Post-rock texano para las masas. Foto: Rosario López
Post-rock texano para las masas. Foto: Rosario López

Concierto

La maravillosa corrección de Explosions In The Sky

Los texanos ribetean su gira europea en España con dos conciertos: ayer tocaron en la sala Razzmatazz de Barcelona, con todo vendido y un rotundo éxito que desató todo tipo de emociones de alegría y júbilo entre el público, que no dejó de celebrar con vítores y gritos las dosis de dramatismo y catarsis bien planteados del rock instrumental más exitoso de las últimas décadas. Y hoy tocan en Madrid, en la sala La Riviera, poniendo punto final a los conciertos en Europa.

Quizá Explosions In The Sky no es un grupo esencial, pero sin duda sí es necesario. Sus desarrollos compositivos son limitados, siempre soportados en unas pocas notas, sin grandes ideas ni giros mayúsculos. Sin embargo, con poco son capaces de contener multitudes: fascinan a base de ofrecer, en diferentes formatos, dramatismo, épica y una reconfortante luminosidad reconciliadora. Iluminan esa idea de esperanza de Godspeed You! Black Emperor –“hope”, un concepto que aparece pegado a los canadienses– y simplifican los crescendos oscuros de Mogwai.

Contra todo pronóstico, porque se dice que son una banda de post-rock, en Explosions In The Sky no hay un ápice de experimentación o de música vanguardista. Y no importa lo más mínimo, no pasa absolutamente nada: su recorrido se mueve en perpendicular a ideas complejas y demasiado obtusas. Y, especulo en los primeros momentos del concierto, es por este motivo que son capaces de llenar la sala 1 de Razzmatazz en una anodina noche de domingo de noviembre. Y especulo más: el de ayer quizá es el concierto más multitudinario, exitoso y vitalista de la historia del llamado post-rock en Barcelona. Una enorme y creíble sonrisa de júbilo desatado cruzó las cuatro esquinas de la estancia noble de la sala del Poble Nou.

El aperitivo corrió a cargo de B1n0, quienes también tocaron el viernes 17 en La 2 de Apolo presentando su último disco en Foehn records: “101” (2023). Como teloneros, abrieron con una contundencia avasalladora: batería y programación de inspiración tech-house con la mirada puesta en los noventa –y en algún devaneo rave, parecía– y voces artificiales que parecían llamar a los ejércitos de la noche. Desde luego un derroche de talento del que dio buena cuenta Munaf Rayani, uno de los guitarras de Explosions In The Sky, quien pidió un sonoro aplauso para el grupo barcelonés, porque se lo ganó a pulso.

“Somos explosiones en el cielo”, dijo Rayani en perfecto castellano texano, presentando a Explosions In The Sky y casi como una declaración de la naturaleza de su propuesta artística. Y se lanzaron a por “Loved Ones”, de su séptimo y último disco, “End”, publicado este mismo año, con una corrección de libro: sin salirse del guion del optimismo instrumental, dibujando un inicio de secretos e introspección del que todo el mundo quería formar parte. Sirvió para colocar los mimbres de una noche en la que ni ellos ni el público querían afrontar desmanes ni imprevistos. Así, parece, todo se entiende más y mejor.

Contundencia y arrojo. Foto: Rosario López
Contundencia y arrojo. Foto: Rosario López

Sin solución de continuidad, y a base de manipular los pedales sin atisbo de riesgo, recuperaron “The Birth And Death Of The Day”, de 2007, con la que recordaron que también pueden ser tan viscerales como el que más y escenificaron lo que mejor saben hacer: ofrecen dramatismo tras introspección; o al revés. No es una crítica, lo hacen con una excelencia veraz y siempre bien planteada. Tres o cuatro notas y para qué más. La cosa funciona, eleva hasta al más exigente o tonto –lo confieso: yo fui uno de ellos en su momento; de todo se aprende–, porque quién no ha sido demasiado tonto juzgando a la ligera música que parece aspirar a una experimentación compleja que aquí sería del todo inane e innecesaria.

Siguieron con “Catastrophe And The Cure”, también de “All Of A Sudden I Miss Everyone’”, en un diálogo con su yo de quince años que parecía desbocado. Sin aburrir en ningún momento, con la audiencia dando bandazos, culminaron la cuota de temas que mejor dibuja su libro de estilo con la introducción de un tambor que ponía el contrapunto a los crescendos vitamínicos. Y lo hicieron con una contundencia y arrojo como para comprar entradas para el resto de conciertos de la gira. Dejaron al personal inmóvil y expectante.

Los bajos saturados de “Peace Or Quiet”, emulando a los primeros Tortoise, mantuvieron el misterio que en su caso siempre precede al jolgorio vitalista. Mucho más melódico y menos espeso. En “Greet Death” revisaron la primera versión: tapizada con guitarras de inspiración metal y con un sonido arrollador, porque un concierto de Explosions In The Sky suena cristalino en todo momento.

“Your Hand In Mine” –con marcado acento a banda sonora, como muchos de sus últimos trabajos– más una “The Fight” a cara de perro y “The Only Moment We Were Alone” cerraron una actuación en lo más alto de la excitación y el clamor de la audiencia. Quizá no es un grupo para los más exigentes, pero sí un seguro de vida del rock instrumental altamente emocional. ∎

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