Superando los traumas.
Superando los traumas.

En portada

Eels

“No creo en la magia, pero sí en que sucedan cosas mágicas”

Fotos: Gus Black

25.09.2024

Después de haber metido por un momento un pie en el otro barrio, después de una pandemia, un divorcio y una paternidad, Mr. E ha regresado a la acción más vivo que nunca, disfrutando de la sabiduría que da la edad a las perspectivas personales y, en cierto modo, feliz. Pleno, agradecido, quizá redescubriendo partes de sí que creía olvidadas. No hay rastro de dolor –y solo algo de miedo– en un “EELS TIME!” que es otra lección de vida por parte de un hombre que ha aprendido a lidiar con cualquier tipo de pérdida.

E

l año pasado Mr. E –alma artística y jefe de Eels– estuvo por primera vez al borde del precipicio: años de escáneres –su padre falleció a los 51 años de un ataque al corazón, cuando Mark Oliver Everett solo tenía 19– terminaron revelando un aneurisma aórtico, un grave problema cardiovascular que es la décima causa de mortalidad entre varones mayores de 55 años y que lo obligó a someterse a una operación a vida o muerte. Ingresado en el hospital por primera vez en su vida, empezó a darle vueltas a la idea del tiempo, fue consciente de cómo se esfuma y volvió a dialogar con la muerte, esta vez cara a cara. Y de aquellas noches de dolor, ansiedad e insomnio surgió “Time”, la canción que abre su nuevo trabajo “EELS TIME!” (E Works-[PIAS] Ibero América, 2024), decimoquinto en una trayectoria de subidas y bajadas, idas y venidas, que ya supera de largo las tres décadas y que articula todo su discurso: en la vorágine reflexiva que supone la cercanía de la muerte, qué mejor que celebrar la vida. Y que dure lo que tenga que durar.

“EELS TIME!” es, por tanto, un disco optimista que rompe –aunque no del todo– con la lírica sombría que se gasta Everett habitualmente, que se recrea en la contemplación de cosas bellas, que se toma las cosas con calma y que convierte lo cotidiano en un crescendo grandioso que nunca termina de resolverse, como la vida misma, repitiéndose en su singularidad cada mañana. Pero sobre todo es un álbum que ofrece una nueva guía, otra más por parte del autor del necesario manual vital “Cosas que los nietos deberían saber” (2008; Blackie Books, 2009), sobre aceptar las cosas de la existencia. Para bien o para mal. De todo ello hablamos con él, un hombre tranquilo, a veces parco en palabras y otras tan locuaz como mordaz.

El momento de Mr. E.
El momento de Mr. E.


Quizá este es tu disco más alegre, más fácilmente calificable como “pop”… Y llega después de un momento muy difícil. ¿Cómo lo entiendes tú?

Pues de hecho escribí el disco antes de someterme a la operación, pero sí sabía que tenía que hacerlo, así que no sabría decirte. Tampoco sé decirte muy bien qué entiendo por más o menos pop. En primer lugar, no creo que pensara en ningún momento que estaba haciendo un disco, es algo que simplemente sucede, nunca hubo un plan o una premeditación. Escribes una canción, luego otra, hasta que llega un punto en el que resulta que tienes varias y es ahí cuando empiezas a plantearte la idea del disco y a pensar en qué otro tipo de canciones pueden ser buenas para complementar el material que ya tienes.

Me sorprende, porque apenas en algún momento me da la sensación de sentir por tu parte la presencia de la muerte, o el miedo a morir.

Puede haber parte de reacción a ello, sí. Pero la primera canción del disco, “Time”, está definitivamente escrita desde una perspectiva semejante: saber que tienes esa cirugía tan compleja, a vida o muerte, a la vuelta de la esquina te hace tener muy presente el hecho de que puedes haber llegado hasta el final, de que algo puede salir mal y se acabó. Todo el concepto de vida y muerte, del paso del tiempo… Todo eso se arremolinaba en mi cabeza cuando estaba con esa canción, y en cierta manera es el punto de partida de este disco. Es complicado.

El tiempo es un tema central del álbum. ¿Dirías que te empieza a preocupar de verdad?

Totalmente. Cuanto más tiempo pasa, más consciente eres de que te queda menos tiempo disponible, es absolutamente normal. Cuando tienes 20 años eres invencible y sientes que puedes vivir para siempre, pero luego llega un momento en el que te ves más cerca del final que del principio, y es entonces cuando cambian un poco todas las perspectivas.

En cualquier caso, en tu vida por desgracia la muerte siempre ha estado muy presente, desde que tienes 19 años prácticamente.

Sí, cierto. Supongo que solo era cuestión de tiempo que me tocara a mí.


“Saber que tienes esa cirugía tan compleja, a vida o muerte, a la vuelta de la esquina te hace tener muy presente el hecho de que puedes haber llegado hasta el final, de que algo puede salir mal y se acabó. Todo el concepto de vida y muerte, del paso del tiempo… Todo eso se arremolinaba en mi cabeza”

Mark Oliver Everett



¿Has aprendido a luchar de algún modo contra la idea o la presencia de la muerte?

He aprendido que no hay lucha alguna, que es algo inevitable. Creo que por eso me parece tan triste cuando digo al final de “Time”: “Maybe there’s just some way, dear God, I can stay”. Porque refleja una parte irracional, algo en la naturaleza humana que se revela contra la muerte.

En cierta manera los artistas combatís a la muerte con trascendencia, ¿no?

(Se ríe). De momento en mi caso no ha ido mal, no. Al final, bueno, estoy vivo, que es lo que importa.

Y cuando te vayas quedará… ¿Qué?... ¿Quince discos?

Con suerte alguien les hará algo de caso.

Hablábamos del miedo a la muerte, y yo siempre pienso que al final es el amor, en sus múltiples formas, lo que nos lleva a temerla tanto.

Sí, veo por dónde vas. Incluso siendo más prácticos, más pragmáticos, cuando las cosas empiezan a ir bien en tu vida es cuando empiezas a tener cosas que perder, ¿no? Si todo te va terriblemente, pues tiendes entrar en esta dinámica de ¿qué demonios importa morir si todo es horrible?”.

¿Has tenido verdadero miedo a morir durante todo este tiempo?

Tampoco es que me volviera demasiado loco con la idea o que me obsesionara en cierto sentido. Ya sabes, tengo un crío y no quiero dejarlo. Soy un tipo feliz, tengo una buena vida y no quiero dejarla. Pero siempre intento recordar que he estado muerto cientos de años, es nuestro estado natural. Y todo ha ido bien, el mundo ha ido bien, la tierra ha seguido girando. Y seguirá haciéndolo cuando ya no esté. Me desperté para estar vivo en este momento y luego volveré a estar muerto. Y ya está.

¿Cuántos años tiene tu hijo ahora? Sé que lo tuviste no hace mucho tiempo.

7 años.

Es que te ha pillado todo un poco revuelto, ¿eh? La pandemia, el divorcio, la infancia de tu hijo, la operación… ¿Cómo ha vivido la familia este tiempo tan tumultuoso?

Sí, han sido años locos. Ya solo entrar en la pandemia con el proceso de divorcio y el niño tan joven fue realmente intenso, de verdad. Con el tiempo se ha ido encajando todo y es mucho mejor ahora. Ayuda que la pandemia no se convirtiera en la movida que fue al principio y que relativamente pronto consiguiéramos salir de aquello y volver a una vida más o menos normal, porque creo que hubiera sido muy difícil para todos regresar a esa situación pandémica, y que incluso mucha gente no lo habría podido soportar.

Imagino que no ha sido fácil equilibrar todo con criar a un hijo.

Una de las mejores cosas de tener un hijo es que todo es un proceso constante de aprendizaje, todo está cambiando siempre, ofrece una nueva cara o dimensión según van creciendo. Diferentes colegios, diferentes amigos, diferentes gustos… Vas a leerle algo al dormitorio y te das cuenta de que ya no es un bebé… Te acostumbras mucho a aceptar todos esos cambios, a responder ante ellos.

¿Cómo te planteas las giras ahora, por ejemplo?

Esto es algo que ya en la pandemia se asentó de alguna manera por la imposibilidad de girar. En esos cuatro años sacamos dos álbumes, y normalmente los hubiéramos girado incluso un par de veces, pero al final fue imposible, así que nos hemos acostumbrado a un ritmo más relajado, que encaja mejor con cualquier tipo de conciliación.

Conciliando.
Conciliando.


Hay una anécdota que cuentas en la carta que escribiste a modo de presentación de este disco que me parece muy heavy, que es esa idea de que tu padre te salvara de alguna forma la vida con su propia muerte 30 años después.

¡Sí! Es increíble que pudiera encontrar algo positivo de toda aquella experiencia horrible de ver morir a mi padre cuando era solo un adolescente. Su muerte fue la única pista que pude tener sobre mi enfermedad, que mata tanta gente cada año simplemente porque no saben que la tienen, porque realmente no tiene síntomas. Si mi padre no hubiera muerto de un paro cardíaco, los médicos nunca hubieran insistido en la necesidad de hacerme escáneres regulares y, a lo mejor no ahora, pero sí más temprano que tarde, me habría matado.

¿Y cosas como esta no te hacen pensar en el mundo de una manera más espiritual, por ejemplo?

Ni idea. No me considero una persona demasiado espiritual per se, soy más un tipo de ciencia, me viene de familia. Pero también soy un artista, que en cierto modo es algo contradictorio. En plan figurado: no creo en la magia en sí, pero sí creo que pueden suceder cosas mágicas, ¿sabes?

¿Cómo has aprendido a apreciar ese lado luminoso de la vida, la alegría de estar vivo, y a lidiar con el dolor y la pérdida?

He pasado por muchas cosas en mi vida, y una de las cosas buenas que tiene hacerse mayor es que con suerte has podido aprender de todas esas experiencias y tienes mucho más claro por qué merece la pena estar triste, enfadado o molesto y por qué no. Te diría que esa es una de las razones por las que estoy disfrutando tanto de este momento de mi vida, probablemente más que cualquier otro.

En el disco también hay muchas canciones de desamor. ¿Tú qué opinas?

Sí, seguramente sea cierto. Podría decirse que de alguna manera todas lo son.

¿Piensas en alguien en particular cuando escribes canciones como “Sweet Smile”?

“Sweet Smile” es más una fantasía, es todo fruto de la imaginación.

O sea, que tu imaginación ahora imagina más en términos de amor, ¿no?

Pues en cierto modo puede que sí. Quiero decir, es un buen tema para canciones, desde luego.


“Desde luego, me han pasado suficientes cosas loquísimas desde que escribí el primer libro como para estar seguro de poder llenar una secuela y hacer de ella una lectura entretenida y disfrutable. Pero el problema es que la mayoría de los personajes claves sobre los que hablo en el primer libro habían muerto, así que de alguna manera me sentía en la libertad de hablar libremente”

Mark Oliver Everett



También siento que las canciones del disco están compuestas de un modo bastante expansivo, pero luego nunca terminan de explotar, no terminan de ser épicas del todo.

No sé muy bien cómo explicar eso porque para mí las canciones simplemente suceden.

Por primera vez has trabajado con Tyson Ritter, de The All-American Rejects, una colaboración que está fuera del entorno habitual de Eels. ¿Ha cambiado cosas para ti en cómo trabajas en el estudio y demás?

Eso es lo bonito de colaborar, es lo que Lennon y McCartney hicieron: sacar algo de la otra persona que no hubiera conseguido sacar por sí misma. Y me parece muy estimulante.

También cuentas en la carta otra anécdota. Cuando estabas en el hospital y una enfermera te dice que sabe quién eres y que ha visto que tú canción más reproducida es “I Need Some Sleep” después de que pasaras una noche dura. ¿Cómo es ese momento en el que alguien se topa con esa faceta de artista maldito, con canciones como “Novocaine For The soul”, “Cancer For The Cure”, “Hospital Food” o “Suicide Life”?

No había caído en “Hospital Food”, esa hubiera estado bien también. Es gracioso porque solo había tenido experiencias de hospital visitando a otra gente. Esta era la primera vez que el ingresado era yo, y ahora puedo decir que las leyendas son ciertas: la comida del hospital es repugnante.

Últimamente haces más papelillos como actor. ¿Te interesa ir profundizando más en esta faceta tuya?

Me gusta actuar porque no es lo que normalmente hago y me divierto aprendiendo algo nuevo, pero del mismo modo también es muy artístico, así que también está dentro de una especie de zona de confort. Así que realmente estoy abierto en este sentido, sí. Lo disfruto. Tampoco lo busco, en cualquier caso.

Hay una canción en el disco, “If I’m Gonna Go Anywhere”, que me recuerda bastante a “Pride (In The Name Of Love)”, de U2. Y eso me lleva a pensar sobre los prejuicios que a veces se tienen desde círculos tradicionalmente alternativos con artistas como U2 o Coldplay por ser gigantes y por ser complacientes, cuando en el fondo, y aunque no sean de tu rollo ni lo que te guste escuchar, creo que sí son grandes compositores de canciones. ¿Tú qué opinas?

Para mí es positivo que se estén rompiendo las distancias y que artistas mainstream colaboren con otros menos conocidos o más alternativos. No solo sirve para que esos artistas puedan tener una carrera más tranquila, también creo que hace a la música mainstream mejor, así que tampoco he sido nunca muy partícipe de esos debates sobre comercial o alternativo y todo eso. Yo personalmente no suelo escuchar mucha música mainstream porque está fuera de mi radar, pero me halaga que alguien pueda ver influencias de U2 en una canción mía; no me parece ni mucho menos algo negativo.

Ya para terminar, ¿alguna vez has pensado en una secuela para tu autobiografía? Porque creo que “después de todo, Mark Everett sigue vivo” era un poco uno de los subtextos de “Cosas que los nietos debería saber”, y quizá esa idea nunca había sido tan relevante para ti como hasta ahora.

Desde luego, me han pasado suficientes cosas loquísimas desde que escribí el primer libro como para estar seguro de poder llenar una secuela y hacer de ella una lectura entretenida y disfrutable. Pero el problema es que la mayoría de los personajes claves sobre los que hablo en el primer libro habían muerto, así que de alguna manera me sentía en la libertad de hablar libremente, valga la redundancia, sin preocuparme de que alguien pudiera ofenderse o molestarse. Toda la gente que protagonizaría el hipotético segundo libro sigue viva, y eso complica las cosas. Así que veremos cuando mueran. ∎

“Time”, vídeo dirigido por Gus Black.
Etiquetas

Contenidos relacionados