una hora un poco tonta de la tarde, pero definitivamente demasiado tarde para comer y también demasiado pronto para merendar, Cristian Quirante, Alizzz, se toma un café y una porción de pizza en la trastienda de un taller polivalente en el barrio barcelonés de Gràcia al que llega apurado. “Perdona, que voy a tope con mil cosas”, cuenta, cuando todavía faltan tres semanas para el lanzamiento de “Conducción temeraria” (Whoa!-Warner, 2024), su segundo álbum. Sin duda, al productor en la sombra se le ha llenado la agenda pública de un tiempo a esta parte.
En septiembre de 2020, cuatro años después de acelerar definitivamente el giro urbano en España produciendo a C. Tangana y Rosalía en “Antes de morirme” (2016), Alizzz reseteaba su carrera con “Todo me sabe a poco”, su primer single siempre y cuando no tengamos en cuenta el material club que hace una década lo situó como una rareza future bass en la escena electrónica nacional. Pero definitivamente “Todo me sabe a poco”, con sus ecos post-punk y sobre todo con su voz en primer plano, abría un nuevo horizonte. De repente el productor era cantante.
Tras dejar atrás un reguero de singles que confirmaban que todo esto era mucho más que una anécdota, un año después publicaba “Tiene que haber algo más” (Whoa!-Warner, 2021), su primer álbum, para completar la reconversión. Esa que ahora lo lleva hasta “Conducción temeraria” después de haber puesto en circulación el EP “BOICOT” (Whoa!-Warner, 2023).
¿Cómo de difícil es hacer un segundo disco?
Para mí ha sido sencillo porque lo he ido haciendo muy paulatinamente. No sé cómo lo hace el resto del mundo, pero yo voy trabajando cuando estoy inspirado, cuando siento una chispa, cuando me ha pasado algo. Ahí, de repente, puedo hacerme tres canciones en una semana. A nivel de estética y de producción, el hilo del que empecé a tirar fue trabajar con la banda, sobre todo con Ferran Gisbert, que es mi guitarrista, y con Rodrigo Hernández, mi batería. Con ellos descubrí otra manera de hacer música, empecé a grabar instrumentos reales. Que nunca lo había hecho, aunque parezca mentira. Nunca me había puesto a grabar a gente. Haciendo sonar la guitarra de maneras peculiares, encontré un hilo del que tirar que me parecía fresco y que no había hecho nunca.
El disco parece que gira alrededor del concepto del coche, la carretera, la velocidad. ¿De dónde viene?
A mí me gusta mucho conducir. El coche es uno de los sitios donde más me gusta escuchar música y donde más ideas se me ocurren. Además siento que en los últimos tiempos, en la vida y en la música, he ido muy deprisa, a veces demasiado. Y he necesitado parar. Me parecía una buena manera de explicar un sentimiento y además darle una capa conceptual para el disco. Me daba pie a muchas cosas a nivel estético e incluso me ha ayudado a escribir.
Desde fuera parece un disco más oscuro que el primero. Tú, desde dentro, ¿cómo lo percibes?
A mí estas canciones me sugieren velocidad, ir a lo loco, no pensar mucho en las consecuencias. Siento que me he retorcido a mí mismo en el disco y creo que se nota. He intentado distorsionar y destruir el sonido para que la gente entendiera bien el mensaje de las letras. He experimentado con la guitarra lo más que he podido tanto para sentir que estaba haciendo una propuesta artística actual como para que el sonido estuviera acorde a las letras.
“Tiene que haber algo más” salió todavía con la gente vacunándose, en un contexto que todavía era raro, en noviembre de 2021. ¿Llegaste a asumir en algún momento que no lo ibas a poder presentar y luego tuviste que cambiar el chip para ser un frontman de verdad?
Si te soy sincero, ni me acuerdo de qué sensación tenía en ese momento. Pero a mí siempre me ha ilusionado poder llevar el proyecto al directo, desde el principio. En los primeros ensayos recuerdo que ya pensaba que todo iba a crecer mucho con el directo, pero al mismo tiempo estaba cagao. Me había subido ya a 80.000 escenarios, pero nunca de esta manera. Por suerte, aunque soy una persona tímida, me suele pasar que suelo crecerme cuando soy más personaje. Y en el escenario me pasa: se ha convertido en uno de mis momentos favoritos, me da una sensación de euforia que me gusta mucho vivir. Recuerdo simplemente tirar para delante. Pensar “me da miedo, no sé cómo va a salir”, pero tirar pa’lante sin tener muy en cuenta qué podía pasar. Si salía bien, pues bien. Y si salía mal… Y de momento ha salido bien.
Al final sí que pudiste presentarlo en directo y de hecho fue una gira muy larga. ¿Crees que esa experiencia en el escenario ha influido en el segundo álbum?
Trabajar con la gente de mi banda ha sido uno de los leitmotivs del disco. Gracias a ellos he sabido cómo contar todo esto. Componer, ensayar, tocar con ellos… O simplemente pasar tiempo con ellos me ha ayudado muchísimo. Hace tiempo que saben que son un pilar del proyecto, pero se lo vuelvo a agradecer. Si no hubiéramos tocado tanto, el disco no habría sido el mismo o directamente no habría disco.
Al principio has citado a Ferran Gisbert, que está en tu banda, hace de director musical de tu proyecto y ha producido contigo el disco. ¿Incluso Alizzz necesita un Alizzz?
Mi proyecto podría haber tirado para muchos sitios, pero ha tirado por el camino de trabajar con músicos. Y yo puedo ser muchas cosas, pero como músico soy muy justo. He descubierto lo que podían darme otros músicos, como Ferran o Rodrigo, y me he puesto muy en manos de ellos. Para mí es una gozada trabajar con un músico. Le pides más tristeza, más épica, lo que sea, y te lo da. No tienes que estar tú delante de un ordenador, que al final es una pared. Ahí estás teniendo una relación personal con alguien. Ha sido un disfrute.
¿Vocalmente hay algo en “Conducción temeraria” que no te atreviste a hacer en el primero?
Me he conocido mucho más a la hora de interpretar. Respecto a la interpretación, creo que este disco le da mil patadas al anterior. No me refiero a poderío vocal, porque no sé cantar mejor, pero sí sé interpretar mejor y expresarme mejor. También creo que he mejorado a la hora de hacer melodías de voz. Me acuerdo de que en la grabación del primer disco simplemente susurraba. Hasta que no me ponía muy cerca del micro no sentía que mi voz tenía una sensibilidad. Y ahora he encontrado otras maneras.
¿Te costó sentirte de igual a igual entre músicos?
Siempre ha sido fácil. Creo que yo desde el principio he colaborado con un tipo de artista que de alguna manera respetaba mi trabajo como productor. Y entonces me daban un voto de confianza. Es obvio que mi trabajo como productor me situaba en un sitio en el que me iba a prestar atención, pero creo que ha funcionado porque tenía que funcionar, porque estaba bien. Mi pasado me ha abierto algunas puertas, pero yo creo que los artistas con los que colaboro ya ni se acuerdan de mi trabajo como productor.
Es que has completado la transformación muy rápido, ¿no? ¿Cómo lo has hecho?
No fue un paso sencillo de dar para nada. Fue arriesgado. Y aún hoy es arriesgado porque voy dejando de lado muchas cosas. Yo enseguida sentí que iba todo tan bien en mi carrera personal que tenía que ir con todo. No lo planifiqué demasiado, pero tenía una intuición y la seguí. Tuve un feeling cuando tenía cuatro o cinco canciones, noté que había algo ahí. Y además hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien haciendo algo. Es verdad que todo esto podía haber sido un chasco, o quizá algo anecdótico, pero al final me lo estoy pasando muy bien. No sé hasta cuándo lo haré, pero de momento este proyecto es la joyita de mi vida.
¿Al final todo esto te ha gustado incluso más de lo que esperabas?
Sí. Al final ya llevo cuatro años con el proyecto, desde los primeros singles. He ido haciendo otras cosas como productor y compositor, pero mi centro de atención todo este tiempo ha sido esto, mi carrera solista. Es con lo que más disfruto, en el estudio y en el escenario. La parte negativa es que siento mucho más la presión a la hora de pensar, hacer y sacar las cosas. Cuando eres productor, te olvidas de las cosas una vez que salen o incluso antes. Y ahora, en cambio, sigues estando en el ojo del huracán cuando salen. Si no fuera por eso, sería todo maravilloso.
En el disco hay varias colaboraciones, igual que pasaba en el primero. Más que featurings son duetos. Con Maria Arnal, Renaldo & Clara, Cuco… ¿Es porque en el fondo te gusta seguir pensando en las voces de otros como cuando solo te dedicabas a producir?
Tengo un deje de productor clarísimo. Hay voces de otros que me gustan y me gusta escucharlas en mis canciones. Me flipa tener algo ya medio hecho, enseñárselo a alguien y que tome otra forma porque hay voces que quedan incluso mejor que la mía. Lo suben de nivel. Incluso a veces tengo que frenarme con las colaboraciones porque siempre tengo en la cabeza a alguien que podría quedar bien en una canción. Maria Arnal me parece la mejor voz que hay ahora mismo en España. Con Cuco llevo queriendo trabajar desde el primer disco, pero no pudimos porque cerraron los vuelos por la pandemia y no pude ir a Estados Unidos a una sesión con él. De hecho, en parte siento que pertenezco a esa escena en la que está a él. Pienso que internacionalmente se me puede ver cerca de Cuco, boy pablo, The Marías… Me siento cercano a todos ellos porque representan otro tipo de música latina que no es la predominante ahora mismo. Y una colaboración con Cuco me ayudaba a situarme en el mundo.
¿También buscabas situarte de alguna manera con la colaboración con Clara Vinyals de Renaldo & Clara? Es la única canción en catalán del disco.
No hay un masterplan en esa colaboración, pero Clara es mi artista favorita en catalán. Somos amigos desde hace tiempo, estoy a gusto con ella en el estudio, de fiesta… Tenemos algo en común en la manera de ser. Su voz me da muchos feelings. Tenía claro que quería enseñarle una canción y al final hicimos esta.
Tú detectaste antes que nadie en España el giro urbano, en 2014-2015. ¿Detectas ahora alguna tendencia por lo que vas escuchando por ahí?
Tengo el detector un poco así asá. No tengo muy claro hacia dónde vamos a nivel de música popular. De un tiempo para acá, al menos en España, la música popular está en un bloqueo. Estamos en un sitio en el que no parece que vayamos hacia delante y además se consume mucha música de fuera, que es curioso. Puede ser que el público esté un poco hastiado de la música más industrial porque nos estamos repitiendo: el urbano no suena nada fresco ya. Hay buenos temas que pueden ser hits, con ganchos increíbles, pero no son propuestas artísticas frescas.
En la última edición de ‘Operación Triunfo’, Chiara y Paul hicieron una versión de “El encuentro”, tu canción con Amaia. ¿Al final has conseguido colarte donde querías?
Me parece divertido que “El encuentro” se haya convertido en una canción muy popular. Mucha gente la conoce, pero mucha gente no sabe ni que es mía. Cuando la hice pensaba que era la mejor canción que había hecho nunca y me ha abierto muchas puertas. No sé cuándo va a volver a haber otra así y de hecho con Amaia alguna vez lo hablo, que molaría desbancarla con otra canción. Y yo siempre le digo que “El encuentro” es mucho encuentro.
Este año cumples 40. ¿Es una buena edad para el pop?
Tengo más responsabilidades y menos tiempo, pero supongo que soy un poco adolescente todavía en mi manera de vivir y de sentir. Se supone que un artista tiene una vida útil prestablecida, pero espero que a mí todavía me quede mucho. Y cuando me llegue el momento, también espero llevarlo bien. ∎