Veinte años de “Feast Of Wire”. Foto: Alfredo Arias
Veinte años de “Feast Of Wire”. Foto: Alfredo Arias

Concierto

Calexico, un cuarto de siglo más allá de las fronteras

El grupo de Tucson, Arizona, está celebrando el vigésimo aniversario de la edición de su cuarto álbum, “Feast Of Wire”, con una amplia gira europea que ha incluido cuatro fechas en España. Su paso por Madrid (Lula Club) el pasado 13 de octubre –también tocaron en Vigo, Zaragoza y Girona a lo largo de la semana pasada– fue un éxito y una celebración de su música, que explora la mezcla.

“Sunken Waltz” abría la noche en el Lula Club madrileño con esos aromas fronterizos impregnados en el acordeón de Calexico. Country, rock, folk, sonidos wéstern y aires latinos con mariachi y corridos, entre otros elementos. El cantante y guitarrista Joey Burns presidía el sexteto y manifestaba que en Madrid se siente como en casa. En la retaguardia, a las baquetas, su socio y cofundador del grupo John Convertino, junto a Jairo Zavala, Depedro, que los acompañó en los conciertos de Vigo y Madrid de la presente gira.

Ya desde esos primeros compases la banda suena rotunda y rodada, interpretando un repertorio en el que todo fluye con naturalidad y precisión, desplegando el contenido de “Feast Of Wire” (2003) en el orden original del disco. “Quattro” imprime cierto ritmo de viaje por carretera, matizado por esas guitarras y la atmósfera que genera la guitarra pedal steel. “Black Heart”, con su excelsa musicalidad, apunta hacia una banda sonora de maleantes. La instrumental “Pepita” nos traslada a las sonoridades del Oeste a través de percusiones, acústicas y más pedal steel. También incide en esos ambientes otra instrumental, “Close Behind”, con protagonismo de acordeón y trompetas. En “Not Even Stevie Nicks…” el folk y el indie rock hacen acto de presencia, antes de rematar la canción con estrofas de “Love Will Tear Us Apart”, de Joy Division.

Las baquetas de John Convertino, la guitarra de Joey Burns. Foto: Alfredo Arias
Las baquetas de John Convertino, la guitarra de Joey Burns. Foto: Alfredo Arias

Todo discurre en calma y a su tiempo en este recorrido musical, que parece un viaje a otros mundos, con riqueza de sonidos en “Woven Birds” y con interludios como “Attack! El Robot! Attack” y sus aires entre jazz y de charanga eléctrica. Luego sobresale el tono mexicano de “Across The Wire”, que nos hace recobrar el pulso y vuelve a esas historias fronterizas, a veces quebradas, con los espaldas mojadas muy cerca. Piezas mudas como “Dub Latina” nos conectan con parajes desérticos e historias de tránsitos. Muy oportuna para seguir el viaje es esa gran versión de “Alone Again Or”, de Love, mientras “Güero Canelo” trae pura savia de mezcla, rematada con versos de “Desaparecido”, de Manu Chao, y “El cuarto de Tula”, de Buena Vista Social Club. Todo es fiel a ese espíritu de fusión que engancha y encandila. En “Crumble” exploran en su riqueza instrumental y con “No Doze” prosiguen los aromas de fusión, al filo de una sugerente banda sonora. Los músicos responden impecables y a lo grande, creando esa sinergia especial.

En el Lula Club pudimos ver −a pesar de la limitada visibilidad impuesta por los muros de carga del edificio− a una banda radiante que se nutre del country, del rock y de ambientes sonoros diversos que van desde el folk al jazz y los ritmos latinos. Calexico explora en ese cruce de sonidos una veta propia, y lo demostró a través de un disco que supone una de sus cimas creativas. Sonaron muy bien, aunando una conjunción mágica de elementos, en una sala más pensada como club. Calexico sigue funcionando como banda y su concepto y aporte continúan vigentes décadas después, en una conjunción cultural y sonora que enriquece la diversidad y embellece el paisaje.

El cantante y guitarrista Joey Burns, con la colaboración, a su derecha, de Jairo Zavala (Depedro) Foto: Alfredo Arias
El cantante y guitarrista Joey Burns, con la colaboración, a su derecha, de Jairo Zavala (Depedro) Foto: Alfredo Arias

Los texanos ya celebraron el vigésimo aniversario de “The Black Light” (1998), disco del que rescataron en la recta final del concierto una “Minas de cobre” en la que sobresalen cuerdas y metales, con aires entre festivos y trepidantes. Esa conexión española con Depedro y Amparo Sánchez se puso de manifiesto cuando la cantante jienense salió a interpretar “Inspiración”, que tiene mucho de México. Burns también quiso recuperar la memoria de Víctor Jara en el quincuagésimo aniversario de su asesinato y del golpe de Estado en Chile con “Victor Jara’s Hands”, en la que Depedro canta unas estrofas en español. Y el estribillo nos propulsa con un “Ale, ale, ale”. Depedro tomó la voz cantante en “Flores y tamales” con la alegría que desprende el texto, mientras el público de la sala se venía arriba.

En los bises, para celebración del respetable, atacaron “Corona”, de Minutemen, con su sabor de corrido y de festejo. Y una “Cumbia de donde” que sonó arrebatadora y culminó el ambiente festivo, al que se sumaron “El Indio”, de Vetusta Morla, a las percusiones y de nuevo Amparo Sánchez aportando ese punto de latinidad. Calexico desprende una amalgama sónica brillante y vibrante, posee la magia de saber fundir estilos. Porque lo suyo es pura conexión fronteriza, fusión de géneros, donde la música vuela libre. Y sus directos son una celebración de todo ello. ∎

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