercero con banda sonora de John Cale.
Durante muchos años se los vio como pertenecientes al cuerpo cinematográfico de Warhol, filmes del productor antes que del director, pero cualquier comparación con las más radicales películas warholianas, de “Sleep” (1963) a “Chelsea Girls” (1966), elimina de un plumazo el protagonismo de Warhol en esta trilogía: son filmes de un Morrissey que exploraba de otra manera los conflictos sexuales, la prostitución, el travestismo, las drogas y la cultura urbana, aunque el primero de ellos se vendiera publicitariamente como “Andy Warhol’s Flesh”; de ahí, quizá, una confusión solventada con el tiempo.
Warhol retiró sus películas de circulación y abandonó la dirección precisamente en 1968, de modo que “Flesh” (sobre un yonqui que se prostituye para pagar el aborto de la amante de su esposa), “Trash” (sobre un heroinómano impotente) y “Heat” (en la que un actor caído en desgracia se prostituye para rebajar el alquiler de su apartamento e intima con una vieja estrella del cine) era lo único con rasgos o hipotético sello warholiano que se podía ver en los cines. Morrissey apelaba a una cultura cinéfila bien distinta a la de su mentor: “Heat” termina siendo una parodia muy cínica de “El crepúsculo de los dioses” (Billy Wilder, 1950).
Morrissey se había forjado junto a Warhol como director de fotografía –por ejemplo en los famosos “Screen Test” (1964-1966)–, montador, ayudante de dirección o codirector de títulos como “I, A Man” (1967) y “Lonesome Cowboys” (1968). En este período de esplendor underground rodó también “Women In Revolt” (1971), filme no especialmente complaciente con el movimiento de liberación femenino que mezcla ninfómanas, vírgenes y un grupo de militancia feminista. A principios de los setenta llegarían otras dos películas apadrinadas por Warhol, protagonizadas por Dallesandro y Udo Kier y realizadas en Italia. Son dos atropelladas revisiones de mitos del género fantástico, “Carne para Frankenstein” (1973) y “Sangre para Drácula” (1974), cintas que han resistido mal el paso del tiempo, aunque el empleo del 3-D con insertos gore de la primera tenga su gracia.
Desvinculado de Warhol, Morrissey tendría una posterior trayectoria muy errática con la excepción de “Sangre y salsa” (1984), un drama criminal en torno a la guerra del narcotráfico entre bandas latinas y brasileñas. Su última película fue “News From Nowhere” (2010), en la que sumó a sus intereses habituales el tema de la inmigración. ∎