La biografía de Jimmy Cliff (1944-2025) no difiere mucho de la de cualquier músico jamaicano de su generación: viene al mundo en un suburbio pobre –el de St. James, en el noroeste de la isla–, se las ve y se las desea para salir adelante –no tenía ni para zapatos con los que ir a la escuela, como contó tantas veces– y encuentra en la música la manera de salir adelante. A Cliff –falleció ayer 24 de noviembre en Kingston a causa de una neumonía– le toca ese momento mágico en que el ska se convierte en reggae y en esos dos ámbitos –con ayuda de un tercero: el pop– se encuadra el grueso de su discografía. Y de su filmografía, como ahora recordaremos.
La andadura del joven James Chambers –ese era su nombre real– arranca cuando, con apenas 13 años, viaja a la vibrante Kingston animado por la idea de grabar un disco que contenga sus primeras canciones. Allí se puso a cantar una de estas, “Dearest Beverley”, en la puerta de un restaurante propiedad del productor Leslie Kong, y no debió hacerlo tan mal porque Kong –a quien en esta época de sound systems apodaban “The Chinaman”, “El Chino”– reconoció el potencial del adolescente y trabajó para convertirlo en una de las nuevas voces del ska. Chambers le correspondió con algo más que su propio talento: le presentó a un tal Bob Marley, a quien Kong grabó su primer single, “One Cup Of Coffee”, en 1962. Pero esa es otra historia.
Otra conexión verdaderamente interesante de Kong es Chris Blackwell, fundador y futuro ejecutivo de Island Records, en cuyo seno arranca la carrera internacional de Chambers –ya Jimmy Cliff– no solo a título musical, sino como solvente actor. Hablamos, claro, de “The Harder They Come” (Perry Henzell, 1972; en España se tituló “Caiga quien caiga”), filme que sacó a la luz la dureza de la vida en los guetos de Kingston y reveló la violencia del sistema musical que explotaba a los artistas emergentes. Aquí Cliff no solo encarnaba al antihéroe proletario Ivan Martin: su voz atravesaba la pantalla con una banda sonora que hoy es considerada uno de los discos fundamentales grabados en el trópico. Posiblemente aquel que llevó el reggae al mundo, si Bob Marley nos permite decir tal cosa: al fin y al cabo himnos como “You Can Get It If You Really Want”, “Many Rivers To Cross” o la homónima “The Harder They Come” llevaron esta música al público internacional antes incluso de la explosión global del Gran Wailer.
Con estos temas –y otros suyos que ya sonaban de antes, como “Hurricane Hattie” o “King Of Kings”–, Cliff se convirtió en uno de los primeros embajadores planetarios de la cultura jamaicana, girando por Europa, África y América y demostrando que el reggae podía articular historias universales de lucha, esperanza y dignidad. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, nunca dejó de moverse entre géneros, lo que favoreció sus trabajos con formaciones a priori tan ajenas a su registro como Kool & The Gang, Elvis Costello o los mismísimos The Rolling Stones. También participó en “Sun City”, la famosa canción coral escrita por Steve Van Zandt para sacarle los colores al apartheid surafricano a mediados de los ochenta. Por aquellos años, Bruce Springsteen y la E Street Band incluyeron en su set una canción de Cliff, “Trapped”.
La obra de Jimmy Cliff abarca ska, rocksteady, reggae clásico y fusiones contemporáneas, también soul, rock, pop y ritmos afro. Su voz, clara y flexible, le permitió sostener una carrera cambiante, capaz de dialogar con públicos muy diversos, siempre desde esa vocación espiritual y ética constante que le dieron un cariz de embajador musical. Inseparable de sus causas sociales, defensor de la identidad jamaicana y figura respetada en movimientos progresistas, en 2010 recibió la Orden del Mérito de Jamaica, el más alto reconocimiento civil del país, y en 2012 fue incorporado al Rock And Roll Hall Of Fame, un gesto que reconocía su impacto más allá de cualquier etiqueta. Solo él y Bob Marley consiguieron tal mérito en el campo del reggae, por cierto.
Cliff siempre estuvo abierto a colaborar con músicos jóvenes, regrabó clásicos, exploró nuevas texturas electrónicas y mantuvo giras activas incluso entrado en los 70 años. Ejerció como puente entre varios campos: el ska y el reggae, Jamaica y el mundo, el cine y la música, la denuncia social y la celebración. Ejerció su papel de músico activista con una sonrisa luminosa y un repertorio que cruzó tantas veces el globo como los ríos de su famoso hit.
Su esposa Latifa Chambers es quien anunció el fallecimiento del músico en sus redes sociales: “A todos sus fans de todo el mundo, quiero que sepan que su apoyo fue su fuerza a lo largo de toda su carrera... Jimmy, mi amor, descansa en paz. Seguiré tus deseos”, ha escrito. Deja tres hijos: Lilty Cliff, Aken Cliff y la actriz y cantante Nabiyah Be. También deja un poco más huérfanos a los fans del reggae. Y algo desconcertados a los adeptos al rastafarismo, credo que profesó antes de convertirse al islam y de abandonar también esta fe para reconocer en algún momento de la década pasada que “ya solo creo en la ciencia”. ∎

Aunque aquí Jimmy Cliff no está solo –completan el disco THE MAYTALS, THE MELODIANS o DESMOND DEKKER, entre otros– es inevitable, dado su protagonismo en la película, asociar esta banda sonora ante todo con el de St. James. Con clásicos como “Many Rivers To Cross”, “You Can Get It If You Really Want” y el tema titular, este disco, todo un manifiesto del primer reggae, captó la esencia de la Jamaica de los años setenta: pobreza, resistencia y esperanza. Sin duda, su obra más importante. Fue escogida en el puesto 29 en la lista de Rockdelux de las 100 mejores bandas sonoras de la historia del cine.

Ya consolidado como embajador cultural del reggae, el músico entrega aquí un trabajo introspectivo y experimental donde explorar texturas más soul y rock sin dejar atrás su raíz reggae. Letras más personales y espirituales, y una producción que refleja la búsqueda artística en plena madurez. Es un disco menos conocido, pero profundamente revelador de su amplitud estilística y de su inquietud creativa: aquí abre los caminos que anticipan sus fusiones posteriores y muestran que su música siempre estuvo movida por la curiosidad y el impulso de trascender géneros.

Un regreso brillante: producido por Tim Armstrong (Rancid), devuelve a Cliff a un sonido crudo y clásico sin caer en nostalgia. El álbum combina energía punk-reggae, conciencia social y melodías incisivas. El disco le valió un Grammy y mostró que, incluso después de décadas, Cliff seguía siendo una fuerza vital del género. Su último gran disco en estudio –y el primero en ocho años– incluye una versión del “Guns Of Brixton” de The Clash que habla del eterno diálogo entre los barrios londinenses y jamaicanos. ∎